viernes, 31 de diciembre de 2010

EL IDIOMA VASCO BAZTANÉS EN EL ARCHIVO DE LA FAMILIA ZOZAYA

LA LENGUA DEL VASCO BAZTANÉS EN LA CORRESPONDENCIA ESCRITA DEL ARCHIVO PRIVADO DE LA FAMILIA ZOZAYA (Valle de Baztán) 
 Para los amantes y estudiosos del vascuence baztanés. 

En estas páginas presento al público unas líneas en vascuence baztanés, con su actualización en vasco y traducción al castellano, que aparecen en una carta privada de 1866. Al final incluiré una pequeña huella de la lengua vasca en un segundo documento, de la correspondencia de la familia Zozaya, que inserta dos testimonio en vasco. No hemos encontrado ningún otro testimonio en vascuence en todo el archivo de la familia Zozaya, que lo forman 19 cajas de archivo, más otra caja que está en posesión de otro miembro de la familia. Este archivo fue recogido de un armario del gran salón de la planta baja del palacio de “Echeniquea”, hace unos 23 años, antes de venderse el palacio a sus nuevos propietarios. 

Seguramente la familia Zozaya hablaba el vascuence baztanés con perfección, debido al lugar donde vivían, y a los cargos públicos municipales que Miguel María Zozaya ocupaba. No obstante, la correspondencia escrita iba, según costumbre, en castellano, incluso la de la madre Manuela dirigida a su hijo Miguel María. Lógicamente, también están en castellano, las abundantes escrituras notariales de la familia Zozaya que se conservan en el Archivo de Protocolos (dirigido en su día por don Javier Baleztena Abarrategui) que permanecía adjunto al Archivo General de Navarra (dirigido entonces por el dr. Juan José Martinena).
Isla de Cuba. Interior de un ingenio. 
Rev. "La Ilustración Nacional" (Madrid) p. 187 

PRIMER TESTIMONIO
Tenemos delante de nosotros una la carta que José Irigoyen (Habana, 14-VI-1866), antiguo pastor de don Miguel María Zozaya e Irigoyen, a quien escribe desde La Habana, informándole de haberle girado siete Letras de pago con el dinero recaudado de las tres haciendas que Zozaya tenía como mayorazgo en Cuba. Llama la atención la cercanía con la que el pastor Irigoyen trata a la familia Zozaya, pues era primo del destinatario de su carta.

Las haciendas estaban localizadas en Matanzas y se llamaban Soledad de Bemba, Nueva Bermeja y Mulato. Para entonces no había rastro del Sitio San Miguel que también la familia tenía en propiedad, vinculadas el régimen de mayorazgo a finales del s. XVIII, por estar incluido en la hacienda Soledad. 

Los Zozaya eran oriunda de Ardanaz (valle de Baztán) y, por entronque familiar a finales del s. XVIII, poseía el palacio de cabo de Armería “Echeniquea”, en el barrio de Iñarbil, de Errazu -pueblo navarro situado en el valle de Baztán- donde pasaban el verano. Esta familia también era propietaria del palacio barroco de Goyeneche –luego propiedad de Ribed- situado en Plaza del Castillo nº 7 de Pamplona, donde vivían el resto del año. Gozaban de una importante fortuna derivada de sus propiedades en la bella isla de Cuba. Pertenecían a la élite económica navarra. Fruto de ello, dicho don Miguel María fue dos veces diputado a Cortes en 1863 y 1864, y otras dos diputado foral de Navarra durante la restauración alfonsina en 1880 y 1881. 

 Además de dicha frases en vasco al final de dicha carta, hay otro término en vasco, muy familiar, al comienzo, cuando califica a don Miguel María de “amigo y berride”. Como el lector puede observar, Irigoyen no sabía escribir bien en castellano. De ahí la sustitución de la “b” por la “v”, ya que en vasco no hay “v”, y muchos otros errores ortográficos, por ejemplo la unión de monosílabos. Sin embargo, la letra era segura, su autor tenía hábito de escribir, y también era madura la firma con rúbrica. 

El presente documento es una carta formal de un administrador al propietario. Sin embargo, en ella se aprecia una gran familiaridad y cercanía. Fijémonos en el tratamiento inicial y en la despedida, en los elementos coloquiales como referirse a los colonos con los términos de “calaña” y “malos vichos”. Es más, Irigoyen se alegra “infinito” de que la familia esté bien, e incluso se atreve a opinar sobre la decisión de ésta de pasar el verano en Errazu. Sin embargo, lo más coloquial es escribir unas frases en vasco, ceñida a asuntos cotidianos y con moraleja, lógicamente situada al final de la carta. 

Sólo se conserva una carta de José Irigoyen. Como hay otras muchas cartas y cuentas de Juan Martín Irigoyen, fechadas en La Habana, entre los años 1853 y 1865, sobre los censos anuales del mayorazgo,  insertamos varias imágenes de ingenios cubanos, que eran explotaciones agrarias. Aunque en la península los mayorazgos se habían suprimido, en Cuba subsistían en todo su vigor. No era extraño que los hijos de una importante casa como la de Irigoyen en Errazu (que dio un obispo a la Iglesia) se dedicasen directamente a labores agrarias. 

Más adelante, de 1869 a 1883, el administrador de Zozaya en Cuba fue don Agustín Saavedra.
Ingenio. Isla de Cuba. Una estancia en la jurisdicción de Manzanillo. 
"La Ilustración Nacional" pág. 116 

El párrafo en vascuence es el siguiente (1): "Alegueracenaiz asco Ardi mulzu ederra duzuenean eta senticendut ondo cerengatic hilzaizguizun orida ederrenac charrenetaric ilbaciren ecenpena asco izain, orida munduco leguea, faltaric andiena itentenac guatendira biajean". 

Traducción: Me alegro mucho porque tienes un buen rebaño de ovejas y siento en el fondo pues que se te murieron ¿no es eso? las mejores, pues si se hubieran muerto las peores no hubiera sido tanta pena, esa es la ley del mundo, las que más falta suelen hacer se van de viaje. 

Actualizado: Alegeratzen naiz asko ardi multzo ederra duzunean eta sentitzen dut ondo zerengatik hil zaizkizun ori da? ederrenak, txarretarik hil bait zairen ez zen pena asko izanen, hori da munduko legea, faltarik handiena egiten duenak joaten dira biajean.

El fragmento en vascuence pero sin su contextualización ni la carta completa, fue publicado en GARRALDA ARIZCUN, José Fermín, “La fundación del mayorazgo de Zozaya en Cuba”, Pamplona, Rev. “Príncipe de Viana” nº 193 (mayo-agosto 1991), pág. 163-179.

Imágenes del final de la carta de José Irigoyen a don Miguel María Zozaya e Irigoyen (Archivo Zozaya) 
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La carta completa de José Irigoyen, “antiguo pastor” de Zozaya es la siguiente: 

Habana y Junio 14/866 Sr. D. Miguel Mª Zozaya: Mi estimado amigo y berride obra en mi poder su apreci(able) fecha 8 de Mayo proximo pasado, y por lo que beo que todos se allan buenos en esa, de lo que alegro infinito, hio adios gracias disfruto buena, la certificacion que me mando V. la tengo guardada, asta que necesite el uso de el. Yncluio 7 Letras 1ª de cambio conforme me dijo V. que no pasasen de 2.000 cada una y asi lo e hecho, en totalidad importan el valor de 13.285 – 5 r(eales) fu(ertes) sobre Bilbao a 10 dias vista, costando, la friolera de 11% el giro cosa que no sea visto ace muchos años, é procurado tomar las Letras sobre S(an) Seba(stián) pero, nadie tenia fondos suficientes, asiesque é determinado tomar sobre Bilbao; ninguno quiere librar ámas de 10 días vista, se conoce que noay mucha confianza en esa, pues hoy piden 12% y sobre Londres á 19 y se cree que subira á mucho mas, la casa libradera de este es demas concepto en la Hab(ana) asiesque si ubiera cualquier nobedad en su pago, con la casa de aquí hay mucha seguridad, y tambien no me parece mala lade Bilbao, dela cantidad arriba mencionada pertenece al año 1865, sobre 4.300, y las restantes del presente año; pues por equibocarme al tiempo de dar la nota al corredor, resulta 335 mas librado, de modo que debiendo V. dicha cantidad queda liquidado asta el ultimo centabo, desde que marcho el herm(ano) asta la fecha, y en lo sucesibo tambien era lo mismo segun baia cobrando un pico regular are la remesa, la determinacion que tomo el herm(ano) en pasar el verano en esa, es de lo mejor que apodido acer /Bta/ y me alegro de loque V. no puede figurar, este verano tenemos mui riguroso en estremo, según dicen algunos ancianos, no an visto otro higual; pues 6 meses á pasado sin llober una sola gota de Agua. Pues D. Miguel Mª, le advierto tanto a V. como al hermano que descansen, sin cuidado de ninguna especia, pues todo lo que puedo acer sobre particular, lo are con gusto y con empeño, lomismo que si estubiere el herm(ano) en esta, asieque estoi echo un picapleitos, etenido que llamar al estribo á ciertos colonos, para poder estraer el dinero, y todabía que dan algunos, de la misma calaña, que son malos vichos, el mismo dolor que me queda, es en estos dos años, que suceda una exorbitancia semejante en giros de Letras, particularm(enete) este año, pues, esto es incomprensible, los frutos del pais ban bajando partic(ularmente) el azucar; que emos llebado un chasco regular y las letras de dia en dia subiendo asiesque nadie comprende esto, sin otra cosa mas a cont(inuacion) ba la factura Una Letra 2.702 – 5 ½ Otra 2.252 – 2 Otra 1.801 – 6 ½ Otra 1.824 – 2 ½ Otra 1.869 – 3 Otra 1.855 – 7 Otra 979 – 2 ½ 13.285 – 5 Con el premio al 11% 1.461 – 3 acen un total 14.747 -00 cuia cantidad pertenece como le digo arriba parte al año pasado y demas á este año. Las Letras ban jiradas por D. José Mª Morales y C(ía) orden de V. y cargo de los Sres. Epalza é Hijos de Bilbao á 10 días vista, y cobradas que son (Bta) me ara V. el fabor de avisar en seguida para que este sin cuidado. Alegueracenaiz asco Ardi mulzu ederra duzuenean eta senticendut ondo cerengatic hilzaizquizun orida ederrenac charrenetaric ilbaciren ecenpena asco izain, orida munduco leguea, faltaric andiena itentenac guatendire biajean. Sin otro asunto con af(ecto) de costumbre atoda la familia y mande loque guste á este su amigo y antiguo Pastor que le aprecia a(fectisimo) S.S.Q.B.S.M. José Irigoyen Zozaya contesta esta carta el 24 de julio.

Carta completa de José Irigoyen a Zozaya (Archivo Zozaya) 
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SEGUNDO TESTIMONIO. 
Hay otras dos cartas de don Miguel José de Barbería y Olaizola (residente en Matanzas y administrador de Martín José Zozaya), escritas a su padre Barbería, donde le llama “Taitica”. ¿Qué puede significar “Querido Taitica” en las cartas del 16-VI, 21-VII-1824, insertas en un documento que recoge estas y otras cartas? Hablando hace no mucho con mis hijos, a uno se le escapó la expresión: “taitica”, es decir y castellanizado, “aitica”, “aita”, padre. Así pues, además del párrafo y palabra en vasco recogidas en la correspondencia de Zozaya, también figura el término "aita", padre.  

Isla de Cuba. San Juan y Martínez, en la provincia de Pinar del Río. "La Ilustración Nacional" Fotografías: el autor. El manuscrito pertenece al archivo Zozaya, y, las imágenes, a la revista "La Ilustración Nacional" durante la última guerra de Cuba. 










Isla de Cuba. Cafetal "Ermitaño", provincia de Santiago. "La Ilustración Nacional", pág. 188 
Isla de Cuba. Cafetal "La Cubana", provincia de Santiago. "La Ilustración Nacional" p. 188 

José Fermín Garralda Arizcun 
Dr. en Historia 
Pamplona (Navarra) 31-XII-2010

jueves, 23 de diciembre de 2010

"RETORNO A LA LEALTAD. EL DESAFÍO CARLISTA AL FRANQUISMO". Presentación de un nuevo libro.


UN NUEVO LIBRO. EL AUTOR, MANUEL MARTORELL: “RETORNO A LA LEALTAD. EL DESAFÍO CARLISTA AL FRANQUISMO”. ACTO DE PRESENTACIÓN EN PAMPLONA (NAVARRA). PREMIO “FUNDACION IGNACIO LARRAMENDI”.
(Portada del nuevo libro, 2010)

FUE TODO UN ÉXITO para quien contempla desde fuera el panorama presente en los ámbitos investigador y editorial. Cualquiera puede advertir que la actual investigación histórica va dejando poco a poco las cosas en su sitio, porque el trastocar primero, el silencio y ocultamiento después, y la tergiversación reciente, han creado un denso poso de ignorancia sobre el movimiento político más antiguo de Europa, que es el Carlismo.

La sala de conferencias de “Civican. Sede de Banca Cívica” de Pamplona (Avda. Pío XII)de la Comunidad Foral de Navarra (España), estaba llena de público. La presentación del libro de Manuel Martorell (1) titulado Retorno a la lealtad. El desafío carlista al franquismo, ha sido una lección magistral ansiada por un público en espera en una sala abarrotada de personas interesadas en este tema. Ya antes entre libro había sido presentado en Madrid.
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(Vista general de la sala de conferencias)
La presentación de este nuevo libro de Manuel Martorell fue organizada por el Ateneo de Pamplona, al que debemos agradecer la iniciativa. Para el representante de dicho Ateneo, decir “Carlismo” es decir afluencia de público interesado. En su día, el Ateneo organizó un ciclo sobre Carlismo, y fue tal su éxito que esta institución siempre ha estado predispuesta a cultivar tal importante tema. Para el ateneísta, el libro de Martorell continúa ese otro precioso libro de Jordi Canal, titulado Banderas blancas, boinas rojas. Una historia política del carlismo, 1876-1939 (Marcial Pons, 2006). Sin duda, la desmemoria que se puede sufrir en una época concreta se ve, tarde o temprano, compensada por el renacer de la memoria de los pueblos de mano de historiadores y de la propia sociedad. La llama no está hecha para ser guardada debajo del celemín.

Por su parte, Luis González, de la Fundación Ignacio Larramendi, que ha galardonado esta tesis doctoral con el Premio de Historia del Carlismo convocada por aquella, explicó los principios y objetivos de dicha Fundación. Una de sus direcciones de trabajo es promover la investigación sobre Carlismo, como hubiera deseado aquel político inolvidable Luís Hernando de Larramendi, escritor, jurista y, sobre todo, tribuno tradicionalista, según reza la solapa del libro de Martorell.

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El dr. Fco. Javier Caspistegui, de la Universidad de Navarra, conocido como autoridad sobre Carlismo, explicó la novedad e importancia del nuevo libro de Martorell, y lo enmarcó en la evolución historiográfica relativa al Carlismo. Según él, este libro impide que de alguna manera el general Franco gane la batalla de la memoria histórica del bando nacional, pues es habitual confundir a los carlistas con el nuevo régimen. En efecto, si los carlistas vencieron en la guerra, fueron derrotados en la posterior paz. Algunos carlistas, tras el conflicto de 1936, se plantearon escribir seriamente una historia del Carlismo, pues la escrita hasta entonces había sido redactada por los vencedores liberales, con los olvidos, desenfoques y hasta prejuicios propios del vencedor de una guerra civil. Ya era hora de salir de esta situación. Por ejemplo, tras 1939, el Padre Apalategui propuso reconstruir la sociedad desde el punto de vista tradicionalista. Román Oyarzun escribirá su Historia del Carlismo en 1939. En este libro, Oyarzun afirmaba que era necesario reescribir la memoria del Carlismo, para así corregir la falsa historia escrita por los liberales, salvo autores serios como Pirala y Buenaventura de Córdoba. Más tarde, Julián de Torresano (1963) y Melchor Ferrer (un firme corrector de Pirala) dedicaron sus esfuerzos para aportar documentos y aclarar la realidad y el significado del Carlismo en su larga historia.

En efecto, según el dr. Caspistegui, la historia del Carlismo no figura adecuadamente en los libros de historia del bachillerato, pues durante el franquismo se quiso postergar su historia. Tras utilizar a los requetés como carne de cañón, se relegó conscientemente al Carlismo al olvido. Si recuperar la memoria carlista no es exactamente la historia, en los años sesenta todavía no se había logrado dicha recuperación. El Carlismo seguía teniendo mala prensa, y era “el malo” de la película: era por entonces los años setenta y ochenta. Algo después, en los ochenta y noventa, comenzaron a aparecer estudios sobre el Carlismo que salían del ámbito propiamente carlista. Hemos llegado hasta hoy. El libro de Martorell no está escrito desde el revisionismo ni desde el partidismo.
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Tras esta brillante exposición, toma la palabra el dr. Manuel Martorell, periodista e historiador. Por oficio, su palabra y pluma son fáciles para el público. Creo que este último entendió perfectamente el significado del libro, que estaba a la venta en la mesa de entrada por el módico precio de 25 euros.

Según él, el motivo principal de este trabajo, que le ha ocupado el esfuerzo de varios años, era dar respuesta a las simplificaciones sobre el Carlismo que pueden comprobarse en la sociedad española. Por ejemplo, muchos contertulios cometen el grave error de vincular al Carlismo con el franquismo e incluso muchas veces con la Falange.

Los años que abarca el libro son los de la guerra y la difícil postguerra, omitiendo analizar el javierismo posterior a 1958. Por ejemplo, en los documentales de época, siempre que aparecía una boina roja, los guionistas ponían al lado una camisa azul.

El ponente dejó bien claro que si bien es cierto que hubo carlistas que participaron en la Unificación de Falange y Carlismo decretada por Franco en 1937, y que aún participaron en ella, sin embargo, otros muchos –la mayoría del pueblo carlista- estuvieron desde el comienzo contra la Unificación. Realmente, el Carlismo poseía una ideas centrales inalterables, pero también admitía matices diferentes en otros aspectos, así como diferentes tendencias, hasta llegar incluso a algunas escisiones siempre lamentables (añado: algunos neocatólicos tras 1876, integrismo, mellismo…).

Martorell citó dos ejemplos que recogían las primeras divisiones. Se refirió a las disensiones mantenidas entre la Junta Nacional por un lado (presidida por el regente don Javier, con el delegado Manuel Fal Conde y otros jefes) y, por otro, la Junta Central Carlista de Guerra de Navarra. He aquí dos ejemplos de tales disensiones. Primero: dicha Junta de Navarra logró que determinados organismos de la Comunión Tradicionalista dijesen el “sí” a la Unificación, mientras la Junta Nacional estaba en contra de ella. Segundo: la Junta de Navarra abortó una propuesta de canje general realizada por la Junta Nacional. Dicha propuesta se trataba del intercambio y la liberación de todos los encarcelados y rehenes. La Junta de Navarra frustró este importante acuerdo, que también fue promovido por Reino Unido y la Cruz Roja Internacional.

Según Martorell, que enseguida captó la atención del público asistente, la militancia de base carlista reconstruyó la Comunión al margen de aquellas jerarquías que habían colaborado con el régimen franquista. Los encabezaban don Javier, Fal y el resto de la Junta Nacional. Ya en la Asamblea de Insúa, estos mandos establecieron las líneas de comportamiento que no iban a seguir quienes aceptaron la Unificación. ¿Quiénes componían la militancia carlista? En primer lugar, el 90% de los voluntarios requetés, luego las margaritas, y también los muchísimos estudiantes encuadrados en la AET. Ninguno de ellos fue consultado cuando algunos de los jefes aceptaron la Unificación.

(Conocida imagen de S.A.R. don Javier de Borbón-Parma, y simpática fotografía de don Manuel Fal Conde, Jefe Delegado)

¿Qué conclusiones estableció el autor en la presentación de su interesantísimo libro, que promete al lector un buen aprendizaje?

Primera: el Decreto de Unificación fue ilegítimo, porque prescindió de las autoridades de la Comunión Tradicionalista (CT), pues la militancia carlista no fue consultada, y los adheridos a aquella rompieron la organización interna de la CT. Segunda: el período de los años cuarenta fue el de mayor enfrentamiento entre Carlismo y el régimen franquista, que culminaron en los graves sucesos de Pamplona y Valencia el 3 de diciembre de 1945, e incluso en el atentado de Begoña. Hubo muchos detenidos, hubo quienes recibían palizas (en Ciudad Real, Zaragoza, Mallorca, Zamora…), a otros se les rapaba la cabeza y se les hacía beber aceite de ricino para abandonarlos después en la calle. Tercera: en contra de lo que no se dice, la Comunión Tradicionalista plantó, antes de terminar la guerra, una estrategia para conseguir el cese del general Franco en el poder.

A continuación, Martorell expuso varias imágenes, cuyo contexto comentó con detalle. La primera, es la imagen de la portada del libro. Se trata del juramento de los Fueros por don Javier el 19-V-1937 en la Casa de Juntas de Guernica. Le toma el juramento don Fermín Erice, párroco de Esquíroz y capellán de requetés. Este acto fue un desafío al nuevo sistema político, pues se realizó justo un mes después al Decreto de Unificación del 19-IV-1937. Poco después, Franco enviaba a la guardia Civil para expulsar a don Javier de España. Otro de los asistentes al Acto que aparece en la fotografía fue apresado. (Añado de mi cosecha particular que dicho juramento no se tomó de manos de la Junta Señorial de Vizcaya, que don Javier giró posteriormente hacia el franquismo, y que en 1958 don Mauricio de Sivatte creó la Regencia, la cual en todo momento mantuvo la oposición a Franco).

La segunda imagen propuesta por Martorell era una pintura que representaba al Tercio de San Miguel ante la ciudad de Barcelona, situada a sus pies. En realidad, FET y de las JONS diseñó como estrategia que el Carlismo no tuviese intervención en la liberación de Cataluña. El objetivo era que los carlistas no hicieran lo mismo que en Vizcaya: exigir la defensa de los Fueros. Por ello, se ordenó que el Tercio de San Miguel detuviese su avance, para que fuese el falangista Yagüe quien entrase en la ciudad. Liberada la ciudad condal, los carlistas abrieron sus círculos, pero enseguida estos fueron clausurados por orden gubernamental. También fue desterrado el jefe regional carlista, que era don Mauricio de Sivatte, marqués de Vallbona. (El conferenciante no citó el nombre de dicha personalidad tan significada ya en ese momento, pues en 1958, tras madura reflexión y muchas entrevistas con don Javier, se separó de éste último). También en Barcelona, según Martorell el periódico editado con el lema Dios-Patria-Fueros-Rey, recibió la orden de suprimir dicho lema a cambio de órdenes que ensalzaban al general Franco).

(Con todo lo que escuchaba, los carlistas no me parecían unos románticos "ya idos" -seguramente porque sus principios y virtudes sobrepasan una época cultural concreta-. Es el actual público de tendencia algo "neorromántica" -y lógicamente no sólo éste-el que al parecer admira a los carlistas de ayer, ya por vivir en una sociedad materializada, ya también por el contraste de verlos postergados en la historiografía hasta fechas algo recientes. Esto es un hecho y no por ello hay que considerar a los carlistas "más altos y más guapos" según la boutade de Pan-Montojo escrita hace ya un tiempo, en 1990).
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La exposición del dr. Martorell siguió adelante. Los contenidos más significativos ya estaban dichos. En la sala se apreciaba un profundo silencio. ¿Qué puede añadir este a modo de cronista, sobre lo que se dijo y sobre el mismo acto? La presentación resultó brillante. Seguramente hubo muchos comentarios, y habrá muchas reseñas científicas y periodísticas del libro. Debemos felicitar a Manuel Martorell por su trabajo, a la Fundación Ignacio Larramendi y editorial Actas por galardonar y publicar este importante estudio (2010, 443 pp.), así como al Ateneo y a los demás intervinientes. Ahora bien, es la hora del lector. He recogido, bajo mi exclusiva responsabilidad y con ruego de que quienes son aquí nombrados tengan a bien mi colaboración, lo que dijeron los participantes en la presentación, y ahora debemos dejar paso libre al libro. Sólo cuesta 25 euros y sus hermosas cubiertas está a tono con la bella impresión y el aparato gráfico central. Por mi parte, en breve leeré el libro y así podré aportar mi parecer al respecto.

El libro consta de quince capítulos con notas a pie de página, más una relación final de los diversos archivos consultados, de las fuentes utilizada ya sean orales, o bien escritas como son los Boletines, declaraciones, folletos, octavillas, periódicos y revistas. También se añade una copiosa bibliografía general de libros y artículos.

Pamplona, 21 de diciembre de 2010
José Fermín Garralda Arizcun
Doctor en Historia

(1) Manuel Martorell ha sido entrevistado por "Diario de Navarra", y sus declaraciones figuran por extenso en la página 70 de este diario del miércoles, 22-XII-2010. Así mismo, ha publicado un estudio sobre la represión en la retaguardia de Navarra en "Los papeles de la Junta", Madrid, Rev. "Aportes. Revista de Historia Contemporánea", nº 72 (1/2010)136 pp., pág. 82-94.

Las fotografías proceden de J. F. Garralda

(Conocido cuadro al óleo de don Carlos Mª Isidro, hijo de Carlos IV, pretendiente carlista para unos y rey de Las Españas para otros con el nombre de Carlos V).

ADDENDA. Permítame el lector añadir una perspectiva o reflexión personal, que me rondó al escuchar las palabras de los intervinientes en el muy agradable Acto de presentación que comentamos.

Mi tesis es que los sectores liberales conservadores se hicieron franquistas lo mismo que antes habían sido primorriveristas, manteniendo en el fondo, y cada vez de una forma más viva incluso en las formas, su llama anticarlista o antitradicional, para triunfar después.

¿Qué ocurrió? Ocurrió que finalizada la guerra en 1939, la ideología liberal conservadora no estaba bien vista en España -ni en la Europa de los totalitarismos y la crisis parlamentaria-, mientras que el falangismo tenía más que tintes revolucionarios. Por eso, los conservadores huyeron en general del falangismo, y, no pocos se acercaron a los sectores tradicionales. Tengo una fotografía en la que don Juan, hijo de Alfonso XIII, está con la boina roja en España durante la guerra. Cunado les convenía, tomaron el prestigio de los requetés, para hacerse un hueco en "el sistema", si es que el "sistema" no era parcialmenter suyo desde 1939. Se revestirán inicialmente con ropajes tradicionales, que no eran propios, para ser admitidos en la alta política. Así, poco a poco y gracias al "despotismo ilustrado" ejercido por ellos desde que empezaron a ocupar el poder, perjudicarán al Carlismo con la excusa de aplicar ellos el Decreto de Unificación de 1937, ya sea desvirtuando los principios tradicionales (¿es que hubo una verdadera democracia orgánica?)ya persiguiendo la organización carlista que, a fuerza de ser contraria al Régimen, no pocas veces estuvo en la clandestinidad. El acercamiento de don Javier al dicho Régimen, no fue seguido por muchos carlistas, por ejemplo por don Mauricio de Sivatte en Cataluña.

Repitamos. Los liberales conservadores pudieron desplazar a los carlistas y luego a los falangistas, gracias al Decreto de Unificación de 1937,accediendo así poco a poco al poder. Lo hicieron esgrimiendo un pseudo tradicionalismo, considerado por ellos mismos -y en esas circunstancias- como el único contenido válido. Válido ya por ser "por entonces" nacional -así decían-, ya en concepto de “mal menor” –término tan querido por ellos-, y, siempre como eficaz escudo práctico frente al fascismo europeo y, después, a la crítica y al estigma que España podía incurrir tras el definitivo triunfo del parlamentarismo en la Europa posterior a 1945.

De ésta manera, los conservadores tan sólo hicieron formalmente suyos algunos elementos tradicionalistas del pueblo carlista en general –no ya sus contenidos que hubieran sido salvadores según los propios carlistas-, pueblo al que minusvaloraban –menosprecio en realidad-, al que adosaban las categorías de poco ilustrado, absolutista y polarizado en una dinastía extraña, romántico, antiguo como otra época, económicamente descapitalizado, con nulas élites organizadoras, tan sencillo como ignorante, y de mucho más corazón que inteligencia. Todo ello era más que barojiano y recogía la "leyenda negra" anticarlista del s. XIX.

Vicente Pou, ya en 1842, señalaba cómo los liberales consideraban por entonces a los carlistas. Digo por entonces y desde entonces: "Todos se han complacido en ridiculizar a Carlos V y a sus defensores bajo este concepto, prodigándoles el nombre de fanáticos, de absolutistas, de hombres aferrados a ideas rancias, enemigos de la nueva libertad y de las luces del siglo" (La España en la preente crisis... Montpeller, 1842; reeditado en Madrid, Ed. Trdere, 2010, 242 pp., pág. 130)

¿Cómo acabó la cosa? Los liberales conservadores utilizaron a su beneficio el enorme esfuerzo de los voluntarios carlistas durante la guerra, pues los alfonsinos carecieron –lógicamente-de milicias populares en 1936. Fueron sustituyendo a los carlistas en la paz, aprovecharon su heroico esfuerzo, vaciaron y tergiversaron los principios sociopolíticos del tradicionalismo para, décadas después, instaurar en las Leyes los principios del Liberalismo. El Libro Blanco del ministro franquista Villar Palasí, contenía la cnfiguración y control de la educación Primaria y Secundaria por el Estado varios años antes de 1976. Los carlistas se enfrentaron con dicha Ley de Educación. Así, es comprensible que, desde el poder político y social, los liberales conservadores difundiesen la desmemoria sobre los carlistas, sus rivales seculares. Les robaron su presencia en la paz –aunque es cierto que muchos carlistas, nada posibilistas y hombres de lealtades, se retrajeron de las instituciones-, les ningunearon la memoria de su pasado, y crearon otra memoria confundiendo al Carlismo con las alteraciones sociales y hasta con la revolución, con guerras y violencia, con el desasosiego y la impolítica, en definitiva, con un mundo antiguo y “ya ido”. Le identificaron con las guerras (siempre desgraciadas y que a nadie le gustas)pero no con los medios políticos, periodísticos, sociales y laborales que los carlistas desarrollaron con éxito tras 1876. Realmente, los liberales conservadores se aprovecharon de los grandes esfuerzos y heroísmo de los carlistas frente al comunismo en 1936. Los carlistas no cobraron por lo que hicieron (ni era su intención) mientras que los conservadores, que no se movilizaron durante la guerra, se arovecharon de ellos. Parece que siguieron el lema oportunista siguiente: "Aprovéchate primero y difama para desplazar después" a tus contrarios. El ministro Alfonso Osorio dijo en 1976, tras la conocida "trampa" de primeros de mayo: "El Carlismo huele a sangre y telarañas". ¿Algunos quisieron hacer posible esta simplista pero expresiva declaración, para anular a los carlistas a las puertas de la llamada "transición democrática"? No obstante, si tales personas desaparecieron -aún queda alguno que entonces fue ministro y que en mayo de 1976 estaba el Londres-, los carlistas siguen hoy.

Algún lector pudiera añadir desde una perspectiva política, que si los liberales conservadores hicieron fracasar una verdadera restauración de España tras 1939, y a la postre el mismo régimen franquista al que sirvieron y del que se sirvieron, después harán fracasar a España en la democracia liberal por su concepción liberal, conservadora, "malminorista" y casi sin ideas. Pero esto último es opinión para otros blogs.
Disculpe el lector lo extenso de ésta Nota.
José Fermín Garralda


domingo, 28 de noviembre de 2010

BUENOS AIRES Y LA REVOLUCIÓN DE 1810. TRADICIÓN O REVOLUCIÓN

REVOLUCIÓN Y SECESIONISMO EN EL BUENOS AIRES DE 1810 *

Este tema es complejo y espinoso, y lo asumo como tal en este ensayo histórico ante quienes vivan con fervor la Hispanidad.

¿Por qué festejar la Revolución de Mayo de 1810? Debe festejarse todo lo bueno que ha constituido a los pueblos, pero aragonés no festejará el nacimiento contra-derecho del Reino de Aragón en 1044, ni un navarro la conquista de su Reino por tropas castellanas en 1512 aunque hoy sea y se considere muy español.

Argentina no surgió en mayo de 1810, pues se formó en y como parte de la historia común de España. Juan Bautista Alberdi se equivocaba cuando identificaba a España con las cadenas y a Francia con la libertad. Dejemos su radicalismo, y hablemos sobre la revolución moderada de Buenos Aires en 1810.

(Señora principal. Sabemos que los criollos descendían de españoles, habían nacido en América, y se consideraban americanos autóctonos)


El virreinato de Río de la Plata era parte de las Españas. Tan españoles eran los criollos como los peninsulares (así decía Abad y Queypo en México en el año 1808), aunque una minoría de la élite bonaerense concibió el virreinato unido a la Real persona pero separado de España, para después romper con su Rey.

Tradicionalistas hay que para celebrar el bicentenario de 1810 presentan un cuadro cautivador de la situación, pero no un cuadro real. Al final, suponen que la independencia de España la exigía: 1) La tradición populista hispánica, es decir, los tratadistas españoles neoescolásticos de los siglos XVI y XVII con su doctrina del doble pacto y la transmisión del poder al Rey. Sabemos que eran estas y no las ideas enciclopedistas las que –salvo en minorías- predominaban en toda América. 2) La autonomía de las Indias dispuesta por el rey Carlos en 1519. 3) La independencia de Río de la Plata respecto a la Junta de Sevilla surgida frente a Napoleón hacía muy pocos años. 4) Las peculiares circunstancias de la monarquía de crisis en el Estado y Real Hacienda, crisis en la familia real, crisis por la invasión y ocupación napoleónica. 5) El absolutismo y centralismo borbónicos.

En América no existió régimen colonial sino un régimen virreinal, como en la península antes de los decretos de Nueva Planta para la Corona de Aragón en 1707-1713, y después sólo en Navarra. Carlos III tuvo la gran visión de crear el virreinato de Río de la Plata en 1776, y convirtió Buenos Aires en un gran emporio de 50.000 habitantes, separado de Méjico y Perú.

El virreinato de Río de la Plata florecía y era el más flamante de América. Su régimen político fue muy benéfico y en parte descentralizador. Un tercio de la población era criolla, nacida en América de padres españoles, y era rica, mientras que los peninsulares ocupaban la alta administración. Había pocos títulos nobiliarios, y los hacendados y la burguesía eran pujantes. La sociedad era más reformadora que innovadora, más moderada que extremista, fruto de la tendencia a conservar y del peso de la tradición hispánica. Como puerto de mar abierto al Océano, el ambiente intelectual se abría de hecho a todas las posibilidades, mezclándose las teorías tradicionales populistas hispánicas con las liberales allende de la Mar Océana.

(El virrey de Río de la Plata, el general y héroe Santiago de Liniers, que dos veces liberó Buenos Aires de los ingleses, y fue fusilado por adherirse al Consejo de Regencia de España)


Ideológicamente en la élite bonaerense hubo preliberales, otros eran tradicionales (como el resto de la población), y todos aceptaban las costumbres y mejoras materiales de su época. Unos ejemplos de esta variedad son los siguientes. El primero: Cornelio Saavedra, procurador del cabildo porteño y futuro dirigente moderado de la Revolución, en 1799 fue contrario a todos los gremios, y favorable a la libertad profesional, y a la supresión de todas las trabas y controles, para acabar con el intervencionismo estatal, pues el Estado –decían- sólo debía proteger la libertad y propiedad. El segundo se refiere al populismo tradicional (con algún lenguaje nuevo) de Blas Cabello Mayoral, cuando criticaba la autoridad desmedida del despotismo, la falta de Cortes, y pedía que los ayuntamientos eligiesen los cargos -“un monarca, (…) no es Señor absoluto de sus vasallos, y el Rey de España mucho menos”-, reclamando para “los cabildos o consejos de cada pueblo, la autoridad de celar, juzgar y sentenciar a pluralidad de votos de todo empleo civil o militar”.

Como en otras latitudes hispanoamericanas, mientras unos independentistas bonaerenses utilizaron la tradición escolástica sobre la llamada “soberanía popular”, otros se sirvieron del enciclopedismo liberal. Como dice María Saavedra Inaraja, “en uno y otro caso se apela a la doctrina jurídico-política para legitimar unas acciones que terminarían con el rompimiento definitivo de los lazos políticos que unían a la Corona española con sus reinos americanos” (Rev. “Aportes”, nº 55, 2/2004, pág. 21-34). Desde luego, entre los independentistas que se decían de inspiración escolástica, una cosa eran las palabras y su interpretación de la situación del momento, y otra muy distinta la coherencia o fidelidad a los contenidos escolásticos y a las posibilidades y fidelidad a España.

(Cortes de Cádiz en 1812, de Viniegra. Fueron el origen de la separación de los virreinatos americanos. Contra su liberalismo y centralismo reaccionaron los legitimistas de la América española como Agustín de Itúrbide, y otros como Cornelio Saavedra que optará por la secesión de Beunos Aires en 1810)


En relación con las mejoras materiales, el enorme Virreinato de Río de la Plata gozó de una gran transformación, gracias a sus buenos gobernantes, las medidas económicas y comerciales, el aumento de población incluso en las ciudades del interior, la exportación de cueros y su puerto privilegiado, las mejoras de las comunicaciones y de la organización en general.

Se conocen diferentes posturas políticas en 1810: 1) Martín de Álzaga intentó sin éxito un movimiento juntista formado por peninsulares, sin poder expulsar (1-I-1809) al virrey Santiago Liniers y Bremond -francés pero al servicio de España-, aunque en 1819 Álzaga fue secesionista. Otros juntistas admitían a criollos y peninsulares. 2) El obispo Benito Lué y Riega, el ex virrey Liniers, y el general navarro Elío, mantenían lo existente, y Pascual Ruiz Huidobro también pero deponiendo al virrey Hidalgo de Cisneros. Pensemos también el la lealtad a la Corona y a España del virrey del Perú don José Fernando Abascal y Sousa, o bien de la lealtad de don Agustín de Itúrbide. Sobre Abascal ha escrito recientemente Juan Ignacio Vargas Ezquerra con el título “Cuando no había rey en España, Abascal lo era de América” (Rev. “Aportes”, nº 55, 2/2004, pág. 10-22). 3) Cornelio Saavedra, jefe del Cuerpo militar de Patricios, era, en mayo de 1810, independentista y moderado (elección popular indirecta de los cargos, federal, descentralizador y nacional, orientación católica); 4) Manuel Belgrano quería una Regencia y luego la Monarquía, ambas independientes de España; 5) Juan José Castelli y Mariano Moreno eran independentistas, radicales o jacobinos (elección popular directa, unitarios, centralistas y porteños).

(Detalle del óleo que representa el polémico cabildo abierto bonaerense del 22-V-1810. A la derecha está Cornelio Saavedra, jefe de los militares o Patricios. Esta imagen y algunas otras están de este trabajo tomadas de la Rev. "Ahora-Información", nº 105)


Lozier Almazán (2009) afirma que “en su inmensa mayoría la población del virreinato del Río de la Plata, tanto peninsular como americana, era partidaria del régimen vigente, y estaba ajena al movimiento que se estaba tramando”. Según otros, en 1810 la población conservaba un profundo afecto a la Monarquía, mientras la emancipación contaba con muy escasa adhesión popular. Esto es muy importante.

(Detalle del retrato de Cornelio Saavedra, jefe de Patricios en Buenos Aires, que según el dr. Fernando Romero Moreno mantuvo el pensamiento tradicional junto a Chorroarín, Anchorena o Castañeda)

Saavedra no fue tan tradicionalista como algunos dicen de él desde quizás la época de Perón -Caturelli y otros-. Sus pretensiones, que parecían tradicionales, chocaron con sus procedimientos. De aspirar sólo a la autonomía, podríamos enumerar sus paradojas y contradicciones prácticas. En una sociedad conservadora como la bonaerense era fácil mantener la huella de la tradición, y si Saavedra (como en otros lugares Abad y Queypo, Hidalgo, Morelos, Itúrbide, Medina, Grela, y del Corro) podía pertenecer al populismo hispánico, también sabemos que el liberal Muñoz Torrero defendió en las Cortes de Cádiz la soberanía nacional fundamentándola –equivocadamente- en la escuela jurídica tradicional de Salamanca. Es cierto que si las ideas de la Ilustración europea no fueron el motor de arranque esencial de la Emancipación, “al menos sirvieron para concretar el carácter del movimiento independentista” (Palacio Atard). Queda soterrado en el planteamiento autonomista la confusión entre la soberanía popular, los derechos de la comunidad, y la posibilidad de defenderse por sí mismo como Buenos Aires lo hizo frente a los ingleses en 1806 y 1807. Añadamos la confusión de la terminología política, y el soslayo del funcionamiento de las instituciones políticas que, a pesar de la guerra antinapoleónica, existían a ambos lados del Océano.

Para algunos las circunstancias exigieron, con el tiempo, la ruptura con el Rey. Ahora bien, clarifican más su postura cuando afirman que tanto el trono “vacante”, como el absolutismo y centralismo borbónico, justificaban en cuanto tales la independencia. Y añade Castañeda –como del Calixto del Corro- en 1819: “la ley natural, el derecho de gentes, la política, y las circunstancias todas nos favorecen” para la independencia. Luego no sólo había circunstancias. En ellas se ocultó la emancipación, es decir, en las abdicaciones (forzadas) de Bayona, el dominio (muy precario) de la península por Napoleón, y la ausencia de Fernando VII (preso hasta 1814). Tanta insistencia de fidelidad al Rey escondía gato encerrado.

(Mariano Moreno, de ideas radicales y jacobinas, impuso el terror una vez llegado al poder en la joven Argentina. Retrato de Juan de Dios Rivera)


Además, los hechos no son exactamente como cuentan quienes aceptan la posición del independentista moderado Saavedra –o bien de Chorroarín, Anchorena o Castañeda-, como si esa fuese la aplicación del derecho tradicional hispánico.

Desde el inicio hubo un proceso revolucionario. Había crisis en España pero también en Buenos Aires, donde con el pánico todo era posible. Saavedra fue un agente clave de dicho proceso. El detonante fueron las gacetas inglesas, enviadas por Strangford, que el 14-V-1810 traían noticias de la pérdida de España. Entonces Saavedra planteó la emancipación. Quizás fue revolucionaria la deposición del virrey Sobremonte el 10-II-1807 y la elección de Santiago Liniers como virrey interino. Sin duda lo fue que el 19 de mayo Saavedra -jefe del Regimiento- rechazase su apoyo al virrey Hidalgo de Cisneros. Lo fue la manera como se realizó –y esto es muy importante- el Cabildo abierto del 22 de mayo que, además de ser sospechosamente fraudulento y en él Saavedra planteó una posición rupturista, originó la primera Junta presidida por el ex virrey Hidalgo de Cisneros, recién destituido, siendo por varios motivos falso que este último fuese el deseo de los principales vecinos de Buenos Aires. Lo fue el pronunciamiento militar del día 25, realizado por el Regimiento o Cuerpo de Patricios mandado por Saavedra. Lo fue la imposición de los nombres de la segunda Junta “por nosotros y a nombre del pueblo” (ajeno este a lo que ocurría). “¿Dónde está el pueblo?” exclamó el síndico Julián de Leiva. Lo fue la inicial ambigüedad de las palabras y tergiversación de los conceptos. ¿No implicaba una soberanía nacional implícita y la exclusividad de la voluntad popular, el convocar un Congreso “para establecer la forma de gobierno que se considere más conveniente”, según quería Saavedra? Lo fue, más tarde, el 18-XII-1810, la creación de la Junta Grande, presidida también por Saavedra, para legalizar conscientemente el pronunciamiento del 25 de mayo. Después Saavedra expulsará de la Junta a los golpistas liberales radicales -seguidores de Mariano Moreno- por su conjura del 5 y 6-IV-1811. Lo fue cuando los morenistas destituyeron a Saavedra el 23-IX-1811 y formaron el primer triunvirato; el intento de Sublevación del Regimiento de Patricios el 6 de diciembre; el pronunciamiento del coronel San Martín -inspirado por la Logia Lautaro-el 8-X-1812 formándose el segundo triunvirato, y hasta la declaración de la soberanía nacional el 31-I-1813. Muchísimas situaciones y detalles recuerdan lo ocurrido en Francia y en España entre 1808 y 1823. También lo recuerdan las sangrientas consecuencias de la guerra civil y persecución.

(Detalle del óleo que representa al general San Martín a la izquierda junto con dos de sus colaboradores. Este general, llegado de Londres, hará acto de presencia en Buenos Aires)

La Revolución de Mayo fue improvisada, inmadura y fruto del temor y caos ideológico. Ni siquiera se estableció una forma de Gobierno. Los ingleses fueron sus agentes directos: en 1806 ocuparon temporalmente Buenos Aires, fracasaron de nuevo en 1807, Beresford aconsejó apoyar a los independentistas, y Castlereagh propuso la conquista militar, adoptando -al fin- promover la secesión.

La verdadera naturaleza de mayo de 1810 se ocultó insistiendo en la fidelidad a Fernando VII en todos los documentos oficiales, pero excluyendo la fidelidad a España como si esta fuese una monarquía patrimonial y los virreinatos no fuesen parte de ella. Todo indica que la Revolución se encubrió utilizando el nombre del Rey. Saavedra mantuvo la autoridad real el 1-I-1809 frente al juntero Álzaga porque –dice en sus Memorias- “aún no es tiempo” para la independencia: “dejen ustedes que las brevas maduren y entonces las comeremos”. Y añade: “Por política fue preciso cubrirla a la Junta con el manto del Señor Fernando VII”. Se adivinaba la farsa. Saavedra no pudo -en el supuesto de querer- nadar entre dos aguas dando a las palabras y a los hechos diferentes significados, además que los liberales le consideraban indispensable por ser el jefe del Regimiento. Todos los integrantes de la Junta presidida por Saavedra (salvo Alberti alegando ser sacerdote) firmaron el fusilamiento-inmolación de ex virrey y héroe Santiago Liniers y sus compañeros el 26-VIII-1810, por su fallida contrarrevolución iniciada en Córdoba.

(Detalle que representa el famoso Congreso de Tucumán de 1816, en Argentina, que proclamó la independencia de las Provincias Unidas del antiguo virreinato de Río de la Plata)

Las primeras Juntas (no digo gobiernos) no fueron un acto de fidelidad al Rey, y menos fidelidad heroica. Existía otra manera de retomar la tradición política hispana frente a unos Gobiernos absolutistas que se habían alejado de ella, como mostraron el Reino de Navarra resistiéndose al absolutismo, los realistas renovadores peninsulares, y después el Carlismo. Tras olvidar que Río de la Plata era parte de España, y tras amalgamar deseos ocultos con ideas tradicionales e innovadoras, se cayó en la impaciencia e improvisación, se ignoró las instituciones existentes, y se relegó al rey para luego negarle. Durante largas y sangrientas décadas, la minoría emancipadora, ajena y contraria inicialmente al pueblo bonaerense, no pudo llenar el vacío y evitar la desolación.

José Fermín Garralda Arizcun
Dr. en Historia por la Universidad de Navarra
(Pamplona, 28-XI-2010)

(El general Pablo Morillo, enviado a América para combatir el secesionismo. En 1815 cosechó un gran éxito, apoyado en su ejército de 10.000 hombres, 16 buques de guerra y algunos otros transportes, así como en la población y fuerzas españolas "indígenas" o americanas pero fieles a España. Sin embargo, Río de la Plata conservó su independencia desde 1810)






* Artículo publicado, con algunas modificaciones, en “Las independencias americanas”, Madrid, Rev. “Ahora-Información”, nº 105 (julio-agosto 2010), 47 pp., pág. 18-20. Cubiertas e ilustraciones a todo color. Pedidos a c/ Zurbano 71 , oficina 3, 28010, Madrid (España). Tel.-Fax 913994438


ADDENDA. A continuación, añadimos los títulos de cuatro libros publicados recientemente por jóvenes editoriales, que se suman a los muchos editados hasta ahora. Estos títulos -entre otros- suponen una novedad historiográfica de un gran interés, pues revalorizan la aportación de los ámericanos fieles a la Corona española y, lo que es igual, su fidelidad a España.


(Libro de José Manuel González, La 'cueca larga' de los Pincheira. Una montonera realista en la Independencia sudamericana, Buenos Aires, Nueva Hispanidad, 2009, 175 pp.)




(Luis Corsi Otálora, Los realistas criollos. Por Dios, la Patria y el Rey, Buenos Aires, Nueva Hispanidad, 2009, 140 pp.)




(Luis Corsi Otálora, Bolívar: la fuerza del desarraigo, Buenos Aires, Nueva Hispanidad, 2005, 151 pp.)




(Luis Corsi Otálora, ¡Viva el rei" Los negros en la Independencia, Buenos Aires, Ediciones de la Academia, 2006, 99pp.)

José Fermín Garralda Arizcun

domingo, 14 de noviembre de 2010

"VIVA CUBA LIBRE" EN 1898

“VIVA CUBA LIBRE” EN 1898

“Viva Cuba libre”. Así finalizó Don José María Aznar al recibir este año, en España, a 35 ex presos políticos cubanos, y al denunciar tanto que la libertad y dignidad “se sometan a subasta” en la isla, como el oportunismo de sus dirigentes comunistas.

El “Viva Cuba libre” de Aznar NO recuerda al Grito de Yara de 1867, ni al Grito de Baire del 24-II-1895, que iniciaron las revoluciones cubanas. En efecto, el “Viva Cuba libre” podía ser también el grito de los españoles -peninsulares arraigados o bien de los nativos- contrarios a la secesión cubana de España y al dominio yankee; por otra parte, la presencia de España en Cuba no tiene relación alguna con el comunismo que hoy día sufren los cubanos. Según fuentes de Internet, cierta persona ha promovido desde Miami la reincorporación de Cuba a España como comunidad autónoma. Valga esto como mirada motivadora sobre el difícil presente, aunque realmente esta colaboración es de historia.

En el s. XIX Cuba y Puerto Rico prosperaban. Crecieron mucho demográfica y económicamente. Se convirtieron en centros exportadores de café y azúcar. Mecanizaron los procesos de producción (molinos de caña impulsados por vapor) a pesar de la mano de obra esclava, importada ilegalmente con la complicidad de algunas autoridades españolas. Mejoraban las comunicaciones. Los ingenios prosperaban. Sin embargo, debido a la política fiscal del Gobierno liberal español y al funcionamiento de la administración pública, algunos hacendados favorecieron varias intentonas secesionistas.

Si el Imperio español (aunque no existiese corona "Imperial")se fue transformando en colonia al perder su sentido de misión, la presencia española en Cuba, el protectorado yankee posterior a 1902, y la actual opresión comunista, nada tienen que ver entre sí.


(Foto: detalle catográfico del centro de la bellísima isla de Cuba, procedente de la carta marina que perteneció al famoso arqueólogo naval y marino, don Carlos Etayo Elizondo (Navarra), recordado como constructor y capitán de los barcos del Descubrimiento: "La Niña II", el "Olatrane de Sanlúcar" y "La Niña III", con la cual realizó en 1992 el periplo del Descubrimiento del 12-X-1492).

Desplazadas Inglaterra y Francia, los EE.UU. fracasaron en su intento de comprar Cuba y Puerto Rico a España en 1843, 1854, 1869 y 1896. Por eso, los yankees siempre apoyaron abiertamente la causa separatista cubana, y en 1898 declararon la guerra a España contra todo derecho. En 1895, el Secretario de Estado de EE.UU. (Richard Olney) decía al gobierno británico: “Hoy, los Estados Unidos son, en realidad, soberanos en este continente y sus órdenes son leyes para aquellos que se encuentran dentro de sus límites” (Bailey) Poco después, a raíz de la Enmienda Platt (1902), obtuvieron el protectorado sobre la isla, lo que suponía la aplicación del “América para los americanos” (los EE.UU.) formulada por la Doctrina Monroe en 1823. Ahora, los yankees tienen Puerto Rico como Estado asociado, se dice que bloquean económicamente a Cuba, y colonizan toda Hispanoamérica.

La convulsión de Europa y América durante el siglo XIX afectó a los movimientos revolucionarios en Cuba, desde el promovido por Nicolás Morales en Bayamo hasta el de 1895. En 1912 población de color se sublevará de nuevo. Aparecerán círculos políticos disconformes con el régimen español, que confundirán a España con el régimen liberal, centralista, uniformador e intervencionista, como también ocurrió con Sabino Arana y Prat de la Riba. Así mismo, se desarrolló en Cuba un movimiento antiesclavista, mientras ciertas autoridades y hacendados violaban el tratado firmado entre España e Inglaterra en 1835 para acabar con la trata de negros. Los esclavos entraban legalmente en EE.UU. e ilegalmente en Cuba donde hubo rebeliones de la población negra.

(En la foto, "La Gaceta de la Habana", nº 94, jueves 22-IV-1897, en plena guerra siendo Valeriano Weyler general en jefe)

Tras 1859 el gobernador Fco. Serrano originó un gran cambio, pues rebajó el despotismo administrativo a mero centralismo, y alentó con éxito un deseo reformista en Cuba. Antes de 1868 y ante el liberal unionista O’Donnell, José Antonio Saco y Domingo del Monte solicitaron para Cuba la representación en Cortes, acabar con la trata de esclavos y simplificar la administración pública. En paralelo, continuaron las campañas independentistas, estimuladas por la creación del impuesto directo sobre las rentas y utilidades. Así estalló la guerra Larga de los Diez Años (1868-1878) promovida por EE.UU. Finalizada esta, el Convenio de Zanjón (1878) prometía una autonomía mientras la Guerra Chiquita mantenía pequeños conflictos hasta 1879.

(En la foto: Palacio -Jaureguia- de Echeniquea. Cabo de Armería -Dorretxea- en el Barrio de Iñarbil, Errazu, Valle de Baztán en Navarra. Propiedad de los Zozaya (procedentes de Aranaz, villa de dicho Valle) por entronque familiar, entre 1772 y 1985. Se reformó en el s. XVIII aunque el palacio es de siglos anteriores. La dama descendiente de Echeniquea aportó el título y el palacio, y los Zozaya aportaron el mayorazgo en Cuba, tres fincas en la Gran Antilla, y unos elevados ingresos)

Un archivo privado conserva la correspondencia que varios administradores en Cuba enviaron al hacendado navarro don Miguel María Zozaya e Irigoyen (Errazu –Valle de Baztán- y Pamplona), y luego a su hijo Pedro Zozaya y Maritorena. Son 97 cartas privadas de Javier Peralta entre 1894 y 1907, más otras anteriores del diputado Joaquín Calbeton y de Emilio F. Presas de Morales, residentes todos en Matanzas. Las haciendas del mayorazgo y familia de Zozaya se denominaban "Soledad", "Nueva Bermeja" y "Mulato".

Los independentistas retrocedían posiciones y los autonomistas progresaban con esperanzas, sobre todo por las reformas políticas posteriores a 1881 y la autonomía decretada en febrero de 1897. La isla se recuperó y experimentó un gran auge, a pesar del enchufismo necesario en los Tribunales de Justicia (carta, 2-X-1894).
Presas de Morales escribía: “El pais esta sumamente emocionado con las reformas politicas planteadas” (29-VI-1893). “Aquí se ocupa mucho el Pais de política y es voz general que se aceptan con mucho gusto las reformas propuestas por el Sr. Maura. Tiene algunos opositores; pero son los menos” (8-VII-1893). Este entusiasmo respondía a una necesidad: las reformas “deben ser ley, cuando antes, pues el pais, excepcion hecha de una fraccion del partido constitucional, las expresa con ansia para restablecer la calma y asegurar la paz moral. Sinó vienen, Dios sabrá lo que pueda pasar” (8-IX-1893).

(Fotografía inédita de Don Miguel María Zozaya e Irigoyen, Errazu - Pamplona. De este político navarro del s. XIX, que fue diputado a Cortes y más tarde a la Diputación Foral, no se ha publicado, hasta ahora, imagen personal alguna)

El centralismo liberal no aprovechó la ocasión. Cuba sufrió el hundimiento del precio del azúcar y las finanzas a partir de 1893. La miseria y el hambre sustituyó a la opulencia. Los braceros y jornaleros quedaron en el paro y sin pan, de modo que –decía Peralta- “se irán con el primero que se lo prometa” (10-IV y 8-IX-1895). Ante la esperanza social por las reformas autonómicas anunciadas, los independentistas se adelantaron aprovechando la crisis económica y la consiguiente anarquía social.

Los líderes Máximo Gómez, Maceo y Martí (muerto nada más llegar a la isla), iniciarán la guerra en 1895, sabiendo que “los yankis continuarán favoreciendo de todos modos á los insurrectos” (29-III-1896), pues los EE.UU. eran -según Peralta- los “principales sostenedores de la insurreccion y causa de todos nuestros males” (18-V-1898). La reacción española fue firme y contó con el apoyo de muchos isleños. Hubo una penosa guerra civil. A finales de 1895, a los 126.000 soldados se les sumaban 60.000 voluntarios pro españoles.

No se debe magnificar la división de la población entre “el elemento del país” y los de origen peninsular, identificados como “los españoles”. Estos últimos estaban muy arraigados en Cuba, eran cubanos a la vez que los nativos, y ocupaban la administración, pudiendo regresar a la península (9-X-1898 y siguientes). Decía Peralta: “el elemento del pais en su gran mayoria nos es hostil y no cesa de conspirar (…) Estan muy exaltados y pocos son los cubanos que nó crean en su próxima independencia” (8-IX-1895 y 9-X-1898), por “el apoyo que prestan en todo á la insurreccion los naturales del país” (19-I-1896), y “con su espionaje que hasta las piedras son espías de ellos, y es muy difícil rodearlos” (6-XI-1895). Martínez Campos necesitaba “dar un gran golpe, para recobrar su prestigio y la confianza del pueblo español y del ejército, que la tiene perdida por completo (…) Los españoles estamos con las armas en la mano dispuestos a ir adonde nos manden; pero nada se hace ni se dispone” (9-I-1896). Ante los fracasos pacificadores del general, “se unieron los tres partidos políticos (en La Habana) y convinieron en que el pueblo en masa hiciese una gran manifestación de adhesión á España” (29-XII-1895). Fijémonos en ese “el pueblo en masa”, es decir, todos, fuesen o no de origen peninsular. En otra ocasión se mencionaba la desconfianza en dicho general “de todos los espíritus españoles” (19-I-1896), excluyendo de estos a los independentistas.

(Foto: Don Pedro Zozaya Maritorena, hijo del anterior y que, al parecer, discrepaba de sus ideas políticas)

El flamante general Arsenio Martínez Campos perdió la guerra. Valeriano Weyler, que le sucedió y actuaba como decidido y hábil militar, casi la ganó dividiendo la isla en trochas, para retener y desalojar a los insurrectos de ellas de una en una. Con él, “el espíritu español se ha rehecho” (29-I-1896). Según otra carta, para el 29-VIII-1897 “la insurrección está(ba) aplastada”. Si lo estaba en Occidente, a mediados de 1897 la situación española mejoró mucho en el resto de la isla. Además, la amplia autonomía concedida en febrero de 1897 –aunque a posteriori se vio que ya era tarde-, se implantó a comienzos de 1898, lo que “es creencia general que al fin, nos traerá la paz, aunque no venga de manera honrosa que deseamos los españoles (…) aun los mas intransigentes la aceptarán de cualquier modo que venga” (8-I-1898). A pesar de todo, llegó la trágica hora de los EE.UU.

El político liberal fusionista Práxedes Mateo Sagasta, que era masón, dio alas a los insurrectos. Ello no era nuevo, pues los "progresistas" también se las dieron en 1868. Es más, los fusionistas sustituyeron al eficaz Weyler por el general Blanco. Muy oportunos. Además, los EE.UU. declararon la guerra a España con el pretexto de la explosión del acorazado yankee “Maine” en La Habana, del que España –según una Comisión investigadora- no fue responsable y "nada tuvo que ver". Sin embargo, en EE.UU. la prensa amarilla agitó la guerra triunfal, hasta el punto que el Gobierno de la joven República yankee decía que era inadmisible que se prolongase la guerra hispano-cubana siendo así que, en realidad, lo que los yankees hacían era alimentar la insurrección. Como les interesaba la isla, declararon la guerra contra todo Derecho. Si hundieron la flota del valiente y disciplinado almirante Cervera, las tropas del general Shafter estuvieron a punto de retirarse ante la heroica resistencia del coronel Vara del Rey en "el Caney" y de otros en "Loma de San Juan". En Cuba, los militares españoles consideraron la paz como una traición cometida por sus políticos. Peralta escribía a Zozaya: “Somos 150 mil hombres armados, que si hubiera habido prevision para aprovisionarlos, se hubieran reido de los yankees y del bloqueo. Pero, estaria decretado por la Providencia, y quizás sea un bien para la Nacion que se pierda esto, porque era su ruina y su cementerio, y unas cuantas docenas de pillos lo explotaban nada mas”” (15-VIII-1898). “¡Pobre España! ¡A que duro trance la han conducido sus gobernantes!” (9-X-1898)

(Foto: Copiador de cartas escrito por don Miguel María Zozaya, con entrada del 7-VIII-1894)

Aunque la peculiar naturaleza del Imperio español fue desapareciendo tras 1713, y sobre todo en el XIX España rebajó su concepción americana, no trató a Cuba como una mera colonia, pues esta tendrá representantes en Cortes y al fin una amplia autonomía. Sin embargo, mejor hubiera sido el puntual cumplimiento de la promesa de autogobierno del Convenio de Zanjón (1898), aunque propiamente lo hispano y político era reconocer derechos propios (Fueros) a Cuba, como los carlistas aspiraban en toda España. Los errores del liberalismo provocaron la pérdida de las Antillas.
Tras la paz de París en 1898, la Enmienda Platt de 1902 convirtió a Cuba en un verdadero protectorado yankee como “garantía” de su independencia.

Pasará el tiempo. Cuba se desarrollará pero dependiendo de los USA. Ya se sabe cómo en 1959 Fidel Castro accedió al poder, y que en 1962 estalló la crisis de los misiles nucleares comunistas en un contexto de Guerra Fría y expansión del comunismo internacional. El “no somos comunistas” de Fidel Castro en Nueva York en abril de 1959 fue una máscara. Pero, de nuevo, esta colaboración se sale de la historia y llega a la actualidad, siempre imprevisible.

(Foto: Copiador manuscrito de Pedro Zozaya, con entrada del 9-III-1908 escrita de su puño y letra. Continúa el copiador de cartas iniciado por su padre)

Pero dejemos la Historia y entremos brevemente en el ensayo, como tal fundado pero opinable. El “Viva Cuba libre” –así lo considero- era un clamor propiamente del tradicionalismo foral español, esto es, de la Hispanidad, de la unidad en la variedad y la diversidad en la unidad, y de los derechos comunitarios e intransferibles o anteriores al poder civil supremo, identificado con la Corona de España. El centralismo, uniformismo y secularización de los siglos XVIII y XIX trocaron y confundieron la misión e imagen de España. "Viva Cuba libre" no es elclamor más adecuado para justificar las revoluciones de 1868 y 1893 contra la mal llamada colonización española (pues España civilizó más que colonizó aunque los liberales trataron a Cuba más como una colonia), es decir, para expresar el secesionismo independentista que al final llevó a Cuba a la invasión y protectorado yankee. Poco se ha hablado del acto de fuerza y contra-derecho de la acuación yankee en las Antillas y Filipinas. Tampoco es el más adecuado para justificar la dictadura castrista del proletariado que parece estar en sus últimas bocanadas. El "Viva Cuba libre" es impropio del neocolonialismo implícito en la actual la globalización económica y el materialismo imperante. El "Viva Cuba libre" es un clamor que tiene su expresión adecuada en la Hispanidad, en el respeto, defensa y promoción del hombre concreto y de sus comunidades naturales, y en esa gran civilización hispánica a la que siempre perteneció la "perla del Caribe".

JOSÉ FERMÍN GARRALDA ARIZCUN
(Pamplona, 18-XI-2010)

Publicado sin imágenes en la Revista "Ahora-Información" (Madrid), nº 105 (VII-VIII-2010)45 pp.

Fuentes documentales inéditas: Archivo particular de la familia Zozaya y su mayorazgo en Cuba (Pamplona). Referencia: el autor.
Todas las fotografías son inéditas y realizadas por el autor.

(Pliego de cuentas anuales de la hacienda "El Mulato", situada en Matanzas, presentadas por Javier de Peralta -corredor de comercio- a don Pedro Zozaya, el 31-XII-1905)

(Pliego de cuentas de la hacienda "Nueva Bermeja", en Matanzas, del administrador Javier de Peralta a don Pedro Zozaya)

(Carta manuscrita de Javier Peralta a don Miguel Mª Zozaya)

sábado, 6 de noviembre de 2010

Independencias americanas y Américas hispánicas. MONOGRÁFICO.


INDEPENDENCIAS, HISPANIDAD Y LIBERTADES (*)


Revista “Ahora-Información” (Madrid), nº 105 (VII-VIII 2010), 47 pp.

1. “200 años (de las) independencias iberoamericanas”. Así se expresa un cartel anunciador de ese complejo acontecimiento de tan gran proyección histórica que fue la independencia de los virreinatos de España en América. Este año recordamos su 200 aniversario.

2. Con este motivo, la revista bimensual “Ahora - información”, editada en España y con una definida línea editorial, ha dedicado un número monográfico, de seria divulgación histórica, sobre “Las Independencias americanas” (nº 105, 2010) (1). Todos los autores de este monográfico hablan de Hispanoamérica, la América hispánica o española, con su densa historia e importantísima labor civilizadora de 300 años, mantenida durante los posteriores 200 años a partir de las independencias, y todavía hoy vigente con fuerza.

Apreciar esta última dimensión temporal, de profundo calado histórico y configurativo, exigía el análisis del antes, en y después. Máxime si advertimos que las Independencias conllevaron una dura y cruenta guerra civil, provocada por agentes de las nuevas ideas revolucionarias (eso sí, planteadas con diferentes aplicaciones) y por otros arrastrados a fuerza de unas circunstancias tales como la ruina de España provocada por Napoleón. No hablamos de una guerra de España contra sus “colonias”, sino de una guerra civil entre los ya mencionados y los hispanoamericanos fieles a España y a una Corona que fue el agente principal, junto con la Iglesia católica, de la civilización del Nuevo Mundo.

3. Entender las independencias de las Américas o de cada uno de los virreinatos respecto de la Corona de las Españas -incluido el último de Río de la Plata-, exigía una mirada retrospectiva, es decir, un enfoque histórico y de seria divulgación. Esto no impide que algunas exposiciones tengan la naturaleza de ensayo, referido a aspectos vividos por el hombre actual, continuando así los planteamientos de la revista próximos al ciudadano medio de hoy.

¿Qué diferencias se observan entre la América de los siglos XVI y XVII y las innovaciones del XVIII? ¿Qué perfiles se muestran siglos antes de aquella Independencia soñada por ilustres criollos y, sobre todo, por algunas potencias europeas como Inglaterra, en los albores del s. XIX? Desde luego, era preciso explicar el nuevo contexto ideológico, político y económico de quienes provocaron dichos movimientos y la exacerbación y persistencia independentista ¿Y las consecuencias de este enorme acontecimiento histórico de las independencias, de proyección casi planetaria, que sin duda se prolongan hasta la actualidad? En relación con la actualidad, ¿qué decir del actual continente americano, inestable y hasta desquiciado, colonizado ideológicamente por el liberalismo y el socialismo occidentales? Delicadas preguntas pero con interesantes respuestas.

4. Especifiquemos más los contenidos de esta monografía, cuyos autores proceden de ambos lados del Atlántico. Quince artículos de similar extensión, suficiente para indicar -en apretada síntesis- las diversas tesis ya históricas ya de ensayo de los autores, tesis complementarias en general a pesar de las discrepancias entre dos autores por lo que respecta a la Revolución en Buenos Aires de 1810.

Sus contenidos recogen la primera labor cristianizadora del siglo XVI, y analizan la institucionalización de la labor evangelizadora de los pueblos americanos, y civilizadora de grandes espacios, por parte de la Iglesia y la Corona de España en América. Se identifica a los enemigos seculares de la Cristiandad y la Corona española -su abanderada- agitados por la difamadora, fantástica y grosera Leyenda Negra. Y se analiza la desviación peninsular del siglo XVIII en manos del centralismo, uniformismo y el regalismo carolinos, es decir, las innovaciones racionalizadoras y uniformistas (racionalistas) promovidas por algunos importantes ministros peninsulares de finales de dicho siglo.

Continuemos. Los movimientos independentistas se enmarcan en las innovaciones del siglo XVIII en España, la dramática guerra frente a Napoleón –el revolucionario y ladrón de Europa- , y la naciente constitución revolucionaria de 1812. En 1810, habría que hablar de la activa vivencia hispanoamericana más que de la mera huella española, alterada aquella por minorías de criollos liberales, y las posibles alternativas frente a Napoleón.

Varios ensayos –como tales de factura menos académica- analizan algunos perfiles de la independencia americana, para corregir los habituales clichés. A continuación, dos artículos académicos debaten sobre la Revolución de mayo de 1810 ocurrida en Buenos Aires, donde se dan cita las diferentes perspectivas del dr. Fernando Romero Moreno (Universidades Nacional de Rosario y Austral, Argentina) y quien esto suscribe. La reacción realista en el Sur del Perú (1814-1825), es colaboración del profesor César Félix Sánchez Martínez (Universidad Católica San Pablo de Arequipa, Perú). Llegados a este punto, digamos que en relación con el comportamiento de parte de la población americana favorable a España y la Corona española, se echa en falta la colaboración del profesor Luis Corsi Otárola (Colombia), y su síntesis sobre Bolívar, los realistas criollos y la población negra. No en vano, el cura Manuel de Santa Cruz marchó de misionero al sur de Colombia, la región de Pasto, que era muy realista al modo de su Guipúzcoa natal, y en la que en esta misma época fue obispo San Ezequiel Moreno y Díaz, firme defensor de la civilización cristiana frente al liberalismo. En contraste –sigamos- con la civilización hispánica o tradicional, Javier I. López Ureña analiza por extenso el liberalismo como una de las causas principales de las independencias.

Más inquietantes son las exposiciones sobre el actual saqueo de América (José Cayón, Buenos Aires) y las posibilidades geopolíticas actuales de un vasto y esperanzador bloque hispanoamericano (E. Trento, Buenos Aires). En efecto, en una revista de actualidad no todo iba a ser exposición histórica, pues América puede reencontrarse a sí misma y el ciudadano y lector medio tiene sus exigencias.

Más desconocidas para el gran público pueden ser las Notas históricas de Carlos Ibáñez sobre la presencia de Carlos VII en América. Este número monográfico lo cierra un trabajo del que esto suscribe, sobre la correspondencia privada del hacendado Miguel María Zozaya e Irigoyen con sus administradores durante las guerras civil de Cuba (1893-1898) y yankee en 1898 (2).

5. Terminemos con una consideración de ensayo. De vincular el hecho de las independencias americanas del s. XIX, con lo mucho que pervive de las Américas hispánicas, hasta el punto de que americanos y españoles sólo nos reconocemos en la unidad (también el europeísmo es antiespañol cuando niega esto), brilla con fuerza una unión religiosa, espiritual y cultural… que puede configurar una nueva vinculación geopolítica que exprese completamente qué sea la Hispanidad cantada por Rubén Darío, Ramiro de Maeztu, Zacarías Vizcarra y tantos otros autores. Esto, o bien tendremos unos pueblos independizados pero no reconciliados consigo mismos, víctimas de su propia ruptura interior… pueblos que, ya en estas circunstancias, fueron una presa fácil de la colonización anglosajona de Inglaterra y después de los EE.UU., o bien, ya en la actualidad, han quedado subordinados –sometidos quizás- a las ideologías liberales y socialistas de las universidades y políticos del Occidente. Esta es una manera de separarse de sus orígenes y raíces, y de perder su originariedad y originalidad creativa, propia del mundo hispano.

6. El monográfico que comentamos está bellamente impreso, con tintas a todo color, y supone una divulgación de un gran tema, efectuada por profesores universitarios de ambos lados del Atlántico o bien por atentos estudiosos de este puntual tema (3).

José Fermín Garralda Arizcun
(Pamplona - Navarra)


* Un texto abreviado ha sido publicado con el título "Independencias americanas frente a Hispanidad", en la Revista "Siempre P' alante" (Pamplona) nº 640, 16-XI-2010, pág. 14



(1) No es ésta la primera vez que la revista “Ahora- información” ha ofrecido monográficos de disciplina histórica. En su día, diversos autores analizaron quienes fueron los “Cristeros. Cruzados (mejicanos) del siglo XX” (nº 34, 1998), qué ocurrió en “La Vandée, el corazón de la Cristiandad” (nº 40, 1999), la desconocida realidad de “El otro Gaudí” (nº 58, 2002), la guerra de la Independencia bajo el amplio título de “1808-2008. En guerra contra la Revolución” (nº 93, 2008), el magisterio del filósofo, teólogo y pensador “Francisco Canals Vidal” (nº 96, 2009), y la persona y labor militar y política de don Carlos VII en “Memoria española, Venecia y Trieste” nº 99 (2009) con motivo del centenario de su fallecimiento. En otros números de la revista, que nació en 1994 y se encuentra en el número 105 de su vida editorial, hay frecuentes artículos de historia, ya de divulgación ya de investigación. La impresión de todos los números es en papel couché, acompañan abundantes imágenes, y destacan unas bellas portada y contraportada a todo color. La extensión habitual de la revista es de 39 páginas, salvo el presente nº 105 que tiene 47 pp. JFG

(2) Archivo familiar del autor: familia Zozaya (Errazu, Valle de Baztán, Navarra).

(3) Pedidos: “Ahora información”, calle Zurbano, nº 71, oficina 3, 28010 Madrid – España. Tel. y Fax 913994438