viernes, 17 de junio de 2016

El Reino milenario de Navarra a comienzos de la "modernidad"

UNOS QUINIENTOS AÑOS DESPUÉS
La situación del Reino de Navarra antes de 1512.
Encuentro con la historia. 

ANTEAYER –el 15 de junio- , se analizó el tránsito de la llamada  Edad Media a la Edad Moderna en el Reino de Navarra. Por lo visto, siguen las conmemoraciones. Estamos en 2016. Así, en marzo de 1516 Juan de Albret quiso recuperar el Reino, al igual que lo intentó en octubre de 1512. En ambos casos fracasó.
En la conferencia no se trató directamente las fechas de 1512, 1513 o 1515, en las que Navarra fue conquistada por las tropas del duque de Alba, previa división de los propios navarros, para  -así resultó al final- incorporarse a la Corona de Castilla en las Cortes de Pamplona de 1513 y en las de Burgos de 1515. Recordemos que esta incorporación fue jurídicamente libre y eqüe-principal, entre iguales, dejando Navarra de ser Reino independiente para estar dentro de la Corona de Castilla –mejor dicho, Fernando el católico entregó el Reino a su hija Juana y su descendencia- pero conservando el Reino POR SÍ.
La tesis de la conferencia impartida por el dr. Álvaro Adot Lerga en el salón de Actos del Archivo General y Real de Navarra el 15 de junio, fue que Navarra era un reino en paz y estabilidad política antes de la conquista de Fernando el Católico de 1512. Hace unos años dicho autor escribió: Navarra, julio de 1512. Una conquista injustificada, Pamiela, 2012.
El conferenciante expuso ante el nutrido público asistente y apoyado en el power point, una realidad olvidada –según él- por un sector de la historiografía, como es la situación del Reino de Navarra antes de 1512. Situación que según él era lisonjera. Navarra no era un Reino en decadencia, ni en conflicto, ni sus reyes eran perezosos y olvidadizos de sus obligaciones. 

Salón de Actos del Archivo General y Real de Navarra. Foto: JFG2016
Según mis notas,  el profesor Adot afirmó lo siguiente. 
1º Los reyes de Navarra, Juan III de Albret y Catalina, mantenían el Reino en paz en el año 1512. En una carta de Fernando el Católico, éste decía: “Los reyes de Navarra tenían en paz y obediencia el dicho su reino, que antes había muy grandes tiempos que siempre estaba en guerra” (julio de 1512). Este texto fue el frontispicio de la intervención así como su colofón. Para ello los reyes navarros habrían logrado controlar a las facciones nobiliarias de agramonteses y beaumonteses.

2º Cuando Navarra comenzó su alborada en la llamada modernidad, sus reyes reformaron el Consejo Real en 1494, al igual que otros Reinos de Europa (mejor diremos la Cristiandad). Dicho Consejo era tribunal de Justicia, asesoraba a los reyes, abarcaba amplios aspectos de la vida, y tenía facultades gubernativas, como ya demostró Salcedo Izu en su libro de  1964.

3º Juan y Catalina pusieron también las bases de un crecimiento económico, por lo que se interesaron por las ferias, concedieron privilegios a los comerciantes, a la vez que se se establecía el libre comercio con la Corona de Castilla.

4º Tras el tratado internacional entre Navarra y Castilla en 1506, el rey de Castilla se comprometía a no intervenir en los asuntos navarros. No obstante, al fallecer Felipe I el Hermoso, esposo de la reina Juana -“la Loca”- de Castilla, un sector de la nobleza castellana propuso meter en Castilla, es decir, dar el gobierno de Castilla, al rey de Navarra (Jerónimo Zurita, cronista de la Corona de Aragón, 1548-1580).

5º En 1507 ocurrió una desgracia. Fue la pequeña revuelta de don Luis de Beaumont, conde de Lerín, contra su rey. Este condado estaba en la merindad de Estella. Los restantes beaumonteses no se sumaron a la revuelta, mostrándose en ese momento afines a sus reyes. Por otra parte, en dicho condado de Lerín había vasallos que no querían a don Luis. El ponente dijo ignorar los motivos de esta rebelión, alegando o suponiendo no obstante que don Luis buscaba nuevos territorios. Como muestra de la dificultad e inestabilidad de la época, en 1507 el rey encargará al señor de Góngora sofocar la sublevación de don Luis, siendo precisamente el de Góngora quien hizo de cabeza de los beaumonteses tras 1512. Como conclusión, en ese momento en Navarra gozaba de paz y normalidad política. (Añadamos nosotros que, según Floristán Imízcoz, con posterioridad a la revuelta de 1507, don Fernando instigó a don Luis para “trabajar de tomar por furto alguna cosa buena, si pudiese” de su patrimonio perdido, prometiendo que él le ayudaría. En 1512 don Luis acompañará al duque de Alba en la toma y rendición de Pamplona, para así recuperar sus señoríos de los que fue despojado en 1507).

6º Otro indicio del comienzo de la Edad Moderna, fue la aparición de embajadores fijos en uno u otro Reino. Por ejemplo, don Salvador de Berrio fue embajador ante Maximiliano de Austria después de 1507. Tras 1512 los embajadores de Navarra desaparecieron, sin contar –además-  Fernando el Católico con los navarros para otras embajadas.

7º Por último, según el ponente, la reina Catalina generó una dinastía propiamente navarra, en el sentido de que residía en localidades navarras, y la mayor parte de sus hijos nacieron y fueron educados en Navarra.

El balance final es claro: los reyes Juan y Catalina iniciaron un importante proceso de reformas, sin que en Navarra se pudiese hablar de crisis social, económica, política e institucional. Así, la guerra de 1512 no se debió a la mala gestión del rey de Navarra, ni a las hambrunas, sino a los deseos de poder de ciertos nobles y de Fernando el Católico, maquiavélico al 200% -se dijo con evidente exageración-. Esto corre parejas con el hecho  que, según los de la época, don Fernando hacía las cosas de forma extraña y vaga. Ya en 1507 don Fernando quiso apoderarse de Navarra, según el profesor Lacarra. En realidad, y por su parte, las facciones nobiliarias denominadas agramonteses y beaumonteses querían acaparar al máximo el poder en tierras y cargos, luchando ambas por lo mismo.

El público atento ante la explicación con soporte cartográfico. Foto: JFG2016
¿Qué podemos aportar a esta interesante conferencia? Más que conferencia demostrativa, se trató de una charla, de una exposición clara, sencilla y adaptada al público. De ahí que faltase argumentación, que pudiera ofrecerse en un sentido diferente al dado por el conferenciante. Ello es así por lo mismo que la narración de Carlos Clavería sobre la conquista, a la que Loperena Rota se refiere en 1984, no resulta académica. Fue una exposición de tesis, que giró en torno a la citada frase del rey Fernando, que ni es prueba definitiva ni tiene necesariamente el alcance otorgado por el ponente, aunque sirva muy bien como recurso didáctico y de oratoria.
No es que Fernando fuese eminentemente maquiavélico, sino que tuvo que conjugar ciertas intenciones ocasionales o recurrentes con la evolución en parte no buscada de los hechos. En una época de grandes tensiones, los hechos hablaban por si solos, y dan más luz que pensar en  un plan fernandino preestablecido.
Fue llamativo el hecho que el auditorio mostró mucho más interés por la conquista y por cómo reaccionaron los navarros desde 1512, que por el tema central de la charla relativa a la bonancible situación anterior del reino. Esta situación no tenía tanto significado en el marco general como el otorgado por el profesor Adot; la prueba es que las modificaciones iniciadas por don Juan y Catalina en el Reino pirenaico no fueron tan importantes. Raro hubiera sido que los reyes navarros, legítimos y de una dinastía reciente de origen francés,  se quedasen al margen de su época, en la que alboreaba el llamado “Estado moderno”, cuyo centro se fija en la  subordinación de la nobleza feudal al monarca, transformándose así en nobleza de gobierno –no ya cortesana-. Y esto sin duda no lo lograron. Tampoco tenía por qué ser así. Desde luego, en la agitación europea de ese momento, la cancillería de Navarra fue muy activa para mantener el equilibrio del pequeño Reino entre las potencias. Entre Castilla-Aragón y Francia, la neutralidad era imposible, y el Tratado de Blois del 18-VII-1512, adoleció de inoportunidad e incoherencia por parte navarra.

Torres de San Cernin y de los PP. Dominicos, vistas desde el Archivo.
Ese día y hora. Foto: JFG2016
Al parecer, el ponente orientó en última instancia su exposición a la conquista de 1512. Desde los documentos me distancio del ponente, pues creo que Fernando de Aragón reorientó el paso de sus tropas por Navarra en su campaña contra Francia, y, resultándose fácil la ocupación del Reino, se planteó quedarse en él. El conflicto era más de la alta nobleza y las élites urbanas que de la población en general. Dice Floristán Imízcoz que, en primavera de 1512, don Fernando: “Pretendería ocupar algunas plazas o retener una parte de Navarra para negociar luego el restablecimiento del protectorado y probablemente no soñaba con ceñir su corona. La rapidez y facilidad con que el duque de Alba ocupó Pamplona le animarían a completar la conquista y a apropiarse del trono” (2010). No parece que Fernando tuviese un objetivo claro desde el inicio, sino que poco a poco fue ampliando sus objetivos (Floristán, La monarquía española y el gobierno del Reino de Navarra, 1512-1808, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1991, 313 pp.).
En su primer manifiesto de Burgos del 30-VII y 4-VIII-1512,  don Fernando se consideró depositario de la autoridad legítima del Reino o bien su lugarteniente –“depositario de la corona y reino de Navarra”-. Sin embargo, en su segundo manifiesto de Burgos de finales de agosto de 1512, y ante los de Pamplona, se considera públicamente rey de Navarra por derecho de conquista. En las Cortes de Navarra en Pamplona abiertas el 13-III-1513 y en la de Burgos del 7-VII-1515, se le denomina Alteza, aunque las Cortes de Pamplona del 23-III-1513 aceptaron a don Fernando como “Rey nuestro, é natural Señor de todo este Reyno de Navarra”, y en ellas se reunieron beaumonteses –que no eran “genéticamente procastellanos”- pero también agramonteses. Desde entonces Fernando actuó como “rey de Navarra”.

Inscripción de un texto de las Leyes de Cortes del Reino en el monumento a los Fueros en Pamplona. Foto: JFG2016
Yo insistirá en la naturaleza pactista de la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla, y que Navarra mantuvo su naturaleza de Reino POR SI.. No se trataba de una anexión territorial, pues Fernando no dio Navarra a Castilla, sino a la reina Juana y sus herederos.
Esperamos a la mesa redonda a celebrar el 29 de junio, en la que asistirán los profesores Adot, Monteano, Ostolaza y Usunáriz.

José Fermín Garralda Arizcun
Dr. en Historia

Pamplona, 17-VI-2016
Imágenes propiedad del autor: JFG2016