domingo, 28 de noviembre de 2010

BUENOS AIRES Y LA REVOLUCIÓN DE 1810. TRADICIÓN O REVOLUCIÓN

REVOLUCIÓN Y SECESIONISMO EN EL BUENOS AIRES DE 1810 *

Este tema es complejo y espinoso, y lo asumo como tal en este ensayo histórico ante quienes vivan con fervor la Hispanidad.

¿Por qué festejar la Revolución de Mayo de 1810? Debe festejarse todo lo bueno que ha constituido a los pueblos, pero aragonés no festejará el nacimiento contra-derecho del Reino de Aragón en 1044, ni un navarro la conquista de su Reino por tropas castellanas en 1512 aunque hoy sea y se considere muy español.

Argentina no surgió en mayo de 1810, pues se formó en y como parte de la historia común de España. Juan Bautista Alberdi se equivocaba cuando identificaba a España con las cadenas y a Francia con la libertad. Dejemos su radicalismo, y hablemos sobre la revolución moderada de Buenos Aires en 1810.

(Señora principal. Sabemos que los criollos descendían de españoles, habían nacido en América, y se consideraban americanos autóctonos)


El virreinato de Río de la Plata era parte de las Españas. Tan españoles eran los criollos como los peninsulares (así decía Abad y Queypo en México en el año 1808), aunque una minoría de la élite bonaerense concibió el virreinato unido a la Real persona pero separado de España, para después romper con su Rey.

Tradicionalistas hay que para celebrar el bicentenario de 1810 presentan un cuadro cautivador de la situación, pero no un cuadro real. Al final, suponen que la independencia de España la exigía: 1) La tradición populista hispánica, es decir, los tratadistas españoles neoescolásticos de los siglos XVI y XVII con su doctrina del doble pacto y la transmisión del poder al Rey. Sabemos que eran estas y no las ideas enciclopedistas las que –salvo en minorías- predominaban en toda América. 2) La autonomía de las Indias dispuesta por el rey Carlos en 1519. 3) La independencia de Río de la Plata respecto a la Junta de Sevilla surgida frente a Napoleón hacía muy pocos años. 4) Las peculiares circunstancias de la monarquía de crisis en el Estado y Real Hacienda, crisis en la familia real, crisis por la invasión y ocupación napoleónica. 5) El absolutismo y centralismo borbónicos.

En América no existió régimen colonial sino un régimen virreinal, como en la península antes de los decretos de Nueva Planta para la Corona de Aragón en 1707-1713, y después sólo en Navarra. Carlos III tuvo la gran visión de crear el virreinato de Río de la Plata en 1776, y convirtió Buenos Aires en un gran emporio de 50.000 habitantes, separado de Méjico y Perú.

El virreinato de Río de la Plata florecía y era el más flamante de América. Su régimen político fue muy benéfico y en parte descentralizador. Un tercio de la población era criolla, nacida en América de padres españoles, y era rica, mientras que los peninsulares ocupaban la alta administración. Había pocos títulos nobiliarios, y los hacendados y la burguesía eran pujantes. La sociedad era más reformadora que innovadora, más moderada que extremista, fruto de la tendencia a conservar y del peso de la tradición hispánica. Como puerto de mar abierto al Océano, el ambiente intelectual se abría de hecho a todas las posibilidades, mezclándose las teorías tradicionales populistas hispánicas con las liberales allende de la Mar Océana.

(El virrey de Río de la Plata, el general y héroe Santiago de Liniers, que dos veces liberó Buenos Aires de los ingleses, y fue fusilado por adherirse al Consejo de Regencia de España)


Ideológicamente en la élite bonaerense hubo preliberales, otros eran tradicionales (como el resto de la población), y todos aceptaban las costumbres y mejoras materiales de su época. Unos ejemplos de esta variedad son los siguientes. El primero: Cornelio Saavedra, procurador del cabildo porteño y futuro dirigente moderado de la Revolución, en 1799 fue contrario a todos los gremios, y favorable a la libertad profesional, y a la supresión de todas las trabas y controles, para acabar con el intervencionismo estatal, pues el Estado –decían- sólo debía proteger la libertad y propiedad. El segundo se refiere al populismo tradicional (con algún lenguaje nuevo) de Blas Cabello Mayoral, cuando criticaba la autoridad desmedida del despotismo, la falta de Cortes, y pedía que los ayuntamientos eligiesen los cargos -“un monarca, (…) no es Señor absoluto de sus vasallos, y el Rey de España mucho menos”-, reclamando para “los cabildos o consejos de cada pueblo, la autoridad de celar, juzgar y sentenciar a pluralidad de votos de todo empleo civil o militar”.

Como en otras latitudes hispanoamericanas, mientras unos independentistas bonaerenses utilizaron la tradición escolástica sobre la llamada “soberanía popular”, otros se sirvieron del enciclopedismo liberal. Como dice María Saavedra Inaraja, “en uno y otro caso se apela a la doctrina jurídico-política para legitimar unas acciones que terminarían con el rompimiento definitivo de los lazos políticos que unían a la Corona española con sus reinos americanos” (Rev. “Aportes”, nº 55, 2/2004, pág. 21-34). Desde luego, entre los independentistas que se decían de inspiración escolástica, una cosa eran las palabras y su interpretación de la situación del momento, y otra muy distinta la coherencia o fidelidad a los contenidos escolásticos y a las posibilidades y fidelidad a España.

(Cortes de Cádiz en 1812, de Viniegra. Fueron el origen de la separación de los virreinatos americanos. Contra su liberalismo y centralismo reaccionaron los legitimistas de la América española como Agustín de Itúrbide, y otros como Cornelio Saavedra que optará por la secesión de Beunos Aires en 1810)


En relación con las mejoras materiales, el enorme Virreinato de Río de la Plata gozó de una gran transformación, gracias a sus buenos gobernantes, las medidas económicas y comerciales, el aumento de población incluso en las ciudades del interior, la exportación de cueros y su puerto privilegiado, las mejoras de las comunicaciones y de la organización en general.

Se conocen diferentes posturas políticas en 1810: 1) Martín de Álzaga intentó sin éxito un movimiento juntista formado por peninsulares, sin poder expulsar (1-I-1809) al virrey Santiago Liniers y Bremond -francés pero al servicio de España-, aunque en 1819 Álzaga fue secesionista. Otros juntistas admitían a criollos y peninsulares. 2) El obispo Benito Lué y Riega, el ex virrey Liniers, y el general navarro Elío, mantenían lo existente, y Pascual Ruiz Huidobro también pero deponiendo al virrey Hidalgo de Cisneros. Pensemos también el la lealtad a la Corona y a España del virrey del Perú don José Fernando Abascal y Sousa, o bien de la lealtad de don Agustín de Itúrbide. Sobre Abascal ha escrito recientemente Juan Ignacio Vargas Ezquerra con el título “Cuando no había rey en España, Abascal lo era de América” (Rev. “Aportes”, nº 55, 2/2004, pág. 10-22). 3) Cornelio Saavedra, jefe del Cuerpo militar de Patricios, era, en mayo de 1810, independentista y moderado (elección popular indirecta de los cargos, federal, descentralizador y nacional, orientación católica); 4) Manuel Belgrano quería una Regencia y luego la Monarquía, ambas independientes de España; 5) Juan José Castelli y Mariano Moreno eran independentistas, radicales o jacobinos (elección popular directa, unitarios, centralistas y porteños).

(Detalle del óleo que representa el polémico cabildo abierto bonaerense del 22-V-1810. A la derecha está Cornelio Saavedra, jefe de los militares o Patricios. Esta imagen y algunas otras están de este trabajo tomadas de la Rev. "Ahora-Información", nº 105)


Lozier Almazán (2009) afirma que “en su inmensa mayoría la población del virreinato del Río de la Plata, tanto peninsular como americana, era partidaria del régimen vigente, y estaba ajena al movimiento que se estaba tramando”. Según otros, en 1810 la población conservaba un profundo afecto a la Monarquía, mientras la emancipación contaba con muy escasa adhesión popular. Esto es muy importante.

(Detalle del retrato de Cornelio Saavedra, jefe de Patricios en Buenos Aires, que según el dr. Fernando Romero Moreno mantuvo el pensamiento tradicional junto a Chorroarín, Anchorena o Castañeda)

Saavedra no fue tan tradicionalista como algunos dicen de él desde quizás la época de Perón -Caturelli y otros-. Sus pretensiones, que parecían tradicionales, chocaron con sus procedimientos. De aspirar sólo a la autonomía, podríamos enumerar sus paradojas y contradicciones prácticas. En una sociedad conservadora como la bonaerense era fácil mantener la huella de la tradición, y si Saavedra (como en otros lugares Abad y Queypo, Hidalgo, Morelos, Itúrbide, Medina, Grela, y del Corro) podía pertenecer al populismo hispánico, también sabemos que el liberal Muñoz Torrero defendió en las Cortes de Cádiz la soberanía nacional fundamentándola –equivocadamente- en la escuela jurídica tradicional de Salamanca. Es cierto que si las ideas de la Ilustración europea no fueron el motor de arranque esencial de la Emancipación, “al menos sirvieron para concretar el carácter del movimiento independentista” (Palacio Atard). Queda soterrado en el planteamiento autonomista la confusión entre la soberanía popular, los derechos de la comunidad, y la posibilidad de defenderse por sí mismo como Buenos Aires lo hizo frente a los ingleses en 1806 y 1807. Añadamos la confusión de la terminología política, y el soslayo del funcionamiento de las instituciones políticas que, a pesar de la guerra antinapoleónica, existían a ambos lados del Océano.

Para algunos las circunstancias exigieron, con el tiempo, la ruptura con el Rey. Ahora bien, clarifican más su postura cuando afirman que tanto el trono “vacante”, como el absolutismo y centralismo borbónico, justificaban en cuanto tales la independencia. Y añade Castañeda –como del Calixto del Corro- en 1819: “la ley natural, el derecho de gentes, la política, y las circunstancias todas nos favorecen” para la independencia. Luego no sólo había circunstancias. En ellas se ocultó la emancipación, es decir, en las abdicaciones (forzadas) de Bayona, el dominio (muy precario) de la península por Napoleón, y la ausencia de Fernando VII (preso hasta 1814). Tanta insistencia de fidelidad al Rey escondía gato encerrado.

(Mariano Moreno, de ideas radicales y jacobinas, impuso el terror una vez llegado al poder en la joven Argentina. Retrato de Juan de Dios Rivera)


Además, los hechos no son exactamente como cuentan quienes aceptan la posición del independentista moderado Saavedra –o bien de Chorroarín, Anchorena o Castañeda-, como si esa fuese la aplicación del derecho tradicional hispánico.

Desde el inicio hubo un proceso revolucionario. Había crisis en España pero también en Buenos Aires, donde con el pánico todo era posible. Saavedra fue un agente clave de dicho proceso. El detonante fueron las gacetas inglesas, enviadas por Strangford, que el 14-V-1810 traían noticias de la pérdida de España. Entonces Saavedra planteó la emancipación. Quizás fue revolucionaria la deposición del virrey Sobremonte el 10-II-1807 y la elección de Santiago Liniers como virrey interino. Sin duda lo fue que el 19 de mayo Saavedra -jefe del Regimiento- rechazase su apoyo al virrey Hidalgo de Cisneros. Lo fue la manera como se realizó –y esto es muy importante- el Cabildo abierto del 22 de mayo que, además de ser sospechosamente fraudulento y en él Saavedra planteó una posición rupturista, originó la primera Junta presidida por el ex virrey Hidalgo de Cisneros, recién destituido, siendo por varios motivos falso que este último fuese el deseo de los principales vecinos de Buenos Aires. Lo fue el pronunciamiento militar del día 25, realizado por el Regimiento o Cuerpo de Patricios mandado por Saavedra. Lo fue la imposición de los nombres de la segunda Junta “por nosotros y a nombre del pueblo” (ajeno este a lo que ocurría). “¿Dónde está el pueblo?” exclamó el síndico Julián de Leiva. Lo fue la inicial ambigüedad de las palabras y tergiversación de los conceptos. ¿No implicaba una soberanía nacional implícita y la exclusividad de la voluntad popular, el convocar un Congreso “para establecer la forma de gobierno que se considere más conveniente”, según quería Saavedra? Lo fue, más tarde, el 18-XII-1810, la creación de la Junta Grande, presidida también por Saavedra, para legalizar conscientemente el pronunciamiento del 25 de mayo. Después Saavedra expulsará de la Junta a los golpistas liberales radicales -seguidores de Mariano Moreno- por su conjura del 5 y 6-IV-1811. Lo fue cuando los morenistas destituyeron a Saavedra el 23-IX-1811 y formaron el primer triunvirato; el intento de Sublevación del Regimiento de Patricios el 6 de diciembre; el pronunciamiento del coronel San Martín -inspirado por la Logia Lautaro-el 8-X-1812 formándose el segundo triunvirato, y hasta la declaración de la soberanía nacional el 31-I-1813. Muchísimas situaciones y detalles recuerdan lo ocurrido en Francia y en España entre 1808 y 1823. También lo recuerdan las sangrientas consecuencias de la guerra civil y persecución.

(Detalle del óleo que representa al general San Martín a la izquierda junto con dos de sus colaboradores. Este general, llegado de Londres, hará acto de presencia en Buenos Aires)

La Revolución de Mayo fue improvisada, inmadura y fruto del temor y caos ideológico. Ni siquiera se estableció una forma de Gobierno. Los ingleses fueron sus agentes directos: en 1806 ocuparon temporalmente Buenos Aires, fracasaron de nuevo en 1807, Beresford aconsejó apoyar a los independentistas, y Castlereagh propuso la conquista militar, adoptando -al fin- promover la secesión.

La verdadera naturaleza de mayo de 1810 se ocultó insistiendo en la fidelidad a Fernando VII en todos los documentos oficiales, pero excluyendo la fidelidad a España como si esta fuese una monarquía patrimonial y los virreinatos no fuesen parte de ella. Todo indica que la Revolución se encubrió utilizando el nombre del Rey. Saavedra mantuvo la autoridad real el 1-I-1809 frente al juntero Álzaga porque –dice en sus Memorias- “aún no es tiempo” para la independencia: “dejen ustedes que las brevas maduren y entonces las comeremos”. Y añade: “Por política fue preciso cubrirla a la Junta con el manto del Señor Fernando VII”. Se adivinaba la farsa. Saavedra no pudo -en el supuesto de querer- nadar entre dos aguas dando a las palabras y a los hechos diferentes significados, además que los liberales le consideraban indispensable por ser el jefe del Regimiento. Todos los integrantes de la Junta presidida por Saavedra (salvo Alberti alegando ser sacerdote) firmaron el fusilamiento-inmolación de ex virrey y héroe Santiago Liniers y sus compañeros el 26-VIII-1810, por su fallida contrarrevolución iniciada en Córdoba.

(Detalle que representa el famoso Congreso de Tucumán de 1816, en Argentina, que proclamó la independencia de las Provincias Unidas del antiguo virreinato de Río de la Plata)

Las primeras Juntas (no digo gobiernos) no fueron un acto de fidelidad al Rey, y menos fidelidad heroica. Existía otra manera de retomar la tradición política hispana frente a unos Gobiernos absolutistas que se habían alejado de ella, como mostraron el Reino de Navarra resistiéndose al absolutismo, los realistas renovadores peninsulares, y después el Carlismo. Tras olvidar que Río de la Plata era parte de España, y tras amalgamar deseos ocultos con ideas tradicionales e innovadoras, se cayó en la impaciencia e improvisación, se ignoró las instituciones existentes, y se relegó al rey para luego negarle. Durante largas y sangrientas décadas, la minoría emancipadora, ajena y contraria inicialmente al pueblo bonaerense, no pudo llenar el vacío y evitar la desolación.

José Fermín Garralda Arizcun
Dr. en Historia por la Universidad de Navarra
(Pamplona, 28-XI-2010)

(El general Pablo Morillo, enviado a América para combatir el secesionismo. En 1815 cosechó un gran éxito, apoyado en su ejército de 10.000 hombres, 16 buques de guerra y algunos otros transportes, así como en la población y fuerzas españolas "indígenas" o americanas pero fieles a España. Sin embargo, Río de la Plata conservó su independencia desde 1810)






* Artículo publicado, con algunas modificaciones, en “Las independencias americanas”, Madrid, Rev. “Ahora-Información”, nº 105 (julio-agosto 2010), 47 pp., pág. 18-20. Cubiertas e ilustraciones a todo color. Pedidos a c/ Zurbano 71 , oficina 3, 28010, Madrid (España). Tel.-Fax 913994438


ADDENDA. A continuación, añadimos los títulos de cuatro libros publicados recientemente por jóvenes editoriales, que se suman a los muchos editados hasta ahora. Estos títulos -entre otros- suponen una novedad historiográfica de un gran interés, pues revalorizan la aportación de los ámericanos fieles a la Corona española y, lo que es igual, su fidelidad a España.


(Libro de José Manuel González, La 'cueca larga' de los Pincheira. Una montonera realista en la Independencia sudamericana, Buenos Aires, Nueva Hispanidad, 2009, 175 pp.)




(Luis Corsi Otálora, Los realistas criollos. Por Dios, la Patria y el Rey, Buenos Aires, Nueva Hispanidad, 2009, 140 pp.)




(Luis Corsi Otálora, Bolívar: la fuerza del desarraigo, Buenos Aires, Nueva Hispanidad, 2005, 151 pp.)




(Luis Corsi Otálora, ¡Viva el rei" Los negros en la Independencia, Buenos Aires, Ediciones de la Academia, 2006, 99pp.)

José Fermín Garralda Arizcun

domingo, 14 de noviembre de 2010

"VIVA CUBA LIBRE" EN 1898

“VIVA CUBA LIBRE” EN 1898

“Viva Cuba libre”. Así finalizó Don José María Aznar al recibir este año, en España, a 35 ex presos políticos cubanos, y al denunciar tanto que la libertad y dignidad “se sometan a subasta” en la isla, como el oportunismo de sus dirigentes comunistas.

El “Viva Cuba libre” de Aznar NO recuerda al Grito de Yara de 1867, ni al Grito de Baire del 24-II-1895, que iniciaron las revoluciones cubanas. En efecto, el “Viva Cuba libre” podía ser también el grito de los españoles -peninsulares arraigados o bien de los nativos- contrarios a la secesión cubana de España y al dominio yankee; por otra parte, la presencia de España en Cuba no tiene relación alguna con el comunismo que hoy día sufren los cubanos. Según fuentes de Internet, cierta persona ha promovido desde Miami la reincorporación de Cuba a España como comunidad autónoma. Valga esto como mirada motivadora sobre el difícil presente, aunque realmente esta colaboración es de historia.

En el s. XIX Cuba y Puerto Rico prosperaban. Crecieron mucho demográfica y económicamente. Se convirtieron en centros exportadores de café y azúcar. Mecanizaron los procesos de producción (molinos de caña impulsados por vapor) a pesar de la mano de obra esclava, importada ilegalmente con la complicidad de algunas autoridades españolas. Mejoraban las comunicaciones. Los ingenios prosperaban. Sin embargo, debido a la política fiscal del Gobierno liberal español y al funcionamiento de la administración pública, algunos hacendados favorecieron varias intentonas secesionistas.

Si el Imperio español (aunque no existiese corona "Imperial")se fue transformando en colonia al perder su sentido de misión, la presencia española en Cuba, el protectorado yankee posterior a 1902, y la actual opresión comunista, nada tienen que ver entre sí.


(Foto: detalle catográfico del centro de la bellísima isla de Cuba, procedente de la carta marina que perteneció al famoso arqueólogo naval y marino, don Carlos Etayo Elizondo (Navarra), recordado como constructor y capitán de los barcos del Descubrimiento: "La Niña II", el "Olatrane de Sanlúcar" y "La Niña III", con la cual realizó en 1992 el periplo del Descubrimiento del 12-X-1492).

Desplazadas Inglaterra y Francia, los EE.UU. fracasaron en su intento de comprar Cuba y Puerto Rico a España en 1843, 1854, 1869 y 1896. Por eso, los yankees siempre apoyaron abiertamente la causa separatista cubana, y en 1898 declararon la guerra a España contra todo derecho. En 1895, el Secretario de Estado de EE.UU. (Richard Olney) decía al gobierno británico: “Hoy, los Estados Unidos son, en realidad, soberanos en este continente y sus órdenes son leyes para aquellos que se encuentran dentro de sus límites” (Bailey) Poco después, a raíz de la Enmienda Platt (1902), obtuvieron el protectorado sobre la isla, lo que suponía la aplicación del “América para los americanos” (los EE.UU.) formulada por la Doctrina Monroe en 1823. Ahora, los yankees tienen Puerto Rico como Estado asociado, se dice que bloquean económicamente a Cuba, y colonizan toda Hispanoamérica.

La convulsión de Europa y América durante el siglo XIX afectó a los movimientos revolucionarios en Cuba, desde el promovido por Nicolás Morales en Bayamo hasta el de 1895. En 1912 población de color se sublevará de nuevo. Aparecerán círculos políticos disconformes con el régimen español, que confundirán a España con el régimen liberal, centralista, uniformador e intervencionista, como también ocurrió con Sabino Arana y Prat de la Riba. Así mismo, se desarrolló en Cuba un movimiento antiesclavista, mientras ciertas autoridades y hacendados violaban el tratado firmado entre España e Inglaterra en 1835 para acabar con la trata de negros. Los esclavos entraban legalmente en EE.UU. e ilegalmente en Cuba donde hubo rebeliones de la población negra.

(En la foto, "La Gaceta de la Habana", nº 94, jueves 22-IV-1897, en plena guerra siendo Valeriano Weyler general en jefe)

Tras 1859 el gobernador Fco. Serrano originó un gran cambio, pues rebajó el despotismo administrativo a mero centralismo, y alentó con éxito un deseo reformista en Cuba. Antes de 1868 y ante el liberal unionista O’Donnell, José Antonio Saco y Domingo del Monte solicitaron para Cuba la representación en Cortes, acabar con la trata de esclavos y simplificar la administración pública. En paralelo, continuaron las campañas independentistas, estimuladas por la creación del impuesto directo sobre las rentas y utilidades. Así estalló la guerra Larga de los Diez Años (1868-1878) promovida por EE.UU. Finalizada esta, el Convenio de Zanjón (1878) prometía una autonomía mientras la Guerra Chiquita mantenía pequeños conflictos hasta 1879.

(En la foto: Palacio -Jaureguia- de Echeniquea. Cabo de Armería -Dorretxea- en el Barrio de Iñarbil, Errazu, Valle de Baztán en Navarra. Propiedad de los Zozaya (procedentes de Aranaz, villa de dicho Valle) por entronque familiar, entre 1772 y 1985. Se reformó en el s. XVIII aunque el palacio es de siglos anteriores. La dama descendiente de Echeniquea aportó el título y el palacio, y los Zozaya aportaron el mayorazgo en Cuba, tres fincas en la Gran Antilla, y unos elevados ingresos)

Un archivo privado conserva la correspondencia que varios administradores en Cuba enviaron al hacendado navarro don Miguel María Zozaya e Irigoyen (Errazu –Valle de Baztán- y Pamplona), y luego a su hijo Pedro Zozaya y Maritorena. Son 97 cartas privadas de Javier Peralta entre 1894 y 1907, más otras anteriores del diputado Joaquín Calbeton y de Emilio F. Presas de Morales, residentes todos en Matanzas. Las haciendas del mayorazgo y familia de Zozaya se denominaban "Soledad", "Nueva Bermeja" y "Mulato".

Los independentistas retrocedían posiciones y los autonomistas progresaban con esperanzas, sobre todo por las reformas políticas posteriores a 1881 y la autonomía decretada en febrero de 1897. La isla se recuperó y experimentó un gran auge, a pesar del enchufismo necesario en los Tribunales de Justicia (carta, 2-X-1894).
Presas de Morales escribía: “El pais esta sumamente emocionado con las reformas politicas planteadas” (29-VI-1893). “Aquí se ocupa mucho el Pais de política y es voz general que se aceptan con mucho gusto las reformas propuestas por el Sr. Maura. Tiene algunos opositores; pero son los menos” (8-VII-1893). Este entusiasmo respondía a una necesidad: las reformas “deben ser ley, cuando antes, pues el pais, excepcion hecha de una fraccion del partido constitucional, las expresa con ansia para restablecer la calma y asegurar la paz moral. Sinó vienen, Dios sabrá lo que pueda pasar” (8-IX-1893).

(Fotografía inédita de Don Miguel María Zozaya e Irigoyen, Errazu - Pamplona. De este político navarro del s. XIX, que fue diputado a Cortes y más tarde a la Diputación Foral, no se ha publicado, hasta ahora, imagen personal alguna)

El centralismo liberal no aprovechó la ocasión. Cuba sufrió el hundimiento del precio del azúcar y las finanzas a partir de 1893. La miseria y el hambre sustituyó a la opulencia. Los braceros y jornaleros quedaron en el paro y sin pan, de modo que –decía Peralta- “se irán con el primero que se lo prometa” (10-IV y 8-IX-1895). Ante la esperanza social por las reformas autonómicas anunciadas, los independentistas se adelantaron aprovechando la crisis económica y la consiguiente anarquía social.

Los líderes Máximo Gómez, Maceo y Martí (muerto nada más llegar a la isla), iniciarán la guerra en 1895, sabiendo que “los yankis continuarán favoreciendo de todos modos á los insurrectos” (29-III-1896), pues los EE.UU. eran -según Peralta- los “principales sostenedores de la insurreccion y causa de todos nuestros males” (18-V-1898). La reacción española fue firme y contó con el apoyo de muchos isleños. Hubo una penosa guerra civil. A finales de 1895, a los 126.000 soldados se les sumaban 60.000 voluntarios pro españoles.

No se debe magnificar la división de la población entre “el elemento del país” y los de origen peninsular, identificados como “los españoles”. Estos últimos estaban muy arraigados en Cuba, eran cubanos a la vez que los nativos, y ocupaban la administración, pudiendo regresar a la península (9-X-1898 y siguientes). Decía Peralta: “el elemento del pais en su gran mayoria nos es hostil y no cesa de conspirar (…) Estan muy exaltados y pocos son los cubanos que nó crean en su próxima independencia” (8-IX-1895 y 9-X-1898), por “el apoyo que prestan en todo á la insurreccion los naturales del país” (19-I-1896), y “con su espionaje que hasta las piedras son espías de ellos, y es muy difícil rodearlos” (6-XI-1895). Martínez Campos necesitaba “dar un gran golpe, para recobrar su prestigio y la confianza del pueblo español y del ejército, que la tiene perdida por completo (…) Los españoles estamos con las armas en la mano dispuestos a ir adonde nos manden; pero nada se hace ni se dispone” (9-I-1896). Ante los fracasos pacificadores del general, “se unieron los tres partidos políticos (en La Habana) y convinieron en que el pueblo en masa hiciese una gran manifestación de adhesión á España” (29-XII-1895). Fijémonos en ese “el pueblo en masa”, es decir, todos, fuesen o no de origen peninsular. En otra ocasión se mencionaba la desconfianza en dicho general “de todos los espíritus españoles” (19-I-1896), excluyendo de estos a los independentistas.

(Foto: Don Pedro Zozaya Maritorena, hijo del anterior y que, al parecer, discrepaba de sus ideas políticas)

El flamante general Arsenio Martínez Campos perdió la guerra. Valeriano Weyler, que le sucedió y actuaba como decidido y hábil militar, casi la ganó dividiendo la isla en trochas, para retener y desalojar a los insurrectos de ellas de una en una. Con él, “el espíritu español se ha rehecho” (29-I-1896). Según otra carta, para el 29-VIII-1897 “la insurrección está(ba) aplastada”. Si lo estaba en Occidente, a mediados de 1897 la situación española mejoró mucho en el resto de la isla. Además, la amplia autonomía concedida en febrero de 1897 –aunque a posteriori se vio que ya era tarde-, se implantó a comienzos de 1898, lo que “es creencia general que al fin, nos traerá la paz, aunque no venga de manera honrosa que deseamos los españoles (…) aun los mas intransigentes la aceptarán de cualquier modo que venga” (8-I-1898). A pesar de todo, llegó la trágica hora de los EE.UU.

El político liberal fusionista Práxedes Mateo Sagasta, que era masón, dio alas a los insurrectos. Ello no era nuevo, pues los "progresistas" también se las dieron en 1868. Es más, los fusionistas sustituyeron al eficaz Weyler por el general Blanco. Muy oportunos. Además, los EE.UU. declararon la guerra a España con el pretexto de la explosión del acorazado yankee “Maine” en La Habana, del que España –según una Comisión investigadora- no fue responsable y "nada tuvo que ver". Sin embargo, en EE.UU. la prensa amarilla agitó la guerra triunfal, hasta el punto que el Gobierno de la joven República yankee decía que era inadmisible que se prolongase la guerra hispano-cubana siendo así que, en realidad, lo que los yankees hacían era alimentar la insurrección. Como les interesaba la isla, declararon la guerra contra todo Derecho. Si hundieron la flota del valiente y disciplinado almirante Cervera, las tropas del general Shafter estuvieron a punto de retirarse ante la heroica resistencia del coronel Vara del Rey en "el Caney" y de otros en "Loma de San Juan". En Cuba, los militares españoles consideraron la paz como una traición cometida por sus políticos. Peralta escribía a Zozaya: “Somos 150 mil hombres armados, que si hubiera habido prevision para aprovisionarlos, se hubieran reido de los yankees y del bloqueo. Pero, estaria decretado por la Providencia, y quizás sea un bien para la Nacion que se pierda esto, porque era su ruina y su cementerio, y unas cuantas docenas de pillos lo explotaban nada mas”” (15-VIII-1898). “¡Pobre España! ¡A que duro trance la han conducido sus gobernantes!” (9-X-1898)

(Foto: Copiador de cartas escrito por don Miguel María Zozaya, con entrada del 7-VIII-1894)

Aunque la peculiar naturaleza del Imperio español fue desapareciendo tras 1713, y sobre todo en el XIX España rebajó su concepción americana, no trató a Cuba como una mera colonia, pues esta tendrá representantes en Cortes y al fin una amplia autonomía. Sin embargo, mejor hubiera sido el puntual cumplimiento de la promesa de autogobierno del Convenio de Zanjón (1898), aunque propiamente lo hispano y político era reconocer derechos propios (Fueros) a Cuba, como los carlistas aspiraban en toda España. Los errores del liberalismo provocaron la pérdida de las Antillas.
Tras la paz de París en 1898, la Enmienda Platt de 1902 convirtió a Cuba en un verdadero protectorado yankee como “garantía” de su independencia.

Pasará el tiempo. Cuba se desarrollará pero dependiendo de los USA. Ya se sabe cómo en 1959 Fidel Castro accedió al poder, y que en 1962 estalló la crisis de los misiles nucleares comunistas en un contexto de Guerra Fría y expansión del comunismo internacional. El “no somos comunistas” de Fidel Castro en Nueva York en abril de 1959 fue una máscara. Pero, de nuevo, esta colaboración se sale de la historia y llega a la actualidad, siempre imprevisible.

(Foto: Copiador manuscrito de Pedro Zozaya, con entrada del 9-III-1908 escrita de su puño y letra. Continúa el copiador de cartas iniciado por su padre)

Pero dejemos la Historia y entremos brevemente en el ensayo, como tal fundado pero opinable. El “Viva Cuba libre” –así lo considero- era un clamor propiamente del tradicionalismo foral español, esto es, de la Hispanidad, de la unidad en la variedad y la diversidad en la unidad, y de los derechos comunitarios e intransferibles o anteriores al poder civil supremo, identificado con la Corona de España. El centralismo, uniformismo y secularización de los siglos XVIII y XIX trocaron y confundieron la misión e imagen de España. "Viva Cuba libre" no es elclamor más adecuado para justificar las revoluciones de 1868 y 1893 contra la mal llamada colonización española (pues España civilizó más que colonizó aunque los liberales trataron a Cuba más como una colonia), es decir, para expresar el secesionismo independentista que al final llevó a Cuba a la invasión y protectorado yankee. Poco se ha hablado del acto de fuerza y contra-derecho de la acuación yankee en las Antillas y Filipinas. Tampoco es el más adecuado para justificar la dictadura castrista del proletariado que parece estar en sus últimas bocanadas. El "Viva Cuba libre" es impropio del neocolonialismo implícito en la actual la globalización económica y el materialismo imperante. El "Viva Cuba libre" es un clamor que tiene su expresión adecuada en la Hispanidad, en el respeto, defensa y promoción del hombre concreto y de sus comunidades naturales, y en esa gran civilización hispánica a la que siempre perteneció la "perla del Caribe".

JOSÉ FERMÍN GARRALDA ARIZCUN
(Pamplona, 18-XI-2010)

Publicado sin imágenes en la Revista "Ahora-Información" (Madrid), nº 105 (VII-VIII-2010)45 pp.

Fuentes documentales inéditas: Archivo particular de la familia Zozaya y su mayorazgo en Cuba (Pamplona). Referencia: el autor.
Todas las fotografías son inéditas y realizadas por el autor.

(Pliego de cuentas anuales de la hacienda "El Mulato", situada en Matanzas, presentadas por Javier de Peralta -corredor de comercio- a don Pedro Zozaya, el 31-XII-1905)

(Pliego de cuentas de la hacienda "Nueva Bermeja", en Matanzas, del administrador Javier de Peralta a don Pedro Zozaya)

(Carta manuscrita de Javier Peralta a don Miguel Mª Zozaya)

sábado, 6 de noviembre de 2010

Independencias americanas y Américas hispánicas. MONOGRÁFICO.


INDEPENDENCIAS, HISPANIDAD Y LIBERTADES (*)


Revista “Ahora-Información” (Madrid), nº 105 (VII-VIII 2010), 47 pp.

1. “200 años (de las) independencias iberoamericanas”. Así se expresa un cartel anunciador de ese complejo acontecimiento de tan gran proyección histórica que fue la independencia de los virreinatos de España en América. Este año recordamos su 200 aniversario.

2. Con este motivo, la revista bimensual “Ahora - información”, editada en España y con una definida línea editorial, ha dedicado un número monográfico, de seria divulgación histórica, sobre “Las Independencias americanas” (nº 105, 2010) (1). Todos los autores de este monográfico hablan de Hispanoamérica, la América hispánica o española, con su densa historia e importantísima labor civilizadora de 300 años, mantenida durante los posteriores 200 años a partir de las independencias, y todavía hoy vigente con fuerza.

Apreciar esta última dimensión temporal, de profundo calado histórico y configurativo, exigía el análisis del antes, en y después. Máxime si advertimos que las Independencias conllevaron una dura y cruenta guerra civil, provocada por agentes de las nuevas ideas revolucionarias (eso sí, planteadas con diferentes aplicaciones) y por otros arrastrados a fuerza de unas circunstancias tales como la ruina de España provocada por Napoleón. No hablamos de una guerra de España contra sus “colonias”, sino de una guerra civil entre los ya mencionados y los hispanoamericanos fieles a España y a una Corona que fue el agente principal, junto con la Iglesia católica, de la civilización del Nuevo Mundo.

3. Entender las independencias de las Américas o de cada uno de los virreinatos respecto de la Corona de las Españas -incluido el último de Río de la Plata-, exigía una mirada retrospectiva, es decir, un enfoque histórico y de seria divulgación. Esto no impide que algunas exposiciones tengan la naturaleza de ensayo, referido a aspectos vividos por el hombre actual, continuando así los planteamientos de la revista próximos al ciudadano medio de hoy.

¿Qué diferencias se observan entre la América de los siglos XVI y XVII y las innovaciones del XVIII? ¿Qué perfiles se muestran siglos antes de aquella Independencia soñada por ilustres criollos y, sobre todo, por algunas potencias europeas como Inglaterra, en los albores del s. XIX? Desde luego, era preciso explicar el nuevo contexto ideológico, político y económico de quienes provocaron dichos movimientos y la exacerbación y persistencia independentista ¿Y las consecuencias de este enorme acontecimiento histórico de las independencias, de proyección casi planetaria, que sin duda se prolongan hasta la actualidad? En relación con la actualidad, ¿qué decir del actual continente americano, inestable y hasta desquiciado, colonizado ideológicamente por el liberalismo y el socialismo occidentales? Delicadas preguntas pero con interesantes respuestas.

4. Especifiquemos más los contenidos de esta monografía, cuyos autores proceden de ambos lados del Atlántico. Quince artículos de similar extensión, suficiente para indicar -en apretada síntesis- las diversas tesis ya históricas ya de ensayo de los autores, tesis complementarias en general a pesar de las discrepancias entre dos autores por lo que respecta a la Revolución en Buenos Aires de 1810.

Sus contenidos recogen la primera labor cristianizadora del siglo XVI, y analizan la institucionalización de la labor evangelizadora de los pueblos americanos, y civilizadora de grandes espacios, por parte de la Iglesia y la Corona de España en América. Se identifica a los enemigos seculares de la Cristiandad y la Corona española -su abanderada- agitados por la difamadora, fantástica y grosera Leyenda Negra. Y se analiza la desviación peninsular del siglo XVIII en manos del centralismo, uniformismo y el regalismo carolinos, es decir, las innovaciones racionalizadoras y uniformistas (racionalistas) promovidas por algunos importantes ministros peninsulares de finales de dicho siglo.

Continuemos. Los movimientos independentistas se enmarcan en las innovaciones del siglo XVIII en España, la dramática guerra frente a Napoleón –el revolucionario y ladrón de Europa- , y la naciente constitución revolucionaria de 1812. En 1810, habría que hablar de la activa vivencia hispanoamericana más que de la mera huella española, alterada aquella por minorías de criollos liberales, y las posibles alternativas frente a Napoleón.

Varios ensayos –como tales de factura menos académica- analizan algunos perfiles de la independencia americana, para corregir los habituales clichés. A continuación, dos artículos académicos debaten sobre la Revolución de mayo de 1810 ocurrida en Buenos Aires, donde se dan cita las diferentes perspectivas del dr. Fernando Romero Moreno (Universidades Nacional de Rosario y Austral, Argentina) y quien esto suscribe. La reacción realista en el Sur del Perú (1814-1825), es colaboración del profesor César Félix Sánchez Martínez (Universidad Católica San Pablo de Arequipa, Perú). Llegados a este punto, digamos que en relación con el comportamiento de parte de la población americana favorable a España y la Corona española, se echa en falta la colaboración del profesor Luis Corsi Otárola (Colombia), y su síntesis sobre Bolívar, los realistas criollos y la población negra. No en vano, el cura Manuel de Santa Cruz marchó de misionero al sur de Colombia, la región de Pasto, que era muy realista al modo de su Guipúzcoa natal, y en la que en esta misma época fue obispo San Ezequiel Moreno y Díaz, firme defensor de la civilización cristiana frente al liberalismo. En contraste –sigamos- con la civilización hispánica o tradicional, Javier I. López Ureña analiza por extenso el liberalismo como una de las causas principales de las independencias.

Más inquietantes son las exposiciones sobre el actual saqueo de América (José Cayón, Buenos Aires) y las posibilidades geopolíticas actuales de un vasto y esperanzador bloque hispanoamericano (E. Trento, Buenos Aires). En efecto, en una revista de actualidad no todo iba a ser exposición histórica, pues América puede reencontrarse a sí misma y el ciudadano y lector medio tiene sus exigencias.

Más desconocidas para el gran público pueden ser las Notas históricas de Carlos Ibáñez sobre la presencia de Carlos VII en América. Este número monográfico lo cierra un trabajo del que esto suscribe, sobre la correspondencia privada del hacendado Miguel María Zozaya e Irigoyen con sus administradores durante las guerras civil de Cuba (1893-1898) y yankee en 1898 (2).

5. Terminemos con una consideración de ensayo. De vincular el hecho de las independencias americanas del s. XIX, con lo mucho que pervive de las Américas hispánicas, hasta el punto de que americanos y españoles sólo nos reconocemos en la unidad (también el europeísmo es antiespañol cuando niega esto), brilla con fuerza una unión religiosa, espiritual y cultural… que puede configurar una nueva vinculación geopolítica que exprese completamente qué sea la Hispanidad cantada por Rubén Darío, Ramiro de Maeztu, Zacarías Vizcarra y tantos otros autores. Esto, o bien tendremos unos pueblos independizados pero no reconciliados consigo mismos, víctimas de su propia ruptura interior… pueblos que, ya en estas circunstancias, fueron una presa fácil de la colonización anglosajona de Inglaterra y después de los EE.UU., o bien, ya en la actualidad, han quedado subordinados –sometidos quizás- a las ideologías liberales y socialistas de las universidades y políticos del Occidente. Esta es una manera de separarse de sus orígenes y raíces, y de perder su originariedad y originalidad creativa, propia del mundo hispano.

6. El monográfico que comentamos está bellamente impreso, con tintas a todo color, y supone una divulgación de un gran tema, efectuada por profesores universitarios de ambos lados del Atlántico o bien por atentos estudiosos de este puntual tema (3).

José Fermín Garralda Arizcun
(Pamplona - Navarra)


* Un texto abreviado ha sido publicado con el título "Independencias americanas frente a Hispanidad", en la Revista "Siempre P' alante" (Pamplona) nº 640, 16-XI-2010, pág. 14



(1) No es ésta la primera vez que la revista “Ahora- información” ha ofrecido monográficos de disciplina histórica. En su día, diversos autores analizaron quienes fueron los “Cristeros. Cruzados (mejicanos) del siglo XX” (nº 34, 1998), qué ocurrió en “La Vandée, el corazón de la Cristiandad” (nº 40, 1999), la desconocida realidad de “El otro Gaudí” (nº 58, 2002), la guerra de la Independencia bajo el amplio título de “1808-2008. En guerra contra la Revolución” (nº 93, 2008), el magisterio del filósofo, teólogo y pensador “Francisco Canals Vidal” (nº 96, 2009), y la persona y labor militar y política de don Carlos VII en “Memoria española, Venecia y Trieste” nº 99 (2009) con motivo del centenario de su fallecimiento. En otros números de la revista, que nació en 1994 y se encuentra en el número 105 de su vida editorial, hay frecuentes artículos de historia, ya de divulgación ya de investigación. La impresión de todos los números es en papel couché, acompañan abundantes imágenes, y destacan unas bellas portada y contraportada a todo color. La extensión habitual de la revista es de 39 páginas, salvo el presente nº 105 que tiene 47 pp. JFG

(2) Archivo familiar del autor: familia Zozaya (Errazu, Valle de Baztán, Navarra).

(3) Pedidos: “Ahora información”, calle Zurbano, nº 71, oficina 3, 28010 Madrid – España. Tel. y Fax 913994438