lunes, 12 de julio de 2010

Un nuevo libro: "La contaminación ideológica de la Historia"




CANTERO NÚÑEZ Estanislao, La contaminación ideológica de la Historia. Cuando los hechos no cuentan, Madrid, Ed. libros Libres, 2009, 309 pp., 20 Euros. www.libroslibres.com


Este nuevo libro es muy interesante para el historiador profesional, para quien se acerca al conocimiento histórico, y para todo el que busca que la ciencia histórica realice sus funciones propias y cumpla sus mejores servicios.

Los TEMAS de este libro siguen siendo muy actuales, aunque en él se recopilen trabajos publicados hace unos años, entre 1981 y 2007. Son actuales tanto por preocuparse de los errores metodológicos de presuntos historiadores, como por analizar el pensamiento de importantes intelectuales franceses decimonónicos, cuyos contenidos están hoy muy extendidos debido a la soberbia “intelectual” generadora del actual relativismo y paganismo. Esta última afirmación no es un apriorismo como observará el lector, aunque su extensión a la actualidad es labor del abajo firmante. La justificación de este nuevo libro es obvia porque los trabajos recopilados son muy interesantes y porque la historia es, como decía Cicerón, "maestra de la vida". Su oportunidad es evidente, aunque las circunstancias intelectuales y metodológicas de hoy hayan cambiado algo, y cada vez existan más autores revisionistas en el actual retraimiento historiográfico. Por ejemplo, ha quedado atrás la historia economicista y materialista, y ya se recela abiertamente de los apriorismos históricos e interpretación materialista del pasado.

El análisis sobre el MÉTODO de la ciencia histórica seguido por Estanislao Cantero Núñez es claro en relación con: a) unos hechos y acontecimientos históricos de importancia para países como España, Francia e Italia, en los que la contrarrevolución -muchas veces silenciada y tergiversada- fue muy importante en los siglos XIX y parte del XX; b) los instrumentos de conocimiento y afirmaciones realizadas por diferentes historiadores sobre dichos acontecimientos; y c) cinco biografías de intelectuales franceses, relacionadas directamente con la historia y el método histórico, en las que el lector puede saborear un riguroso y didáctico ejercicio intelectual de inmersión.

El TÍTULO de este libro es muy expresivo: "La contaminación ideológica de la Historia. Cuando los hechos no cuentan". Su objetivo nuclear es desvelar los errores de una falsa metodología, que origina la distorsión ideológica del conocimiento histórico. El autor lo hace de una forma muy sencilla, práctica y muy trabajada, esto es, desde las fuentes y los hechos. Por su carácter, este libro es una crítica historiográfica con una factura, Notas o aparato crítico de carácter científico, perteneciendo cinco de sus capítulos a la ciencia histórica relativa al pensamiento decimonónico francés.

El autor no utiliza FUENTES manuscritas documentales, sino fuentes impresas primarias o bien secundarias. No realiza directamente consideraciones sobre la naturaleza y carácter, el método y finalidad etc. de la ciencia histórica, sino que desvela con las fuentes históricas, las leyes básicas de la lógica, y los resultados, el método apriorístico, dialéctico e ideológico utilizado por algunos presuntos historiadores que concibieron la ciencia histórica como un instrumento de lucha, de transformación y de construcción política, social e ideológica del presente, además conforme a utopías en boga.

Los capítulos de crítica historiográfica desvelan las contradicciones metodológicas de los autores analizados, así como sus errores de contenido cuando sus conclusiones se contrastan con otras aportaciones bibliográficas no ideológicas. Así, el libro desarrolla, a modo de ejemplo, la actividad de la historiografía ideológica aplicada a España (s. XIX y XX), Italia (s. XIX) y Francia (s. XIX), y cómo ésta ha tratado significativos acontecimientos relativos a la Revolución francesa, la IIª República y guerra civil española, y la "Insurgencia" italiana. Quizás el lector advierta la falta de una mención especial a Portugal.

Por otra parte, en relación con la revista "Acción Española" y la vida, quehacer intelectual y pensamiento de cinco intelectuales franceses (Maurrás, Taine, Michelet, Larouse y Renan), el autor realiza un apasionante trabajo de análisis textual (heurístico) y de reconstrucción histórica del “pensamiento racionalista” francés del siglo XIX y comienzos del XX. En este análisis de las ideas e historia del pensamiento, el lector puede apreciar perfectamente el dominio que Estanislao Cantero tiene sobre dichos autores franceses.

En relación con ESPAÑA, Estanislao Cantero critica afirmaciones de José Antonio Portero realizadas en 1978 sobre el siglo XIX (p. 17-32), analiza la adhesión de los católicos a la IIª República y el ralliement de la CEDA (p. 33-42), critica una tesis de Raúl Morodo en 1985 (p. 43-72), y describe algunos aspectos controvertidos sobre la última guerra civil, valorando positivamente las aportaciones historiográficas más recientes (p. 73-92).

Sobre FRANCIA, el autor analiza la leyenda establecida sobre la Revolución francesa (p. 95-107), y la crítica de Maurrás a dicha Revolución (p. 109-116). Así mismo, profundiza en la obra del escritor Taine (p. 117-143). Por si eso fuera poco, el lector puede saborear el cuidadoso y profundo análisis de la vida y obra de autores como Michelet (p. 163-192), Larouse (p. 193-196) y Renan (p. 197-233). Nada más por esta última profundización fundada en los propios escritos de los autores, este libro, que se ofrece al público lector, es sobresaliente. Es impresionante el dramatismo y la radical subversión de las posiciones de los cuatro últimos autores, que son un vigoroso puente desgraciadamente muy transitado entre las ideas del Enciclopedismo anticatólico y la actual persecución que sufre lo que no signifique una radical inmanencia en el hombre.

El autor muestra cómo Michelet y Renan tergiversaron la historia con sus apriorismos, e incluso de forma consciente, debido a su rebeldía anticatólica y a su propia soberbia que a veces llegaba hasta el propio endiosamiento. En estos casos la vida del historiador influye expresamente en su obra. Ambos tuvieron un sentimiento cuasi-religioso de la misión que creían tener, propia del iluminado. Creo que San Ezequiel Moreno y Díaz, obispo de Pasto (1896, Colombia) -del que me ocupé en más de una ocasión (Rev. "Verbo", 1994)- tenía mucha razón cuando en sus vigorosas "Pastorales" debeladoras del liberalismo en sus diferentes grados, denunciaba la nueva "religión" de la humanidad pretendida por Michelet y Renan, entre otros. Ambos, además de falsificar la historia, crearon su propia autobiografía que, cuando se profundiza en ella, se muestra realmente engañosa.

Al analizar la vida y obra de Taine, Michelet, Larouse y Renan, el lector puede saborear de primera mano el "cienticismo" del s. XIX, el racionalismo, la secularización y el naturalismo de una época cuya “novedad” y moda era identificarse con el liberalismo y disfrazarse de ciencia positiva. Por mi parte, observo que muchas afirmaciones y el talante de entonces están presentes en nuestros días; y que lo propio de unas minorías ayer, hoy se advierte en un proyecto explícito de algunos Gobiernos europeos. También desde mi punto de vista diré que la ideología liberal y el marxismo tuvieron mucho en común en su larga e interaccionada trayectoria, pues partían de los mismos supuestos básicos ideológicos. En los autores citados estaba presente el ateísmo, el idealismo, y unas supuestas leyes científicas, que el marxismo traducirá en materialismo dialéctico e histórico. Michelet y Renan quisieron fundar una "religión" atea, y ellos serían sus "sacerdotes" pero sin sacrificio. Lo que en ellos fue lucha anticatólica a través de las ciencias humanas (en realidad tergiversándolas), en el marxismo se convertirá en infiltración en el seno de la Iglesia durante la década de 1960, así como posteriormente, al aspirar sutilmente a un "cristianismo" sin religión que debería ser asumido en la praxis marxista. Todo ello, que ya es antiguo, hoy queda larvado de otra manera, e indica que ambas utopías confluyen hoy en resaltar su mismo origen. Pero sigamos con lo que dice expresamente el libro que comentamos.

En relación con ITALIA, Estanislao Cantero analiza una realidad olvidada en las Enseñanzas medias y no pocas universidades españolas, como son los levantamientos populares contrarrevolucionario o "Insurgencia" ("Insorgenze") en varios Estados italianos anteriores a la unificación política, realizada por las fuerza de las armas, para lo que el autor sigue el criterio de diez escritores recientes (p. 147-159).

Tres partes de las cuatro que contiene este libro -que aglutina un total de once capítulos- tienen una extensión similar (España, Francia y los tres últimos autores franceses), siendo la parte relativa a Italia la menor en extensión, aunque sea muy jugosa y una novedad para el gran público generalista.

El APARATO CRÍTICO del libro es amplio, preciso, y está al final (p. 235-299). Contiene las fuentes utilizadas, ya sean primarias (Memorias, Revistas de época, obras de los autores profundizados del s. XIX) ya secundarias o bibliográficas.

Las CONCLUSIONES formuladas por Estanislao Cantero se derivan de los estudios previos y están situadas, lógicamente, al final del libro. En ellas encuentro algunas novedades siempre antiguas -que comparto- como es su crítica a una mera historia-conocimiento considerada por muchos como "inútil", rechazada lógicamente por la escuela apriorística o dialéctica que anteriormente Cantero ha desvelado y refutado.

Para Estanislao Cantero, la "finalidad de la historia no puede limitarse a un mero ejercicio intelectual, al puro conocimiento de lo que pasó" (p. 228), pues si la ciencia histórica fuese un exclusivo conocimiento y disfrute de lo que pasó, sería una ciencia aparentemente inútil. Cierto es –añado- que no es admisible que la ciencia histórica sea tachada de “inútil” aunque, en realidad, esa relativa “inutilidad” que criticamos tenga por otra parte la ventaja de que, con ella, la ciencia histórica queda a salvo de un posible afán manipulador, y permite transmitir la verdad del pasado según las fuentes, lo que evidentemente es su principal servicio aunque no sea algo “utilitario”, ni un arma de transformación ideológica del presente. Por otra parte, y en defensa del servicio que el conocimiento del pasado hace al hombre de hoy, digamos con Cantero que el historiador también puede tratar cuestiones de "historia viva" y no de historia muerta, por lo mismo que hoy día puede ser necesario criticar con rigor -en el sentido que sea- la historiografía oficial dominante, ya en lo que afirma ya en lo que omite. Por ejemplo, y en relación con esto último, leo que la periodista Rosa Mª Calaf dice en una revista para "Nuestro Tiempo": "Conseguir que la gente no sepa cosas es también una manera de manipular" (nº 663, jul.-agosto 2010, p. 20-27). La ciencia histórica que reclama Cantero admite la historia como mero conocimiento del pasado, pero va algo más allá debido a las diferentes funciones que tiene como tal ciencia humanística o social.

En temas que por su gran importancia lo requieran, el historiador no puede dejar de ser hombre -ni católico si lo es-, quedando obligado a realizar algunas valoraciones básicas, respetando siempre –resulta ocioso resaltarlo- la verdad descubierta por las fuentes históricas que sin duda tienen la primacía. Estanislao Cantero discurre con equilibrio sobre la necesidad de un "criterio valorativo" que no debe confundirse con la ideología, y concluye que el conocimiento histórico es incompatible con la ideología, pero compatible con el mencionado espíritu valorativo.

Otra conclusión que puede saborear el lector a lo largo de del libro, es que el conocimiento histórico debe alejarse del empirismo, aunque se busquen datos empíricos, pues el objetivo es buscar el "por qué". Ello permite que la historia sea "maestra de la vida" como decía Cicerón, siempre a condición de que no se manipule. Una manipulación tal impediría descubrir la verdad, dar respuesta a las preguntas más universales del ser humano, e incluso desvelar la posible identidad nacional de los pueblos cuando exista.

PERSONALMENTE creo que los temas de este libro han sido olvidados por el gran público, que hoy prefiere la novela histórica. De este tipo de novelas hay que proteger al conocimiento histórico, pues no parten del descubrimiento de la realidad sino de la fantasía, de elucubraciones y de apriorismos, y tienen como objetivo principal entretener, crear belleza, y la venta editorial de ejemplares. Lógicamente, excluyo algunas novelas que parten de estudios históricos previos, como por ejemplo el relato dialogado escrito por Fray Justo Pérez de Urbel titulado "La España del siglo X. Un hombre de hierro" (Madrid, 1983), refiriéndose a Fernán González. Incluyamos también los "Episodios Nacionales" de Benito Pérez-Galdós, novelas trabajadas documentalmente y como narrador omnisciente, o, en menor grado, algunas novelas actuales como las de Olaizola y Louis de Whol.

Continúo con mis personales preocupaciones. En efecto, de la utilización ideológica de ayer de la Historia, en clave economicista y materialista, puede pasarse hoy a su utilización en clave psicologista y sociológica. En ambos casos, el método apriorístico crearía (lo que es ideología) el pasado histórico, a beneficio del dominio sobre los espíritus en el presente. La actual "Ley de Memoria histórica" en España podría ser -muchos historiadores dicen que lo es- un indicativo de esto último.

También me preocupa que de evitar -por eso brindé en su día- la utilización de la historia, se pase al escepticismo en el conocimiento de la verdad. Quizás hoy este escepticismo se encuentre sociológicamente de moda. El mal ha llegado a la teoría del conocimiento más básica. Ahora bien, si no se pudiese conocer la verdad, el conocimiento histórico no sería tal, y además sería inútil absolutamente. El lector de este magnífico libro de Estanislao Cantero, advertirá afortunadamente que sí se puede alcanzar la verdad en el conocimiento del pasado.

Si ayer hubo profesores ideologizados y jóvenes inquietos y activistas, que utilizaron el pretendido conocimiento de la historia para hacer su Revolución, ¿qué se puede decir de hoy? Hoy existe un retraimiento en la investigación histórica, ayer floreciente. ¿Algunas de sus causas? Quizás sea porque la Historia como carrera universitaria "no tiene salidas" para ganarse la vida, exista una falta de inversión editorial y excesiva dependencia de las instituciones públicas, se observe una fuerte endogamia y “amiguismo” universitario, el esfuerzo de escribir libros y colaboraciones de verdadera investigación "no se pague ni con un duro" , y quizás porque la creación de "mitos" sociales -finalmente lograda- sólo puede tener una respuesta laboriosa y ardua para el intelectual que a su vez lucha por sobrevivir.

Idealistas, en el sentido de creer en un ideal, hay pocos. Pero porque los hay, confío en los pocos investigadores que aún quedan, que trabajan tan sólo con la estrella de la conciencia del deber ante Dios y los hombres, que lo hacen como los antiguos ascetas, y que sonríen siempre al futuro con la perpetua juventud que comunica el ansia de verdad. Este libro es uno más que se engarza en el bello collar del trabajo desinteresado.

AGRADEZCAMOS a Estanislao Cantero por imbuirnos en numerosos libros de historia escritos ayer y en el método de numerosos historiadores, por desvelar lo que pretendidos historiadores dijeron sobre sí mismos y sobre la Historia como conocimiento, y por apostar por el historiador que busca exclusivamente la verdad y que hace posible que la Historia, a través del conocimiento histórico, siga siendo "maestra de la vida". Gracias por hacerlo con rigor, con un gran esfuerzo personal reflejo de su vocación de servicio, sin complejos, y en el ejercicio de una verdadera y generosa vocación intelectual. Gracias también por la vibración que transmite al analizar la historia del pensamiento racionalista francés del siglo XIX, tan actual hoy. Por último, es esperanzadora la existencia de editoriales como "Libros Libres" que apuestan por la renovación historiográfica con la publicación de este libro, editado con la colaboración de la Fundación Speiro. La plenitud de los hechos es lo que cuenta.

José Fermín GARRALDA ARIZCUN
Doctor en Historia
Pamplona, 22-VII-2010