martes, 16 de diciembre de 2025

Nuevo libro. Presentación de Almanaque carlista, Teresa Jaurrieta Galdiano

 

Jaurrieta Galdiano, Teresa (2025). Almanaque carlista. Anécdotas, hechos, personajes. Pamplona, Ed. Lo escrito permanece, CTC, 500 pp. 142 imágenes. amazon.es versión kindle 8 E e impresa 20 E; bazar.carlistas.es; hersolibros.es

 

 

Tras un tiempo razonable, damos a conocer nuestra experiencia sobre la presentación del libro Almanaque carlista, escrito por doña Teresa Jaurrieta Galdiano.

Estamos ante un libro dinámico, distendido y delicado. Dinámico porque cada día del año tiene su propio relato, y todos ellos son muy diferentes en el tema, espacio y tiempo. Distendido porque no hay malas noticias aunque se hable de triunfos y fracasos. Delicado toda vez que respeta, con conocimiento de causa, las convicciones y sentimientos de quienes se recuerda.

Es un libro muy aconsejable para medianos y mayores, y estupendo como regalo en la familia y a los amigos. Además, sólo cuesta 20 euros. A los primeros le conviene para aprender, y a los mayores porque siempre es momento de aprender más y conviene que, lo que se recuerda, se enriquezca con un aporte documental básico.


La primera presentación fue el 6 de diciembre en la librería-biblioteca “Libros con Historia”, del librero de Urroz, con intervención de don Javier Garisoain y una abundante afluencia de público amigo. La segunda fue el día 9, en el centro de Pamplona, en los salones del Nuevo Casino Principal, con intervención de don Pablo Larraz, autor de numerosos libros de historia y fotografías sobre Carlismo. El salón estaba lleno como en otras muchas presentaciones editoriales. En ambas ocasiones, la autora aportó diferentes perfiles sobre el resultado de su trabajo.


El presentador dr. Larraz dejó patente cómo Almanaque carlista recupera una disciplina editorial. Un almanaque consiste en una breve lectura para cada día de hechos independientes entre sí, pero con una línea temática común, en este caso anécdotas, hechos y personajes del tradicionalismo político español, más concretamente del Carlismo. Es un método didáctico para hacer presente cada día, de forma amena y divulgativa, los abundantes perfiles de una misma realidad, tan rica como la vida misma de los carlistas y que tantísimo se diferencia de las ideologías.

La forma de almanaque no es nueva. Los hubo en los s. XIX y XX. Citemos el Almanaque Carlista. Festivo e ilustrado, iniciado en 1890, el Almanaque Jaimista, y las secciones insertas tanto en La Biblioteca Popular Carlista que era mensual, como en La Carcajada, El Estandarte Real, El Cuartel Real, la Estampa Tradicionalista del barón de Montevilla etc. En paralelo a los almanaques, existe la figura editorial del álbum (J. M. Roma, el Álbum de Personajes Carlistas de D.F.de P.Oller), el Atlas (Segarra), la fotografía (Larraz-Sierra), las memorias (María de las Nieves de Braganza, Lichnowsky), y las colecciones documentales (Manuel de Santa Cruz, Melchor Ferrer….).


Fue una delicia escuchar a la autora. Según doña Teresa Jaurrieta, la génesis del libro fue en respuesta a las muchas preguntas que iban poniéndose en común en la larga época de la “encerrona” que tuvimos los españoles. En adelante voy a seguir lo que dijo y si fuera posible sus mismas palabras.

El Almanaque Carlista de no es un libro lineal en el tiempo. Da igual donde se empiece la lectura, y aunque hay muchas voces, tiene una narrativa coherente.

¿Qué se va a encontrar el lector? Día a día la autora rescata episodios individuales y colectivos, ocurridos en  Navarra y fuera de ella, en España y las Américas. Hace desfilar, dando a cada hecho su debido tono y ritmo, la épica y las batallas, las treguas de guerra (Carrascal, Somorrostro…), la creación de trincheras en Somorrostro que fueron anteriores a las de Verdún, los hechos de armas de los requetés, rusos blancos anticomunistas y los cristeros mexicanos, Hay una gran presencia de hechos políticos y sociales, acometidos por multitud de hombres y mujeres de toda edad y condición. Entre ellos hay mártires, santos y santas canonizados, Luis de Trelles humanizó la tercera guerra como el Convenio Elliot la primera, surgen y resurgen reyes y labriegos, generales, espías y contrabandistas, reinas, mujeres “empoderadas”, escritoras y enfermeras, políticos y periodistas.


Resurgen retazos de vidas de quienes sufrieron la emigración y el destierro, que lo vivieron sin victimismo, como resultado de su fidelidad, reconociendo que su suerte era la consecuencia coherente de hechos de los que se era responsable. En algún pueblo francés, los emigrados llegaron a ser el 70% de la población, siendo siempre muy apoyados por los legitimistas franceses. Hay generales que viven en porterías y buhardillas. Cuando coinciden exiliados carlistas y liberales –las luchas entre liberales son conocidas por todos-, se apoyan mutuamente. Muchos volvieron del exilio, pero otros se quedaron en los países de recepción como Francia o la América española. De ahí que hubo una calle dedicada a don Carlos VII en Buenos Aires, y no sólo en Estella. Según la autora, en los vencidos no hubo rencor, ni odio. Tampoco revanchismo. El enemigo lo era en el campo de batalla pero no fuera de ahí. En el cara a cara se dejaba de ser enemigos, y hasta modernamente jóvenes carlistas han arreglado y rezado ante el monumento al general liberal Concha, vencido y muerto en Estella, monumento hoy vandalizado. Por encima de partidos y banderías todos eran españoles. Ahora bien, hubo quien, al querer regresar a España, se extrañó de cómo era posible que él, que había ayudado a tantos liberales a salir de Guipúzcoa para evitar represalias, nadie le ayudase a volver a España. También, a pesar de la dureza de la guerra, consta de fusilados que pidieron perdón para sus  ejecutores.

A veces los protagonistas sufrieron represalias, por ejemplo los  encarcelados por antifranquistas en 1945... En otras páginas se cuenta cómo don Javier estuvo prisionero por los nazis en el campo de concentración de Dachau, o bien que ETA castigó duramente a los carlistas. Así pues, llamar franquistas,  fascistas o lo que fuere a los carlistas no se lo creen ni quienes lo dicen. Aparece el auxolan realizado en momentos límite por la población de Ondárroa –denominada “la esforzada”- durante la tercera guerra, y lugares de memoria como la isla de Tabarca, Talavera de la Reina, los cementerios de Ibero y Estella, el santuario del Puy con los fusilados por el tal Maroto, el monumento al general Lerga (+ 1892)…. La autora destacó la falta de sectarismo entre los carlistas. Por ejemplo, don Carlos aceptaba a todos, no era un puritano, con tal que empujasen en la misma dirección.

Junto a los documentos están las condecoraciones. En la organización del territorio carlista (no del Estado carlista) hubo correos y sellos, un Boletín Oficial aunque diferente del actual BOE, un código penal, moneda, presencia internacional y ferrocarril. En la cultura destaca la universidad de Oñate, la prensa y revistas ilustradas, y los autores de la literatura vanguardista.


Para el manejo temático, la autora recoge el contenido explícito de cada día en un índice general, de modo que no se hace necesario un índice onomástico, máxime en un libro divulgativo, que además tendría el inconveniente de aumentar el volumen y complejidad del libro.

Teresa Jaurrieta documenta cada entrada en los archivos particulares a los que ha tenido acceso, como los de Valdespina, Olazábal, Montevilla y Jaurrieta, y utiliza la prensa histórica como El Legitimista Español y España, ambos de Buenos Aires, El Cuartel Real, la Biblioteca Popular Carlista, El Siglo Futuro etc. de su archivo familiar,  contrastado todo con otras fuentes. Al final del libro recoge una bibliografía básica.


Todas las historias tienen un mismo sentido y mensaje. Los hechos se transmiten desde la vivencia de los actores, tal como está en las fuentes, comunicando así algo de lo sentido por ellos. Se conmoverá el lector cuando encuentre documentado un hecho que oyó contar a padres y abuelos, así como la complejidad de la vida, pues hay casos en que las trayectorias vitales no son lineales.

Tiene razón la autora cuando reclama respeto hacia sus protagonistas, el que careció la narrativa de los vencedores al crear imágenes como armas arrojadizas. En fin, que si hay una leyenda negra sobre España, también la hay sobre el Carlismo. Al fin y a la postre, ambas realidades se identifican. En opinión de quien esto escribe, los calificativos y apostillas siguen infectando hoy día la prensa actual cuando habla de Carlismo, y a veces hay un silencio clamoroso y distorsión en la prensa local conservadora. Peor labor hacen los libros escolares –incluso de autores que hacen gala de académicos para hacerse admitir en la comunidad científica- y hasta textos, libros y artículos, de investigación.


En la presentación, la autora Teresa Jaurrieta estableció sus lógicas conclusiones. El libro es un retrato colectivo de fidelidad y resistencia, lo que explica que los carlistas fuesen la admiración del nada sospechoso conde de Romanones, por permanecer siempre en su sitio. Descubre al lector la necesidad de transmitir la memoria, desde luego sin caer en presentismos fáciles, pues cada generación hace de puente para la siguiente. Nuestra época desmemoriada y que manipula el pasado para imponerse, nos exige no aceptar relatos sectarios, reflexionar, sembrar la inquietud especialmente los jóvenes, y no dejarse llevar por lo que llaman políticamente correcto.

Y concluyó: la lealtad no se proclama, se vive. La fidelidad no siempre es recompensada pero siempre es digna. ¿Qué se espera hoy día? Una recompensa mayor que la victoria.

El público asistente y lector  debe agradecer a la autora el fondo y forma como se expresó, su trabajo de fuentes primarias de archivo y hemeroteca, su dedicación desinteresada, y haber retomado la figura editorial del almanaque,  que sin duda estimula la lectura y la curiosidad, y abre –quién sabe- vocaciones hacia el conocimiento de la historia y el cultivo de las humanidades.

 

José Fermín Garralda Arizcun

Dr. en Historia


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