sábado, 9 de abril de 2011

1512. NAVARRA, REINO “POR SI”. CONGRESO DE HISTORIA SOBRE LA CONQUISTA DE NAVARRA

NAVARRA, REINO “POR SI”. CONQUISTA, INCORPORACIÓN "EQÜE-PRINCIAL", Y CONTINUIDAD DEL MILENARIO REINO DE NAVARRA.
UN CONGRESO DE HISTORIA ANTE LA CONMEMORACIÓN DE 1512.
Del “dramatis personae”, a la incorporación a la Corona de Castilla, la reconciliación banderiza, y la afirmación y posterior desarrollo del Reino hasta 1841.



SIRVAN ESTAS PÁGINAS para comentar el exitoso Congreso de Navarra sobre 1512, y para ofrecer un sencillo ensayo histórico sobre el significado de dicha conmemoración en la idiosincrasia navarra. Ambos aspectos se encuentran totalmente separados, para que quien lo desee sólo atienda al primero.

("Diario de Navarra", DdN, martes, 22-III-2011, pág. 68)



1. EL CONGRESO DE HISTORIA.
SE DESARROLLÓ el Congreso Internacional prometido. Como área de conocimiento, fue un Congreso de Historia, y en cuanto disciplina, se trató de un Congreso de ciencia histórica más que de erudición. No admitió una instrumentalización para otros fines.

Del 21 al 24 de marzo, 32 investigadores y 110 inscritos como oyentes, se han reunido en Pamplona, en los salones del Archivo Real y General de Navarra, para analizar: “1512; conquista e incorporación de Navarra a la Monarquía de España. Procesos de integración en Europa”. Los ponentes fueron exclusivamente profesores universitarios, que procedían de las universidades de Navarra (UN y UPNA), más otros de Alicante, Barcelona, Castilla-La Mancha, CSIC, Deusto, Extremadura, León, Madrid, País Vasco. El Congreso fue internacional, debido a que en otros lugares hubo procesos semejantes, como en Bretaña, Borgoña, Irlanda, Gales, Nápoles y Lombardía. De esta manera, llegaron investigadores de las universidades de Bourgogne, Pau, Ireland etc.

La convocatoria la efectuó el Gobierno de Navarra, para ofrecer a los investigadores la oportunidad de recapitular y ampliar, exponer y debatir las conclusiones de sus investigaciones, sin pretender políticamente en momento alguno “fijar contenidos de memoria histórica”. En efecto, según dijo el presidente de Gobierno de Navarra en su acto de inauguración, este Gobierno, al promover este Congreso: “no quiere fijar una interpretación única y superior de los hechos acontecidos; ni quiere inculcar ideas concretas, ni impartir presiones o directrices; no pretende fijar contenidos de memoria histórica”.

Añado con espíritu constructivo que, a mi parecer, el Congreso no fue suficientemente difundido a pesar de encontrarse todos sus datos y los de preinscripción en la página Web del Gobierno de Navarra, pues conozco a profesionales en activo de la Historia, no adscritos a universidades, que desconocieron tal convocatoria. Tendrán que estar más atentos. De todas maneras, las fechas del Congreso eran muy malas para los doctores y licenciados docentes de Enseñanzas Secundarias, que quizás fuesen unos de los más indicados para estar presentes en el Congreso, e incluso para realizar aportaciones didácticas que analizasen los libros de texto, temarios y evaluación para el amplio colectivo de alumnos de los diferentes Bachilleres. Otra cuestión es que, de acudir todos, los salones del Archivo no hubieran sido suficientes para albergar a todos los asistentes.

(DdN, 19-III-2006)


(JAURRIETA MÚZQUIZ, C., El capitán Juan de Azpilicueta. Su familia y el castillo de Javier, Pamplona, Aramburu, 1954)



(Castillo de Javier, restaurado por sus propietarios los duques de Villahermosa, condes de Guaqui, en 1892. VV.AA., Navarra. Historia y Arte. Tierras y gentes, Pamplona, CAN, 1984, 383 pp., pág. 333)


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LA TEMÁTICA DEL CONGRESO fue amplia, y se enmarcó plenamente en la historia moderna, aunque también en las interpretaciones del pasado realizadas en la edad contemporánea. No obstante, y paradójicamente según algún periodista, en alguna mesa redonda Navarra apareció poco, al centrarse en eso de “historificar al historiador” (dicho de otra manera, en la historiografía –lo que lógicamente también afecta a los historiadores de hoy-).

El presidente del comité científico, el dr. Alfredo Floristán Imízcoz, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, analizó con gran claridad y acierto los debates y polémicas en torno a la conquista del Reino desarrollados entre 1512 y 1720, en relación con su conquista por Fernando el Católico y la retención del reino por sus herederos. Son significativas las afirmaciones siguientes sobre el sentir de los castellanos:

“Parece una guerra hispano-francesa y una guerra defensiva contra Francia, la idea de conquista no es relevante, queda oculta. Es una empresa colectiva y popular en la que participan más de cien nobles castellanos, tienen más protagonismo que Fernando el Católico. También es destacable la invisibilidad de los navarros, casi ni se les menciona, excepto Zurita y Garibay; y su visión providencialista, lo que ha ocurrido es un designio de Dios” (M. Unzué, “Diario de Navarra”, 22-III-2011)

Por el contrario, los textos franceses son tardíos y posteriores a 1590, y en ellos abundan diatribas e insultos gravosos contra los que fueron sus enemigos. Qué pensaban los navarros desde el primer texto de 1534 y dos siglos después, es un tema apasionante que podrá leerse en las Actas del Congreso.

En el Congreso se analizaron hechos de Armas y el arte de la guerra en la época, así como la relación entre las Coronas de España y Francia, y lo ocurrido en otros lugares de Europa. Se expusieron por extenso los debates doctrinales desarrollados en el acontecer histórico de Navarra entre los siglos XVI y XX, y se habló de fuentes históricas, de la percepción de los hechos a lo largo de los siglos, y de historiografía. Se enmarcó el caso de Navarra en un contexto más amplio europeo, concluyendo que lo acontecido en Navarra no fue del todo original. Lo ocurrido en Navarra fue similar a otros territorios de la Europa del momento, donde también hubo invasión, reparto, incorporación o bien anexión (digamos que en Navarra se prefirió el término “incorporación”). Nos referimos a Borgoña, Bretaña, Gales, Irlanda, Lombardía y Nápoles.

(La Ciudad de Pamplona, Cabeza del Reino de Navarra, capituló y abrió sus puertas a las tropas del duque de Alba el 24-VII-1512. El Ayuntamiento negoció muy ventajosamente salvaguardar todas las libertades locales. En la ciudad había una sección beaumontesa, adicta al invasor. LASAOSA VILLANUA, Santiago, El "Regimiento municipal de Pamplona en el siglo XVI, Pamplona, Príncipe de Viana, 1979, 552 pp. El cap. I lo dedica a la conquista, p. 15-51. Las fortificaciones de la imagen son posteriores a la conquista. La actual ciudadela se construyó en 1571. No obstante, en 1512 la ciudad tenía unas fuertes murallas).

(El privilegio de la Unión era el documento por el que Pamplona se gobernaba, con un gran éxito y abundantes mejoras durante el siglo XVIII, desde 1423 hasta el triunfo liberal de 1841. Fue mantenido tras la capitulación de la ciudad en 1512. El texto original y las impresiones posteriores se conservan en el Archivo Municipal de Pamplona).


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AÑADAMOS NOSOTROS QUE si bien el hecho fue similar en Navarra y otros lugares de Europa (conquista y posterior incorporación -en Navarra no anexión-), la situación jurídica y autopercepción resultante fue peculiar en Navarra. Es cierto que según García Cárcel: “las anexiones se hacen (en Europa) por entrega voluntaria, no por derrota. Siempre está la idea del pacto, de la lealtad pactada”. Pero también lo es –añadimos nosotros- que: 1) Dentro Navarra, los perdedores agramonteses fueron insertados pronto en la vida del Reino; 2) Este acontecimiento tan nuclear para el Reino se percibió y desarrolló por los polemistas durante dos siglos; 3) La Corona de los Austrias estudió varias veces la legitimidad o "Derecho" de la incorporación de Navarra (también ocurrió esto el el caso de la conquista de las Indias); 4) La unión de Navarra a Castilla será “eqüe-principal” o entre iguales; 5)Tras 1515, Navarra insistió en el carácter de la incorporación, defendiéndolo en los s. XVIII y XIX (realistas y luego carlistas) hasta 1841; y 6) De alguna manera, dicha percepción continúa -conforme a la evolución histórica de Navarra- presente en nuestros días, aunque por motivos diferentes a los que le dieron origen (en este caso del nacionalismo llamado vasco, aunque Navarra esté por encima de este marco, de esta circunstancia y de cualquier nacionalismo).

Para el gran público es interesante el planteamiento de síntesis y divulgación que ofreció un autor en “Cuando Navarra se incorporó a Castilla” (vid. “Diario de Navarra” 13-I-2000). Para un público especializado interesan los trabajos de Floristán Imízcoz, Suárez, J. del Burgo Torres, F. Idoate, Gallastegui, Lasaosa, Recondo, García Pérez, J. I. del Burgo Tajadura, Aznanza, Martinena, Esarte, Orreaga, Fortún, otros medievalistas, y de Mª Puy HUICI GOÑI, En torno a la conquista de Navarra, Pamplona, 1993, 170 pp. A mi parecer, esta última autora, tiende a revalorizar la posición agramontesa, desdibujada en otros estudios. Efectivamente –y es mi opinión- los clanes de agramonteses e beaumonteses eran igual de navarros, y no tienen relación con nuestros días. Tampoco la tiene el hecho que en 1512 fuesen tropas de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya las que junto con las castellanas invadiesen el Reino a sangre, fuego y cuchillo (con el paso del tiempo se lo perdonamos –tengan a bien el chascarrillo-). Omitimos la bibliografía de los clásicos más o menos modernos (Moret, Alesón, Oihenart, Zuaznávar, Correa, Boissonnade, Desdevises du Dezert, Terrateig,) conocida por todos y a algunos eúskaros que fueron más literatos y eruditos que historiadores.

(DdN, 21-VIII-2006. Reconstrucción de la planta y la estructura del castillo de Amaiur, en Navarra, realizada por el guipuzcoano Iñaki Sagredo, autor de Navarra. Castillos que defendieron el Reino. A partir de 1512, el cardenal Cisneros mandó derruir numerosos de castillos, lo que se efectuó a las órdenes del coronel Villalba).

(DdN, 12-VIII-2007, "La Sociedad de Ciencias Aranzadi ha descubierto nuevos restos del castillo medieval de Amaiur y de su baluarte renacentista". El castillo medieval tenía una planta cuadrada y poseía dos torres circulares en los extremos. Don Jaime Vélaz de Medrano capitaneó la resistencia agramontesa. Algunos elevan a 200 su número, aunque Fortún lo considera excesivo, pues la fortaleza tenía 150 m2 y su guarnición normal no pasaba de tres docenas de soldados aunque podía llegar a 110. Según Fortún, el ataque duró tres días y los defensores pelearon con bravura. El beaumontés conde de Lerín, a pesar de ser enemigo de los agramonteses, no pudo menos de replicar: "señor, aquellos nabarros son". Maya se rindió el 19-VII-1522 y el virrey conde de Miranda garantizó a sus defensores la conservación de sus vidas).

(Monumento a los últimos agramonteses que defendieron a sus reyes legítimos don Juan III y doña Catalina. La mayoría de los agramonteses se acogieron a los perdones de 1523 y 1524 y regresaron a sus casas. Con buen juicio, un autor señaló el 13-I-2000 que los defensores de Maya no fueron ni "verdaderos patriotas" como dice la historiografía romántica y nacionalista, ni tampoco "traidores" a la nueva España).

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2. VALORACIÓN Y ENSAYO SOBRE EL V CENTENARIO.
PERMÍTAME EL LECTOR UNA VALORACIÓN. Considero que el tema del Congreso era de sumo interés y actualidad. Esto no significa abrir la puerta a banderías (de hacerlo, allá cada cual). Decir de sumo interés justifica social y científicamente el Congreso. Así, con motivo de “1512 (-1530)”, V. M. Arbeloa escribe: “Conocer bien los hechos de ayer y no fabricarlos desde hoy, para uno u otro objeto, es una condición elemental para poder hablar de historia” (“Diario de Navarra”, 20-VII-2009). Decir de suma actualidad apela a la función secundaria de la ciencia histórica, pero es algo real. Dicha actualidad implica aspectos como los siguientes:

1) Una concepción básica y natural de la filosofía sobre el tiempo y la transmisión humana.
2) Constatar que los navarros viven sus raíces, siendo siempre y en este sentido de alguna manera tradicionales, sea cual sea su postura, y constatar también que Navarra -como otros países milenarios- no es un Acto de "voluntad versus voluntarismo" ni "positivismo" (no en vano la voluntad quiere por y para algo).
3) Tener presente que la historia de Navarra ha estado siempre en la memoria colectiva, aunque haya aumentado su intensidad desde el final la tercera guerra carlista (1876) hasta la actualidad. Recordemos que los carlistas no eran unos "románticos" sino que mantenían realidades en sí, realidades vividas, derechos propios, una legitimidad dinástica al servicio de lo anterior, y una realidad Navarra anterior y superior a la voluntad de los asociados (o menor mancomunados).
4) Conjugar equilibradamente aspectos relacionados entre sí como son la autopercepción, el cúmulo de realizaciones variadas en el tiempo, la justificación de las actuales instituciones (LORAFNA, 1982), y, sobre todo, el amor al conocimiento del pasado en cuanto tal.

Sin negar estas diversas funciones secundarias de la ciencia histórica, el conocimiento del pasado en cuanto tal es el objetivo principal de la ciencia histórica, y a él se ha consagrado este Congreso.

VAYAMOS AL ELEMENTO DE ENSAYO. A mi parecer, el Congreso trató sobre un apasionante tema, ya se involucre Vd. en él equilibradamente, ya lo trascienda aunque haciéndolo de alguna manera un asunto propio. Trató de un apasionante tema, que debe ser tomado con sosiego ya que los apasionamientos en ciencia histórica no son buenos; que debe ser tomado sin romanticismos siempre subjetivos –ni los navarros de 1512 ni los carlistas de 1833 en adelante eran románticos-; y que debe plantearse sin un supuesto academicismo de quien estudia un tema correctamente pero sin sentirse lo más mínimamente interpelado por él, es decir, como si estudiase cualquier un tema cualquiera a sueldo. Con estos supuestos, puede decirse que el tema del Congreso era un tema “muy navarro” para los navarros, y “muy europeo” para la Europa de comienzos de la Edad Moderna, pues el caso de Navarra no fue el único en la cristiandad del momento. Al supuesto academicismo por “exceso”, que puede acabar en una petulancia endogámica, observaremos que reflejar una realidad supone intentar aprehender también el “alma” que ésta generó a lo largo del tiempo, esto es, comprender en profundidad a los hombres del pasado que de todas las maneras posibles se hayan involucrado en los acontecimientos mediante hechos jurídicos y obras, estudios, opiniones y criterios, imágenes y arte, lengua y anhelos.

Digamos también que casi han pasado 500 años desde los hechos estudiados: la conquista e inmediata incorporación de naturaleza “eqüe-principal” del Reino de Navarra a la Corona de Castilla en 1513 y 1515. Analícese la conquista, que lo fue y además a sangre, fuego y cuchillo –aunque hubiese pocas víctimas y poca represión-, en una época en la que los navarros estaban divididos en agramonteses y beaumonteses, clanes nobiliarios a los que les unía algo muy importante: el deseo de que Navarra siguiese siendo Reino “por sí”. Y lo consiguieron. Pero también es preciso analizar la otra cara de la moneda: la nueva realidad que se generó en 1513 y 1515, y en la que no se incidió tanto en el Congreso, esto es, la incorporación del Reino de Navarra a la Corona de Castilla. Este nuevo orden de cosas (cambio de dinastía en Navarra y de política exterior, y carecer en adelante del tribunal de la Inquisición) perduró hasta 1841, fecha en la que Navarra perdió contra todo derecho (salvo el de las Armas liberales) su naturaleza de Reino “por si” y con todas sus consecuencias. Los carlistas defendieron el Reino secular y hasta milenario, como parte de una civilización combatida por el liberalismo. No por esto fueron románticos, ni mantener esto les hará románticos. Esta pérdida de Navarra en 1841 fue mucho más dramática desde el punto de vista del Derecho Público navarro que la de 1512, y será el carácter Pactado de la Ley especial de 1841 y después de la LORAFNA lo que hasta hoy quede como único hilo conductor de la Navarra milenaria (1512, 1841 y 1982). Esto no se desarrolló en este Congreso.

Aunque quisiéramos, la convocatoria de un Congreso en una fecha conmemorativa no puede ser “aséptica” o carente de valores. Creo que nadie lo pretendió. En efecto, si, según algunos, la ciencia histórica no “sirve para nada” –en lo que se equivocan porque, hoy día y cada vez más, “todo el mundo” habla de Historia aunque sin saber-, llama la atención que los navarros en general sigan gozando de un profundo amor al conocimiento en cuanto tal de sus raíces y de las realizaciones de sus padres o mayores. Quizás se deba a la peculiar historia del viejo Reyno, a que no hay presente sin pasado, ni pasado sin futuro. Aunque no lo pretenda, el navarro es, visto desde fuera, muy tradicional. Aún en el supuesto que se quiera cambiar el “statu quo” actual. Sí, el conocimiento del ayer es “útil”: la única condición de semejante “utilidad” es que tan sólo –y es lo mínimo que se puede pedir- se busque la verdad. Que los resultados sean los que “salgan” de las fuentes, con tal que el historiador sea sincero y equilibrado, que busque la verdad objetiva, y que ponga los medios para ello, entre ellos –y esto es fundamental- el debido método histórico, que no es evidente por sí mismo sino que se aprende como parte esencial de una ciencia humanística y social como es la Historia.

(Libro de Armería nº 183. D. Luis de Beaumont, 4º conde de Lerín, condestable y Gran Chanciller de este Reyno).

(Libro de Armería nº 187, D. Pedro de Nabarra y Cueba, 4º Marichal y vizconde de Muruzabal de Andion, primer marques de Cortes)

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3. ENSAYO FINAL.
NUESTRA SOCIEDAD E INSTITUCIONES aprecian mucho las conmemoraciones. Bien está, porque ello puede mostrar que, en nuestros días tan globalizados y masificados, no nos sentimos huérfanos ni desarraigados, que la vida de nuestros padres (aita eta ama) y abuelos (aitaborce eta amorcia) sí nos importa, que nos autopercibimos como unos herederos, que la realidad no sólo es un presente inmediato sino que es mucho más vasta, compleja e interesante, y que la realidad "nos dice algo" y que le atendemos…

Pero también las conmemoraciones tienen posibles riesgos. Uno, tener un excesivo -por injustificado- interés que pudiera originar apriorismos y, dos, utilizar políticamente los hechos del pasado que de alguna manera se pudieran prolongarse hasta nosotros, sirviéndose de la historia como arma arrojadiza, descontextualizándola y otorgándole un valor de necesidad o determinación que aquella pudiera no tener (ni tiene). Por maravillosa que sea la herencia que uno recibe, siempre se puede tirar de hecho por la borda. Otra cosa es que hacerlo cueste y que, por de pronto, sea con un carácter temporal, pues al final la realidad subyacnte sale por sus fueros. Ninguno de estos dos riesgos se han vislumbrado en el presente Congreso, y también por eso nos felicitamos.

Seguramente, una de las peculiaridades de Navarra es que, hablen unos en un sentido y otros de otra manera sobre su ayer, en ambos casos no hacen sino reafirmar a Navarra en su carácter milenario, en su personalidad, y -al menos en algunos rasgos- en su profunda identidad.

Desde hace décadas, pueden vivir en Pamplona personas de fuera de Navarra, que se consideran tan navarros como los demás, e incluso se autoperciben como “navarros de adopción”. Bienvenidos sean, aunque a veces su postura pudiera ser una “pose” al percibirse, ellos y sobre todo, como "ciudadanos del mundo"(así se dice hoy por moda -¡ay de las modas por las que nos mostramos como no somos!-), al confundir el arraigo aparente con el verdadero arraigo, al pretender a toda costa eso de “ser admitidos en sociedad", e incluso al plantear cuestiones novedosas y hasta innovadoras que no renovadoras. El "ser de una comunidad" (no el "pertenecer" a una sociedad) no lo dan los años, y a veces no basta una vida entera. Y no pasa nada. Cada uno tiene su idiosincrasia (que realmente existe y, a despecho de los racionalistas, a veces muy acusada), aunque ciertamente hay cuestiones que son universales. Por eso no hay que "ocultarse" para no ser "tachado" de algo -de partidario e incluso partidista-, como si "ocultándose" uno fuese más "científico" y "académico". Basta situar las cuestiones en su debida dimensión, sin sobredimensionarlas. Insisto en que plantear estas cuestiones no es ser menos académico y universal, ni más romántico y particularista; y que gozar de un carácter propio o idiosincrasia (no pocas veces tan inaprensible como el espíritu) no es "ser" ni más ni menos que otros, sino “ser” en cualquier herencia recibida (incluso temperamental y/o genética), y en ese diálogo íntimo entre objeto-sujeto. Por eso es maravilloso saber que entre nosotros hay un "Hogar gallego" y un "Hogar cántabro"... Con esto queremos decir que los conmemoraciones sí importan ya al hombre en cuanto estirpe o familia (no ya generación o camadería)ya a las comunidades, aunque todo ello debe situarse en su debida dimensión. En este saber situarse está la gracia y la dificultad, que personas inteligentes y normales cubren con creces; de lo contrario asistiríamos a una indebida utilización ideológica de la realidad. Nada de esto es "nacionalismo" navarro sino "estirpe" navarra, lo que es muy diferente.

Las conmemoraciones pueden ayudarnos a ganar en humanidad y en humildad al relativizar más o menos aquella parte relativa de la realidad, y a mejorar los lazos internos y externos como comunidad y pueblo. Eso implica que no todo es relativo, salvo si lo comparamos -posición esta muy clerical, que he visto en personas que por otra parte huyen del llamado clericalismo- con el absoluto y presente divino. Nada más y nada menos. Me refiero aquí a los navarros y a Navarra. Por eso, mi brindis tanto a los agramonteses como a los beaumonteses de ayer. Ambos bandos nobiliarios y sociales quedan ya muy lejos para nosotros, pero los podemos guardar en el corazón. Y hasta aprender de ellos. Quizás ya queden hoy pocos que pudieran “hablar” con ellos, de tu a tu, como a sus antepasados.

Desde el comentario al Congreso científico y mi posterior ensayo,

José Fermín Garralda Arizcun
Dr. en Historia Moderna
(9-IV-2011)

(Íñigo de Loyola, capitán del emperador Carlos, defendió Pamplona y cayó herido el 20-V-1521. Monumento en piedra de Aureo Rebolé Eguaras, en 1950, sobre “la caída” de San Ignacio en Pamplona. Esta escultura era, a su vez, una reproducción del original tallado por Joan Flotats en 1907, y conservado en la Basílica de Loyola. Fotografía artística tomada por el autor (JFG) en marzo de 2004, tras una intensa nevada. El escudo del plinto de piedra es laureado, y si fue suprimido de dicho plinto por las nuevas modas iconoclastas, ahora también lo ha sido en la nueva estatua de bronce. En su día otros desmotaron castillos como el de Javier, el santo patrono de familia agramontesa al que todos queremos y rezamos en vasco o en castellano, pues ambos idiomas milenarios están muy dentro de lo español).

(Don Pedro Navarro, del valle de Roncal. Encabezó el bando agramontés tras la prisión de su padre, que se llamaba como él. Luchó en la batalla de Noain contra el rey Carlos y en Fuenterrabía en nombre de Enrique II. Restablecido por el rey Carlos en la amnistía de 1524, realizó una importante carrera de Armas. Fue uno de los capitanes más famosos en Italia, primero al servicio de España y después de Francia. Simbolizó la plena incorporación de los navarros a la nueva Monarquía española).


ADDENDA.
1. Sobre el Congreso, véase “Diario de Navarra” 22 y 23-III-2011 (p. 68-69 respectivamente) etc.
2. Sobre la aportación de Iñaki Sagredo, véase sus libros: “Navarra. Castillos que defendieron el Reino”, y “El castillo de Amaiur a través de la Historia de Navarra”. Vid. en “Diario de Navarra”, 21-VIII-2006 y 25-V-2009; y en “Diario de Noticias”, 14-VIII-2006.
3. Sobre los nuevos vestigios del castillo medieval de Amaiur y de su baluarte renacentista, “Diario de Navarra”, 12-VIII-2007
4. De la inauguración del nuevo conjunto escultórico de San Ignacio, réplica en bronce del original en piedra, se hace eco "Diario de navarra" (23 y 30-VII-2005). El motivo de la sustitución, acordada por el Ayuntamiento en 2003, fue el evitar actos vandálicos. Los actos vandálicos fueron en 1991 (desapareció la cabeza del santo), 1993 (una mano) y 2002 (otra extremidad).

(Escudo de Navarra bordado en una banda que perteneció a A.A.F. de la ciudad de Tudela, sin duda antes de 1937, que son las mismas cadenas tan queridas por los bandos agramonteses y beaumonteses; esta continuidad y permanencia que expresa qué es el secular y hasta milenario del Reino de Navarra).

P. D. Querido lector, muchas gracias por tu paciencia al leer estas líneas, en las que se diferencia claramente lo que es el comentario del Congreso científico desarrollado en Pamplona el pasado mes de marzo, de otras consideraciones de ensayo sobre el centenario de 1512. El año que viene también conmemoramos ese otro centenario que es el de la batalla (concebida como cruzada) de las Navas de Tolosa (1212) contra los almohades, en la que fue decisiva la colaboración de Sancho VII el Fuerte de Navarra. Espero tu respuesta e intercambios. Un cordial saludo, F. de M.

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