viernes, 3 de septiembre de 2010

Un nuevo libro SOBRE HISTORIA DE ARGENTINA
En el bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810
Recensión



LOZIER ALMAZÁN, Bernardo, Mayo de 1810. La Argentina improvisada. 1810-1860 Medio siglo de desencuentros. Ensayo histórico, San Isidro, Editorial Dunken, 2009, 85 pp.

Este libro es una importante aportación para el conocimiento histórico. Interesa propiamente en el ámbito de la investigación, pero también en el divulgativo entre el público lector generalista a ambos lados del Atlántico, concretamente el lector del mundo hispánico. Esta publicación sintetiza un intenso medio siglo de la historia de Argentina, y analiza clara y ordenadamente los importantes sucesos independentistas de la Revolución de Buenos Aires en Mayo de 1810.

En una época como la actual donde predomina la historia oficial, y se mantiene la inercia de los apriorismos y clichés acríticos e interesados, digamos que la historia narrativa, empírica y analítica que ofrece este libro, contiene implícitamente una crítica a la interpretación establecida, crítica esta inherente –ni más ni menos- a los hechos constatados, más no por ello buscada en sí misma.

En primer lugar y seguramente, el libro de Lozier Almazán será leído con gusto por el público argentino, pues analiza con mucho detalle el origen y naturaleza de la Revolución de Mayo de 1810, y los comienzos de la independencia o ruptura de Buenos Aires respecto a la Corona de España. Las páginas de esta primera parte están escritas con un especial cuidado y detalle, y arrojan abundante luz sobre la penumbra del pasado y las dudas de los historiadores. En una segunda parte, el libro describe las dramáticas consecuencias de dicha ruptura que, sin duda, entristecieron la vida de generaciones bonaerenses, así como de quienes habitaron el Virreinato de Río de la Plata o la incipiente Argentina, durante un vasto período de medio siglo. El desarrollo detallado de dichos acontecimientos responde implícitamente a la pregunta de si el pueblo argentino se configuró con ocasión de los sucesos de 1810, o bien ya estaba configurado como parte de la América española, con la identidad o peculiaridades específicas del Virreinato de Río de la Plata creado por Carlos III en 1776, es decir -y según diríamos hoy- si estaba configurado en una América prolongada como Hispanidad.

Es más, sin duda este libro también interesará al actual lector español, que tanto por desconocimiento en sus estudios de Educación Secundaria, Bachiller e incluso universitarios, como por influencia directa de la ideología dominante y ambiental del liberalismo, que incluye la “razón de Estado” y el “principio de las nacionalidades”, simplifica y hasta tergiversa los sucesos que originaron la separación o independencia política de los virreinatos y territorios americanos. Todo indica en el lector peninsular un inconsciente olvido de la enorme dimensión de los hechos sufridos en el continente americano, simultáneos a la guerra, dura y cruel, que los peninsulares mantuvieron contra Napoleón, el gran corso y “ladrón” de Europa, en defensa de la civilización cristiana, la independencia de su Patria, y el derecho y libertad de sus monarcas legítimos.

Lozier Almazán advierte con acierto la complejidad de lo real, así como la “intrincada maraña de conflictos” en el Buenos Aires de 1810. No escatima esfuerzos para identificar las diversas ocasiones revolucionarias, las diferentes élites y concepciones en lid, la diferenciación entre las élites revolucionarias y el pueblo tradicional o español que mantenía su fidelidad a la dinastía borbónica, la tergiversación de las palabras y la sutileza de algunos planteamientos movidos por las circunstancias, o bien la penosa gestación de Argentina como patria independiente entre 1810 y 1860.

Si la mitad del libro abarca los sucesos de la Revolución de Mayo de 1810, la segunda parte recoge -como si de una crónica se tratase- lo ocurrido en un largo medio siglo cuajado de desencuentros, conflictos y revoluciones. Estos problemas, cuyos protagonistas principales fueron las élites, son el resultado del carácter improvisado de dicha Revolución, aunque en este ajetreo, difícilmente sostenible por una sociedad configurada, también influyese la misma época romántica, la explosión revolucionaria a ambos lados del Atlántico (Godechot) y, sobre todo, el hecho de la fundación artificial del nuevo país, basada en la ruptura respecto a su pasado y su propia configuración tradicional, ignorada por el voluntarismo revolucionario y romántico.

El proceso independentista y configurador del nuevo país surgió y lo llevaron a cabo algunas de sus élites, y se desarrolló de una forma accidentada y a trompicones. Fue un proceso muy dilatado en el tiempo, desvelando Lozier Almazán la luz entre la penumbra en su detallado análisis. El proceso independentista estuvo desorientado en su origen, y sufrió algunos errores básicos en su planteamiento, como fue separar -e incluso oponer- la Argentina independiente de todo lo que es herencia española. Existe una afirmación que puede ser el componente ensayístico de este trabajo, que por otra parte se deriva mediatamente, a modo de conclusión, de los hechos constatados y comprobados en numerosas fuentes: Argentina, como hija de España, no tiene más remedio que reconocerse como Hispanidad, en vez de vincularse al espíritu revolucionario francés como deseaba el liberal radical Juan Bautista Alberdi.

Este libro está basado en fuentes bibliográficas y no en documentos manuscritos, ni en trabajo de archivo, por otra parte muy dificultoso debido a su amplitud temática y a la densidad humana de los acontecimientos narrados. Ahora bien, no pocas fuentes utilizadas son fuentes primarias, como son las memorias de los protagonistas de los hechos, que no obstante deben ser contrastadas y analizadas por el doble tamiz de la crítica documental e histórica. Tales memorias constituyen unos documentos de primer orden, y su crítica ha sido realizada por otros historiadores en base a fuentes archivísticas.

Diferentes motivos me permiten valorar este libro dentro de la disciplina histórica y no en el género ensayístico. Citemos al efecto las memorias utilizadas como fuentes primarias y criticadas por la bibliografía, la reconstrucción empírica de los hechos –de una crónica habla su autor-, el abundante aparato crítico, la inclusión de citas textuales de los protagonistas, el estilo directo y sobrio de la redacción, y la ausencia de juicios de valor. Si el texto es expositivo tiene mucho de argumentativo.

Otra cuestión, paralela a la ciencia histórica, es que este trabajo permita desarrollar una de las funciones secundarias del conocimiento histórico, como es “relacionar el pasado con el presente, a fin de que el lector pueda desandar el largo camino transitado, en los albores de este bicentenario, para extraer conclusiones y repensar nuestro futuro” (pág. 4).

El autor se ha mostrado a la altura de su cometido, como era de esperar si tenemos en cuenta sus méritos y los trabajos que ha publicado sobre el tema que desarrolla. Me refiero a sus estudios sobre Liniers, Beresford, Martín de Álzaga, los proyectos monárquicos en el Río de la Plata etc. Quizás esta fuese la ocasión de establecer conclusiones más generales.

Las conclusiones del trabajo parecen claras. Los hechos no son como los cuentan quienes hacen suya la posición del independentista moderado Cornelio Saavedra –jefe del partido de los Patricios-, Chorroarín, Anchorena o Castañeda, como si esa tendencia fuese la aplicación del derecho tradicional hispánico a unas extraordinarias circunstancias. De por sí, un historiador no hace suya la posición alguna sino que, como decía el profesor Federico Suárez Verdeguer, tiene por objeto desvelar el pasado tal y como puede ser conocido por las fuentes. Añádase a esto la improvisación inherente a la Revolución en el Buenos Aires de 1810, y la posterior desorientación y caos del nuevo estado de cosas durante largas décadas. Las conclusiones también nos muestran el error de separar la Patria argentina del denominado período hispánico, “creando (una) ruptura con su profunda raíz hispánica, tirando por la borda todo el legado espiritual y cultural”. Desde un punto de vista ensayístico, es “tremendo (el) equívoco ideológico” de repudiar a España y proclamarse “hijos de la Francia” como hizo Alberdi. Claro es que no todos los independentistas pensaban así.

Este libro es utilísimo particularmente para el lector español, al que no debiera pasar desapercibido el bicentenario de la Revolución de 1810 en Caracas o Buenos Aires, importantes emporios de la América española. En esta gran ocasión del bicentenario, debiera desarrollarse el conocimiento histórico y la proximidad espiritual, religiosa y cultural de quienes forman la Hispanidad, aprovechando el rigor, detalle y objetividad histórica como está concebido el libro de Lozier Almazán, así como su trabajo desinteresado y la amplitud de miras que el autor ha mostrado al escribir este libro que presentamos al público español en particular. Sin duda, vivir siguiendo una vocación y sin un interés crematístico particular, es la mejor manera de salvaguardar la verdad de un pasado fácilmente manipulable como tal.

Agradecemos al autor, Bernardo Lozier Almazán, por sus detallados análisis acompañados de una síntesis general sobre el espinoso y difícil tema histórico que trata, y su deseo de comunicar, establecer lazos de comprensión y aunar la Hispanidad de ambos lados del Atlántico.

José Fermín Garralda Arizcun
Doctor en Historia

Referencia. El libro se compra en la Editorial Dunken, Ayacucho 357 (C1025AAG) Buenos Aires, Argentina. Telefax: 4954-7700/4954-7300. E-mail: info@dunken.com.ar WWW.dunken.com.ar Precio: $45 (unos 10 dólares). También en el Museo, Biblioteca y Archivo Histórico de San Isidro. E-mail: losombues@fibertel.com.ar

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