El relativismo en la investigación y enseñanza de la
Historia
José Fermín Garralda Arizcun
Zaragoza, 22-IV-2023
Más
allá de los hechos, lugares y fechas propios del dinamismo de toda narración,
nuestra exposición incluye consideraciones y valoraciones, lo que obliga a
adelantar al lector un breve esquema de los pasos a seguir, con el objeto de facilitar su alcance y plantear futuras
aportaciones.
Dos
hechos actuales que expresan "la urgencia del tema" -una declaración sociológica (nº 1) y la ley de Memoria Democrática (nº 2)-,
dan pie para, a raíz de las aportaciones historiográficas desde finales del s.
XIX, plantearse qué es el relativismo en la investigación y
enseñanza de la Historia (nº 2.3.), y cómo se concreta éste en la evolución de los
manuales escolares en España desde comienzos del. S. XX.
En
realidad, el problema más importante y
central es otro, más básico y sencillo: "El problema central es España misma" (nº 3). Nos referimos a los motivos (nº 3.2.) por
los que, desde avanzado el siglo XIX hasta hoy, un sector cada vez más numeroso
ha ido rechazando -por seguidismo y modas, leyenda negra u opinión artificialmente
creada, o bien tomas de postura o convicciones personales-, la memoria sobre España y sobre la profunda
huella católica en el suelo patrio.
Acercarse
al pueblo español se logra conociendo los testimonios, decisiones y obras de sus propios agentes,
en vez de lo que nosotros decimos sobre ellos o nos interesa que hubiesen sido.
La
acción sigue al ser, por lo que los agentes de una España generalmente
católica ayer, se preguntaron qué debía hacerse en cada momento de crisis (nº 3.3.). Y
como en el ser influyen las
circunstancias, sin duda se plantearon qué es lo que se había erosionado (nº 3.4.) en la
vivencia de la Fe religiosa y de un catolicismo hecho cultura, así como las vías de dicha erosión (nº 3.5.) que, al parecer, desembocan en la actualidad.
A
modo de conclusión, se mencionan cuatro grandes etapas en la enseñanza
de la Historia (nº 4), de cuyo estudio se deriva todo lo anterior. Todas ellas resultarían hoy insuficientes, tres de ellas por aberrantes, y otra -tomada en su diversidad (1940-1970 con la ley de Educación de José Luis Villar Palasí)- porque se han realizado muchas mejoras en la investigación y la didáctica. ¿Qué mejoras?: por ejemplo, sobre el resurgir de la ciencia empírica tras 1680 en plena crisis de la monarquía hispánica en la península; las mejoras de la ilustración del s. XVIII en el ámbito municipal, acordes con la cultura católica y un espíritu tradicional; las diversas posiciones políticas -y no sólo dos, patriotas y serviles- en España tras 1808 y fechas posteriores; el resurgir educativo de la escuela católica y el movimiento social cristiano a finales del s. XIX; el desarrollismo económico, educativo y social del franquismo tras 1960; sobre la educación personalizada, los diferentes niveles de los contenidos y procedimientos pedagógicos etc.
Sigue pendiente comenzar una nueva etapa en los libros de texto
escolares, a pesar de las grandes mejoras formales -que no de los contenidos y no tanto de procedimientos- durante
los últimos decenios. Al menos, hace unos años, dos editoriales –Edelvives y
Casals-, realizaron, en alguno de sus textos escolares de mayores, un intento con bastante éxito en los contenidos y
procedimientos, que desgraciadamente no hemos visto repetido.
Para
el investigador aportamos al final un apéndice de naturaleza histórica, sobre algunos
agentes que se propusieron manipular la enseñanza con fines políticos.
Sobre esta mismo tema, y para quien desee profundizar, en breve ofreceremos un trabajo más extenso que lo desarrolle, donde se incluirá el estudio de manuales escolares anteriores a 1970.
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Hoy día, cada vez son más los que se preguntan sobre el pasado, con el acicate de los que hablan mal de él sin conocerlo. El historiador deberá dar respuesta a las preguntas, y luego cada cuál verá.
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1.
La urgencia del tema
Avanzamos
un testimonio sociológico actual: el de
“una juventud desarraigada que no conoce
ni su propia historia”.
Cuando
la gente de la calle quiere intervenir con iniciativas de cierta elevación, se
da cuenta de la ignorancia en el conocimiento de la historia. Es llamativo que
lo diga Roberto Vaquero, un comunista de lo que se llama Frente Obrero, al
tratar el tema geopolítico de la migración de Marruecos hacia España.
Para él, no tenemos por qué
aguantar el islamismo político, ni la islamización de España con la migración
buscada por Sánchez cada año. “De aquí a
diez, quince, veinte años ¿qué va a quedar de España? ¿Qué va a quedar de la
España que conocemos? España ha cambiado pero sin renegar de su pasado, de su historia, de sus costumbres, de
sus tradiciones, pero es que se está renegando de todo. La juventud española se
está convirtiendo en una juventud desarraigada que no conoce ni su propia
historia. Y eso es un problema. La gente me llamará fascista por esto, me
llamará xenófobo, me llamará de todo, pero es que no es verdad. Simplemente yo
estoy orgulloso de mi cultura (…). ¿Por qué estar orgulloso de ser español es
una cosa de fachas? (…) No hay que permitir que nos borren. No hay que
permitirlo”. Ni hay progreso perdiendo nuestra identidad colectiva, ni
todavía está todo perdido. (vídeo 2023)
Este
comunicador, que tan bien identifica parte del problema, nos dice que la ignorancia
de la historia de España ayuda a generar hoy situaciones políticas muy
dramáticas.
2. La ley de “Memoria histórica” o “Memoria democrática”.
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Biblioteca Menéndez Pelayo (Santander). Aquí hay muchas piezas documentales primarias. La historia se descubre en todo tipo de archivos.
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2.1. ¿Qué dice dicha Ley? Por esta
Ley, de hecho el Estado recoge su versión y método sobre el conocimiento de la historia.
¿Cuál?: la que le sea útil para su política. Si se retrotrae hasta 1931, es
porque –al parecer- desearía volver a la República instaurando la Tercera. Es
más, esta ley actúa contra la libertad del investigador y maestro, alumno y padres
educadores; actúa en contra de la verdad científica como permiten conocerla las
fuentes históricas. ¿Cómo lo hace?: pues inhibiendo y prohibiendo cualquier otra versión y
método, por fundado que esté. Algo así, sólo ocurre en España cuando las cosas
se tuercen, en Cuba, Venezuela o China.
Esta
Ley se presenta como un absoluto político e ideológico. Supone
e impone un relativismo intelectual y educativo, así como un totalitarismo
práctico desde una perspectiva que absorbe toda la realidad. Es expresión de la
ideología materialista dialéctica en estado casi puro, una ideología política con propósitos
revolucionarios, y ahora políticamente revanchista. Es paralela, en todo, a esa
otra ley sobre la llamada ideología de género.
Llamar
a esta Ley de “memoria democrática” es un eufemismo que no debe extrañar,
cuando se lleva al límite de imponer totalitariamente una versión de la
historia que, además, se demuestra falsa. Ojalá concediesen el beneficio de la
libertad en el ámbito de la investigación, como el beneficio de la duda en el
ámbito jurídico. No en vano, la base del materialismo dialéctico e histórico es la dialéctica de contrarios, el
conflicto, que hoy se origina de muchas maneras, y se hace con medios que ponen en entredicho la propia honradez y hasta se entrometen en la
intimidad personal.
Luego
comentaremos con detalle en qué consiste el marxismo aplicado a la
investigación y exposición didáctica.
2.2. La ley de “Memoria
Democrática” aplicada a los manuales escolares.
¿Qué
pasos se han dado en la sociedad durante décadas hasta hoy, en relación con los
manuales escolares de Historia?
Cada
paso se debe a “una hora de la verdad”, en la que muchos flaquearon. “La hora
de la verdad” exige optar en un tema importante, como eslabón de una cadena que
puede conducir y conduce a extremos insospechados.
Primero
se dejó hacer todo, in crescendo, en aras de la libertad, pero además sin contrarrestar la avalancha que se avecinaba.
Esto fue: ante todo libertad a los
libros ideológicos, primero por el qué dirán y luego por principio
práctico-teórico, y a la vez "vivir de rentas" y "no hacer nada".
Enseguida
se originó, aunque se rechazase en su origen, un ambiente social de relativismo –el “qué más da”-, para llegar
finalmente “al todo vale”: viva la ignorancia.
Tras
esto, no pocos libros escolares dieron por bueno el error sobre el pasado. Una
redacción ideológica, presentada con una indebida contundencia, ponía al lector disidente entre las cuerdas:
viva la mentira.
Así,
lo que se toleraba al comienzo, se generalizó e impuso de hecho, hasta “eliminar” la objetividad y no ideologización.
Finalmente
se ha impuesto por Ley una versión interpretativa de la historia, anulando la libre
investigación y dirigiendo los manuales escolares en una dirección muy precisa.
Imposición y además de errores. Las multas están a la vista.
Por
aportar un detalle, no es cierto que en 1931 se instauró la democracia en
España. ¿Por qué? Pues porque el sufragio universal masculino –otra cosa es su
control, como hoy- es de 1890 a pesar del "encasillado" y "pucherazo" de hecho, el PSOE se presentó a elecciones antes de 1931 y
ocupará un asiento en el Consejo de Estado con la dictadura primo-riverista, la
Constitución de 1931 y su desarrollo fue anticlerical y contraria a los
católicos españoles, fue la derecha parlamentaria la que buscó y apoyó el voto femenino, y un largo etcétera.
Por
lo que respecta a tener memoria y a retener los ambientes
creados y vividos, ambos son actos individuales e íntimos, no colectivos. El testimonio personal y quizás interesado es muy frágil por estar sometido a las lagunas individuales, a olvidos involuntarios -o voluntarios pero no por eso "culpables"-, a los nuevos sesgos que toma la vida y cambian la persona, forma de preguntar y un largo etcétera. También sería un gran dislate confundir la memoria del pasado con el pasado mismo, ya por lo anterior ya porque no son infrecuentes las sorpresas en las fuentes históricas ni en las lagunas del conocimiento individual.
2.3. ¿Qué es relativismo? ¿Por
qué la Ley de “Memoria Democrática” es relativista y totalitaria?
Los
términos relativismo y totalitarismo, no son opuestos. Un relativismo originario puede conducir y
conduce a la larga al totalitarismo.
La
pregunta del epígrafe nos lleva a esta otra, que es nuclear en el título de
esta ponencia: ¿a qué se llama relativismo en la ciencia y enseñanza de la
Historia?
El
relativismo, confrontándolo con la verdad del saber, se identifica con una constante falta de conocimiento
verdadero. Todo lo que no se ajuste a la ciencia y verdad histórica es
relativista -aunque no sea la intención- y a pesar que nunca se pueda saber toda la
verdad. Alguien dijo que la Verdad es divina y no está al alcance humano.
Esta
afirmación se completa con esta otra: en aras de la libertad científica, hay
que dejar las aguas sociales tranquilas, y alarmar sólo cuando se transmiten
clamorosos errores. Este equilibrio no es fácil. Sí, hay que estimular la libertad científica y su transmisión cuando se
aprecia la búsqueda de la verdad, cuando se relegan los apriorismos, y no se utiliza
el pasado como herramienta política.
Así
pues, el relativismo al que nos referimos se identifica con todo lo que sea ajeno a la verdad, y se
agudiza hasta el extremo cuando hay un
menosprecio ideológico –práctico- por ella, lo que es propio del materialismo dialéctico e histórico.
¿Por qué? (Ahora comentaremos en qué
consiste el marxismo aplicado a la investigación y exposición didáctica). Pues
porque subordina el pasado y las fuentes históricas al método de origen
filosófico o, mejor, ideológico, y no al revés, y porque utiliza la historia
como herramienta para deconstruir el
presente y construir el futuro. No es un conocimiento del ayer
lejano sino una praxis. Tampoco es un conocimiento científico porque parte de la filosofía, la que genera el "método" del materialismo
dialéctico y materialismo histórico, que tiene un carácter determinista y establece alienaciones, y,
con él, se interpretan las fuentes históricas que se manipulan de tal manera.
Por
ejemplo, hay quien piensa con fundamento que detrás de las exhumaciones del
Valle de los Caídos está la búsqueda de la confrontación entre los españoles y la IIIª República en
España. Si esto se sabe fundadamente, y todos lo callan para que no ocurra este final… es como este llegará. Y luego dirán que su advenimiento era inevitable.
La
ideología marxista crea un contra-conocimiento e inversión de lo que se
conocía, lo que abre la puerta a que todo
sea posible.
Tan
posible que, al ser el marxismo una
ideología también totalitaria, impone una interpretación particular y política del
pasado a toda la población, anulando las libertades más básicas,
politizando (relativizando) los fenómenos, e imponiendo el futuro.
Sin
embargo, la ley de “Memoria democrática” también es relativista por otros
motivos.
Primero,
porque es un fruto final de la politización generalizada, sobre todo de aquello
que por su naturaleza no es político, como la ciencia histórica o del pasado
lejano. Además, la democracia es de todos (personas, métodos, interpretaciones) o no es de nadie.
Segundo
–y como pregunta-, porque si la Ley impone el resultado de la investigación, prohíbe
que se enseñe algo distinto a lo que quiere el Gobierno, en un tema opinable
ante la verdadera ciencia, ¿será porque el Gobierno tiene miedo a la verdad, y no está seguro de la que dice tener?
En
tercer lugar, la Ley que comentamos es fruto de una cultura relativista que pone en solfa la verdad, y niega la
capacidad de la objetividad histórica
y de un conocimiento verdadero porque probado. Sobre la objetividad histórica
se ha escrito mucho y nosotros creemos que sí es posible siempre que se cumplan
ciertas condiciones.
Si
no se busca conocer la verdad, se busca lo utilitario,
por ejemplo como un trampolín para el totalitarismo e imposición de la propia versión
que se reconoce politizada.
Hoy
parece que el ciclo ha terminado.
La
actual ley de Memoria democrática, no se combate anulando el conocimiento del
pasado, ni insistiendo sólo en que cada cual afirme lo que quiera. Ya hemos
señalado la importancia de la libertad científica y la buena fe, máxime cuando la
sociedad no es indiferente, sino que quiere que se descubra y transmita la verdad, y conocerla activa y no
dialécticamente. Lejos de manipular las fuentes, método, conocimiento
histórico, tampoco la enseñanza de la historia debe utilizarse como herramienta
política. Muchas veces esta manipulación “ha colado” por el miedo que origina
quien por su rotundidad y los vocablos utilizados, con una intención práctica y
actualizadora, llegando incluso a la descalificación personal, busca poner
entre las cuerdas al profesional y maestro que llaman peor que discrepante.
Así
como los revolucionarios se cargaron la IIª República española, por identificar
a ésta con la Revolución en el ámbito social, pasará el tiempo y algunos podrán
denostar la democracia que impone la ley de “memoria democrática”, al
identificarla en realidad con la acción revolucionaria.
3. El problema central es España misma.
3.1. El problema central. El
problema central de la investigación y transmisión de la historia en el ámbito
escolar y académico, no es el relativismo, pues este es lisa y llanamente un
procedimiento, aunque inadecuado.
El
problema que decimos central, abarca los siglos XIX y XX. Se trata de hacer
imposible, con el olvido, los desenfoques y hasta la tergiversación, una conclusión
sobre qué es o qué fue España, cómo transcurrió la vivencia de la Fe católica en su suelo,
y el grado de compenetración entre el pueblo y la fe religiosa: una España sin
la Fe católica dejaba de ser, en la práctica, España.
El
historiador demuestra que España no fue pagana –racionalista y naturalista, liberal
o socialista-, sino católica, reflejando así al pueblo como persona moral.
Este
problema primero afectó a ideología liberal
y luego a la marxista que le sucedió. La primera parecía negar lo anterior a priori, por su voluntarismo raíz, su
individualismo y relativismo en la concepción de la vida social. Más aún, los
historiadores del s. XIX –cuando la Historia aún no era una ciencia- estaban
influidos por su época y entendían el pasado desde los presupuestos de la
revolución ideológica y política liberal, haciendo sus propios juicios, en vez de retratar lo que vivieron las
personas del ayer histórico.
Dando
un paso más, la ideología marxista afirma
que la historia de la religión se reduce a las relaciones de producción, y que la
religión –“el opio del pueblo”- es la excusa para utilizar eficazmente al pueblo
alienado a beneficio de las estructuras capitalistas de poder.
Dicho
esto, es fácil entender que estos apriorismos perjudican el conocimiento y
enseñanza de España y también la culturización de la fe católica.
3.2. Los motivos para quebrar
la memoria de España.
Por
cuatro motivos, quien tenga ojeriza a la religión católica, también puede
tenerla a España, y puede estar inclinado a rechazar
el anclaje de ambas –religión y patria-
en la memoria de sus ciudadanos. En realidad, ambos términos de enemigo y rechazo, los impuso la superficial seguridad del racionalismo y enciclopedismo del siglo
XVIII.
Dicha
ojeriza encontrará un primer motivo cuando la religión católica rechace ser una
ideología, y se afirme como tal religión,
y la única verdadera, con exclusión de cualquier sincretismo religioso. Como
la religión católica se profesó ferviente y mayoritariamente en España, y esto
no gusta a los que se han alejado de ella o creen que los bienes materiales son
los primero en esta vida… denostar a España y la Iglesia en una supuesta huida
al pasado, podría compensar el forzarse a respetarla en el presente.
El
segundo motivo es que la Fe católica tiene la capacidad para hacerse cultura en países con casi 1.500
años de historia como España (desde 589). Como ello protege la Fe, quizás esto tampoco guste al petulante criticismo racionalista
Tercero,
España nació a los pechos de la Fe
católica. Menéndez Pelayo, Laverde, Vázquez de Mella y tantísimos otros, tenían
razón al afirmar que cuando la unidad católica desaparezca, España entrará en
descomposición. Por eso, allá donde esté la verdadera España, habrá un defensor de la Iglesia, por fe religiosa, por
cultura y por necesidad política, y tal defensor podrá ser
fácilmente calificado como enemigo por el criticismo racionalista y liberal.
En
cuarto lugar, cuando el mal moral rechaza particularmente el mayor bien, rechaza a España en
calidad de amazona y defensora de la Fe católica, que dio todo el continente americano
a la Iglesia católica en una civilización síntesis en su mestizaje. España fue el
imperio más importante del mundo y espiritualmente sigue siendo una gran
potencia como Hispanidad, cuyos espacios y gentes todos debiéramos admirar en el globo terráqueo.
Recordar
esto puede responder a una de las funciones
secundarias de la ciencia histórica, esto es, puede animar la fidelidad a dicha Fe religiosa. Por el contrario,
quien tenga de veras ojeriza a la Fe católica o no la quiera preservar como lo
principal –oiga, primero es la paz de los negocios-, pondrá todos los medios
para que el pueblo español olvide su historia, sujetándolo así en su desvío.
A
nosotros nos satisface decir simplemente que el ayer profundo de España –tradicional
y católico- era muy bueno, que procedemos de él, que por doble motivo –por su
bondad y nuestra procedencia- lo respetamos y amamos, lo que puede animar a
vivir la fe católica y a recuperarla en el presente. Por algo a quienes hicieron
la revolución liberal y luego marxista –su heredera- les cuesta permitir que se desvela la leyenda negra.
3.3. La pregunta de los hombres
del pasado: ¿qué hacer?
Muchos
españoles de todos los signos superaron los lamentos, e intentaron vivir en plenitud, recordar, ser firmes y trabajar. Me explico.
Quien vive, puede ver las situaciones y
problemas con una gran nitidez, aunque, según el refrán, muchos tengan ojos y no
vean porque no quieren ver.
Pensar
que cualquier tiempo pasado fue mejor o caer en el mito del progreso, no ayuda a ejercer rectamente la capacidad del recuerdo. Lo que anima a él es ver con estupor cómo se cumple lo que los mayores en edad anunciaron que iba a pasar, por qué, y
para qué.
Reconocer el sufrimiento de una tremenda crisis , y estar en trance
entre el ser y el no ser, exige ser firmes.
Al contemplar las raíces del frondoso árbol al que se asemeja una comunidad
milenaria, los españoles y sobre todo los católicos españoles podían pensar que
aunque España pareciese en un tris de
desaparecer, revivirá. ¿El reto? Evitar el coste que eso supondría semejante trances.
Como
el hombre está hecho para trabajar o
transformar mejorando su presente, también
puede intervenir para evitar la ignorancia
y manipulación de la Historia –relativismo se llama-. También puede intervenir para que el conocimiento del pasado no se utilice como un instrumento
para la deconstrucción general de la sociedad y la posterior aparición de no
sabemos qué. Recordemos los ensayos de Francis Fukuyama –que ya es un señor
profesor mayor- que tanto alarmaron a algunos, ¿Es fin de la historia? (1989) y El fin de la historia y el último hombre (1992).
3.4. Qué se ha erosionado.
Para
saber cómo vivir cada momento en crisis, conviene saber qué se ha erosionado. Que ayudar
a vivir sea una de las funciones secundarias de la ciencia histórica, lo advierten fácilmente quienes se dan cuenta de la enorme crisis actual, los que se preguntan sobre la realidad pasada, y quienes desean conocer qué virtualidad tiene ésta última para hacerse presente como expresión de la propia vida. La tendencia de las sociedades a la continuidad por seguridad, agradecimiento y afán de superación, es muy fuerte.
La
ignorancia de la Historia es un elemento
más de un todo entendido como
contra-Cristiandad. Es contrario a
las grandes comunidades nacionales como España, pues no en vano se configuró en, por y para
la Cristiandad. Una ignorancia tal no es casual, sino que ha sido buscada.
La
Cristiandad no debiera desaparecer de la memoria de los grandes pueblos que la
formaron, ya como un tiempo que fue, ya para inspirarse en su ejemplo civilizador. ¿Por
qué? Sencillamente porque lo que se ha llamado la Cristiandad fue hechura de la Iglesia católica, que
fermentó la materialidad de los pueblos que aceptaron el bautismo. Porque fue una realidad ejemplar de siglos que incorporó
los numerosos pueblos que asaetaron y asaltaron sus fronteras –germanos, eslavos, húngaros,
búlgaros, pechenegos… Fue el contraste
con el resto del mundo pagano, situado al exterior, para ganarlo para Cristo, alfa y omega; nos referimos al Islam, India, China y el África
negra… Por último, la mera consideración de la Cristiandad anima a no partir de cero, a revisar planteamientos, a la imitación y es motivo de
inspiración para salir de la crisis
actual.
3.5. Las tres vías de erosión y
sus frutos.
De
seguir el lenguaje actual, hay varias vías de deconstrucción (destrucción),
todas ellas simultáneas y paralelas, que forman un ciclo temporal de plazo largo.
La primera vía
fue desvirtuar la memoria a la vez que paralelamente se ensalzaba a los intelectuales anticristianos e ignoraba a los católicos, según
acordó la masonería internacional en París en 1937. Esto fue un hecho que llamó
la atención a importantes personalidades en España, que dieron la voz de
alarma, por ejemplo algunos obispos en 1953 y 1960. Se fue diluyendo la fe hecha cultura, a través del
estudio de la literatura española, la Historia de España, la difusión de la
leyenda Negra, y la paulatina ignorancia a la que coadyuvaron diversos
elementos.
La segunda vía
fue la infiltración materialista y
dialéctica en el clero, que fue desvirtuando
la
fe católica.
La tercera vía, fueron
las consecuencias de la historiografía liberal y luego la marxista, que desvirtuaron
la ciencia histórica y su enseñanza.
Las revoluciones liberal y marxista, de ideología consolidada, no triunfaron en vano. De ahí que, cuando
se buscaba conocer el pasado, se partía de los parámetros vitales de la
revolución liberal y marxista, en vez de la perspectiva de los españoles de cada momento, de lo que ellos vivían, hacían y decían de sí mismos. Acercarse al pasado no es para que hacerle hablar con el lenguaje del presente.
Era el mismo planteamiento, perspectiva o método, lo que vulneraba la memoria
según las fuentes históricas, que ya en un somero estudio desvelan la realidad católica, la entidad nacional y la unidad política de España, con
sus propias peculiaridades respecto a otros pueblos de la vieja Europa. En efecto,
en la historia se forjó una vivencia concreta de la fe católica –íntegra, firme
y militante, universal y expansiva-, la
nación española se forjó en la religión –un reto llamado al fracaso sería
buscar concebirla ahora de otra manera-, y la unidad de las Españas lo es en la
diversidad política, al estilo de los Reyes Católicos y la Casa de Austria,
quizás gracias a la fuerza y peso de la Edad Media. Se vio que el uniformismo y
estatismo liberal, al parecer inocuo en su origen dieciochesco, ha derivado en
una falta de inteligencia o acercamiento común y en un desasosiego insolidario entre los pueblos de
España.
Al
relativismo que supone cualquier alejamiento de la verdad, según la verdad
misma conforme a las fuentes históricas, el marxismo añadió sobre todo la
falsificación del método histórico, la difusión de sus resultados de una forma militante y propagandística , y un
notable espíritu de victoria, propio de quien cree tener las llaves del Reino para desvelar el
pasado y construir el futuro.
Desde
hace décadas la historiografía de herencia liberal y de factura marxista, ha vulnerado
el conocimiento del pasado de la España
católica, al rechazar a priori que la religión católica sea el principal elemento de unión los pueblos de
España, en vez de la voluntad
nacional o bien las relaciones económicas de producción respectivamente. Los
liberales de talante católico deberían advertir que identificar la necesidad de la religión para que España siga existiendo, no significa politizar
la religión, pues nunca España se confundió con lo que es propiamente la fe
católica, aunque se comprenda el énfasis en no vincular la suerte de la
religión a la suerte de España. Es el acabado de la religión en las tierras de
España lo que perjudicaría la unidad de España, y no al revés.
Desde
hace décadas se ha ido vulnerando el conocimiento del pasado de España como nación, entendida a lo tradicional. Se vulnera
si se identifica con la soberanía nacional y liberal, cuando dicho Estado
liberal se impuso con las armas en el s. XIX, o una España plurinacional al estilo moderno, como suma de soberanías nacionales
que están trayendo ahora artificialmente.
También
desde hace décadas se ha vulnerado el conocimiento del pasado de España como
una unidad básica política, al
identificarla unos y otros con el Estado liberal –monolítico y centralista- o una
España pluri estatal (federal o confederal).
El
hecho de quebrar el conocimiento de lo
que fue España, colabora en la quiebra de la España de hoy, no porque
siempre deba ser así -una cosa es recordar y otra construir-, sino porque
España atraviesa una gran crisis, y es antinatural negar la continuidad de los
pueblos milenarios. La experiencia indica que tirando por la borda un pasado que
une a todos, en momento de crisis, ésta última se agrava, y se avanza hacia la
guerra civil.
Para
concluir, el actual desconocimiento -investigación y enseñanza- de la
Historia, quiebra la memoria de una
España fundada en la religión católica –España será católica o no será
España-, de ser una nación en sentido
amplio y castizo, y de ser políticamente una en su variedad.
¿A qué se ha llegado? Las
tres vías citadas han convergido en:
1.
Arrancar la memoria es arrancar parte de
la realidad presente e impedir lo que se debe recuperar.
2.
Ensalzar a los intelectuales anticristianos y
callar a los católicos es ir arrancando la
fe hecha cultura.
3.
Infiltrarse y trastornar al clero es ir arrancando la fe.
4.
Imponer de forma totalitaria una versión
absolutamente relativista (y errónea en grado máximo) por su contenido y método, lo inició la ideología liberal desde la política creando una historia oficial,
y lo consuma la Ley de “Memoria Democrática”, arrancando la misma libertad.
4. Etapas en la evolución de los libros de texto escolares.
Es una conclusión de ciencia
histórica que España dejó de ser tal a medida que fue menos católica. España fue y sigue siendo una nación en la variedad, y tuvo una unidad
política al estilo español. Esto es lo que fue y a nadie
le debe resultar nuevo. Una conclusión tal no
es poner el carro delante de los bueyes. Es una
conclusión de conocimiento histórico fundado en fuentes históricas y en hechos identificables y persistentes en el tiempo. Lo que sea
hoy o mañana, no le compete al historiador, aunque una de las funciones
secundarias del conocimiento histórico sea iluminar el buen hacer en el presente y el futuro.
Las
etapas del conocimiento y exposición de la historia son las siguientes:
A)
Los intelectuales politizados liberales,
a quienes favorecía la inexistencia de una ciencia histórica en el s. XIX y
comienzos del XX, crearon una historia oficial que tergiversaba la tradición
española para dar únicamente carta de ciudadanía a lo defendido por la costosa Revolución
liberal. Se ignoró que el pasado pertenece y lo marca la generalidad de los españoles que
lo vivieron, y no sólo las oligarquías dominantes de una época. Se comprende que
quienes hicieron la revolución liberal con la fuerza de las armas, quisieran
convencerse que el pueblo estaba con ellos, y que era como ellos deseaban que
fuera, para así justificar la representatividad anunciada por las nuevas
instituciones. En ello se equivocaron porque la España real y la España oficial se fueron alejando progresivamente. Dicha historia oficial fue abiertamente antitradicional, por lo que sobre todo fue anticarlista. Por lo dicho fue compresiblemente favorable a la Revolución y al sistema liberal, mantuvo en general la leyenda negra, y se ocultó tras 1931 para reaparecer de forma intermitente como los ojos del Guadiana.
B)
Tras 1940, la exposición de tendencia liberal
redujo su influencia. Si hacemos varios grupos de libros, quedó latente en un primer grupo a pesar de ciertas correcciones basadas en calificativos puntuales, algún juicio genérico, y
el aplauso implícito o explícito a su presente. Tras 1970 reapareció con fuerza.
Un segundo grupo de libros para alumnos de preuniversitario, narraban el pasado desde el punto de vista de los españoles que lo vivían.
Esto era lo correcto, conforme a las fuentes históricas, a las que se debe
seguir, sin desde luego determinar el futuro. Los españoles de ese momento en general, conectaban y expresaban la España de siempre. En estos libros se empezaron a corregir
afirmaciones, se habló del anticlericalismo, laicismo y secularización, se fue a
los orígenes del problema, se recogía la
postura de la Iglesia, así como el movimiento obrero y educativo cristianos, y se especificaba qué deseaban los combatientes
de tres guerras carlistas y los participantes en otras guerras...
Pero no sólo fue esto, pues también en este segundo grupo de libros ,y quizás para cumplir con la función
secundaria de la Historia en los momentos críticos de rehacer España tras 1940, se ponían ciertos adjetivos, se advertía la
naturaleza de las revoluciones modernas –protestante, liberales, marxistas y
anarquistas-, y finalmente se insistía en las instituciones de su presente. Si
esto último podía calificarse de propaganda, respondía a una educación capaz de
evitar revoluciones como las experimentadas en el pasado, y también a la función
secundaria de la enseñanza de la Historia. Entendemos que esto último no era manipulación ni propiamente
adoctrinamiento, porque su contenido informaba del presente en unas pocas páginas, los juicios (algún adjetivos o alguna frase) eran muy escasos, y se localizaban con mucha facilidad, no era subliminares ni implícitos, y además eran aceptado por la población en general.
C)
Con el tiempo, hacia 1970 fue regresando la historiografía del régimen liberal y simultáneamente se fue imponiendo con fuerza una historiografía
marxista que ya hemos comentado. Esta incidía más de lo que parece y sin advertirse, debido a un enfoque metódico más que cognitivo. Más que en algún adjetivo, la tendencia se advierte en sustantivos y verbos de acción, en lo se calla y desarrolla, y al tergiversar tendencias y hechos.
Las
actitudes en educación tienen su interés, pero las impuestas en las sucesivas
leyes educativas pecaban de exceso, así como de adoctrinamiento por ser
subliminales al recorrer toda la educación. No es lógico acusar a los libros
anteriores a 1970 de adoctrinamiento y no decir lo mismo de los posteriores.
Repitamos
que los manuales de texto por lo general debieran narrar qué afirmaban los
españoles del pasado de sí mismos –con o sin voz-, qué decía la Iglesia tan
escuchada por ellos, y cuáles fueron los hechos según las fuentes históricas y
el debido método histórico.
D) Hoy
esto culmina con la ideología nacionalista-separatista, impuesta
desde las CC.AA. y el Estado. Una vez quitado a Dios y Su Iglesia, a veces ni
siquiera existe España. Los planteamientos son muy descarados y abiertamente
políticos.
Como
esperanza de futuro, a finales del s. XX hubo algunos manuales de bachillerato buenos
en contenidos, y con mejoras en el ámbito de la didáctica. Como es mucho lo que
se ha investigado en el ámbito de los contenidos y la didáctica, el reto de mejora considerado como una emergencia, está planteado.
Conectando con lo señalado al principio de esta exposición, nos
llama la atención que el arzobispo de Valladolid, Excmo. Luis Argüello, haya
comentado en su Sermón de las Siete Palabras del presente año 2023, que en el
imperio tecnológico tejido a nivel mundial, “se ha eliminado la distinción
entre lo verdadero y lo falso, la realidad y la ficción”. Más aún, y esto se
encuentra en relación directa a lo expuesto en esta ponencia, advirtió que hay
un poder que trata de construir un sujeto que trascienda sus limitaciones, de
deconstruir nuevas identidades sociales y política, para lo que primer trata de
“deconstruir” la persona, el matrimonio, la familia, la historia o la propia
identidad nacional.
Además de los contenidos, son esenciales los procedimientos generales y propios de la ciencia o área. Sobre todo ello y su didáctica, se ha trabajado mucho y bien en algunos proyectos escolares, en los que se establecían diferentes momentos de aprendizaje y evaluación, y niveles didácticos bien sistematizados.
La factura de un libro debe estar en consonancia con los anterior. Así, a diferencia de lo que ocurre, los manuales deben invitar a una lectura reposada para que el alumno extraiga lo conveniente. No debieran dar síntesis y procedimientos hechos sino planearlos como trabajo personal del alumno. Es preciso
evitar elementos distractivos, un exceso de imágenes, de cuadros sinópticos y de
doble entrada, un exceso de apéndices con textos, de imágenes, de cronologías más allá de la línea
del tiempo etc. La abundancia y complejidad no es lo más apropiado. Lo mejor es la tendencia a la sencillez, pues todo lo que sea la excelencia debe ser ampliado, desde luego teniendo muy en cuenta las aptitudes y preferencias de cada alumno. Es necesario evitar que el manual derive en una pequeña enciclopedia y que exceda en mucho los conocimientos y procedimientos necesarios. Las editoriales deben hacer un ejercicio de sencillez y humildad.
Las actitudes tienen su interés, pero deben
ser tan básicas como el respeto por la propia historia, sin sesgar los amores más nobles de los hombres del pasado.
Apéndice I: Elementos de la
masonería y el marxismo en el pasado histórico, como agentes del relativismo en la enseñanza de la
historia.
El
relativismo en la investigación y enseñanza de la historia tiene diferentes
orígenes. Ya se habla de la herencia de la revolución liberal en España, en la
que se siguió el ambiente creado, a los maestros directamente influidos por
aquella y los manuales difundidos en su momento. Luego se sumaron los grupos de
presión (lobbies no regulados), que iban más allá el conocimiento a través de
las fuentes históricas y el método adecuado de estudio. Por las fechas, hablar
de ello es parte de la labor del historiador, y hay algunas pruebas muy
sugerentes que no deben dejarse de omitir.
Para
Menéndez Pelayo y otros, las ideas y las prácticas heterodoxas que se
extendieron por España, procedían casi siempre del extranjero, aunque tuviesen
sus promotores internos, dentro del Estado y mucho más tarde en la Iglesia.
En
cuanto que afecta directamente a la educación de la juventud, existió un plan
de la masonería internacional, con
hitos en 1937, 1953, y 1967 y textos muy conocidos.
En
1937, ya en plena guerra, líderes de la masonería internacional se reunieron en
París y acordaron trabajar para borrar el signo católico de la Cruzada y de
España, y ensalzar los intelectuales anticristianos. Así lo denunció Mons.
Zacarías Vizcarrra en la revista “Ecclesia” de 1954 (1). La memorias de Vegas
Latapié hablan de los muchos masones que quedaron emboscados tras la guerra, y
hasta persiguieron a otros masones arrepentidos (2). En 1953 el obispo de Astorga señaló públicamente que la inspiración
masónica estaba actuando:
“Es
todo un plan concertado para perder a España, con la impiedad de la falsa
ciencia y la procacidad de esa moderna literatura, completadas con la
inmoralidad de los espectáculos, de las modas y de las costumbres públicas;
plan que viene desarrollándose sistemáticamente en nuestro país, en sospechosa
coincidencia con otra campaña de desprestigio de todo lo genuinamente español
que se realiza en el extranjero, lo que hace pensar en la existencia de una
verdadera conjura de hondas raíces internacionales y de posible inspiración
masónica, cuya finalidad esencial sería la destrucción de nuestra unidad
católica” (3).
Ahora
bien, esto no quita para que cierto autor indicase que no todo lo que perjudicaba
a la religión se debía a la influencia masónica, sino que existían otros
muñidores e “inconscientes colaboradores que favorecen a maravilla a los planes
masónicos”, en este caso en contra del buen hacer de los 899 colegios de la
Iglesia en España. Los católicos podían destrozarse mutuamente en este campo,
mientras los masones, más dados a planes elevados de largo alcance, “planearán
otras destrucciones y lanzarán los tiros por otro sector” (4).
Algunos
obispos dieron la voz de alarma de que “Es todo un plan concertado para perder
a España” (1966). Al fin, la
masonería aplaudió la ley de libertad religiosa en 1967.
En
segundo lugar, el comunismo de Moscú
–y después de Pekín- se infiltró muy
calculadamente en la Iglesia. Su capacidad de propaganda y utilización de la
mentira resultaba algo portentoso.
Engañó a muchos católicos. En noviembre de 1959, la editorial de “Hechos y
Dichos” comentaba por extenso “Las máscaras del comunismo”, y, refiriéndose a
la política de Kruschef, decía:
“Para
seguir representando su perfecta comedia el hombre ateo confeso, materialista,
ha invocado con frecuencia a tradiciones cristianas y ha pronunciado repetidas
veces el nombre de Dios”. Cita varios ejemplos. Y continúa: “Todas estas s y
ficciones comunistas resultan perjudiciales a largo plazo, cuando la gente se
persuade de la falta de sinceridad. Y si los comunistas no se tienen a sus
compromisos, sino cuando los consideraron de su utilidad, como comentaba
L’Osservatore Romano, hay que desconfiar mucho de las buenas palabras, y
esperar a que hablen os hechos”. “Esta doblez y mascarada comunista se repiten
todos los órdenes La gran capacidad de propaganda y la actividad de sus agentes
(…)” etc. (5).
A
continuación, en noviembre de 1959, la misma revista comentaba por extenso la
experiencia de los sacerdotes-obreros, para a continuación glosar el viaje de
Kruschef a EE.UU. En la crónica del viaje, el autor ponía las intenciones del
mandatario ruso al descubierto, tales como anexionarse nuevas naciones por
medio de la llamada coexistencia pacífica, y la promoción de la inmoralidad.
Por eso, era una hipocresía que en su viaje, el secretario general del PCUS
exhibiese una pretendida moral pública poniendo “al descubierto una de las
mayores lacras que mina la existencia de la sociedad burguesa”: la pornografía
y la inmoralidad (6). El cambio de
táctica comunista, a modo del abrazo del oso, se refleja en la toma de postura
de los comunistas españoles. ¿Qué dijo Dolores Ibarruri, (a) La Pasionaria, en el Círculo Julián
Grimau de La Habana en Cuba?:
“Actualmente,
nosotros sabemos que por la fuerza nada podemos conseguir. Pero existen otros
medios para obtener la victoria; mezclarnos con ellos –los católicos-. Muchos
de los nuestros están situados en puestos de responsabilidad en las filas
católicas. Estos abrirán el camino a los demás… El fanatismo de la fe va unido
a los españoles. Invocado el nombre de Dios les podremos manejar. Por ello, es
necesario no herirles en sus sentimientos católicos hasta que nosotros podamos
imponer nuestra ley. Las nuevas tendencias que han hecho su aparición entre los
católicos franceses, totalmente divididos, puede ser nuestra gran solución para
España” (7).
La
misma táctica del comunista que se presenta bajo el signo de la Cruz, había
sido recordada por Federico Wilhelmsen en su introducción a su libro El problema de Occidente y los cristianos (Sevilla,
Ecesa) en 1964. Dice así:
“Pero
esta vez el comunismo no llegará a España quemando iglesias. Los comunistas han
aprendido mucho de su derrota de 1936-39. Esta vez, los comunistas vendrán con
la cruz de la paz y con palabras suaves, a fin de engañar al pueblo español. EL
comunismo ocultará sus designios y aún su propia existencia, Trabajarán a
través de otros partidos políticos hasta que llegue su día, hasta que el
momento de resistencia, por parte de los católicos españoles, haya pasado,
hasta que no haga falta incendiar iglesias y conventos” (p. 11).
Esto
no era nuevo, pues durante varios años, el editorial de “Hechos y Dichos”
alertaba sobre las trampas de los comunistas, sus múltiples caretas, y sus
engaños en su afán de conquista imperialista de todo el mundo. Esto es
historia, y son abundantes los testimonios, que omitimos en aras a la brevedad.
Notas:
(1) VIZCARRA
Zacarías de, “Peligro para el bien común”, Rev. “Ecclesia”, Madrid, sábado
20-II-1954, p. 8 (204) – 11 (207).
(2) VEGAS
LATAPIÉ, Eugenio, Los caminos del
desengaño. Memorias políticas (II) 1936-1938, Madrid, Tebas, 1987, 530 pp.;
íd. Memorias políticas 1938-1942,
Madrid, Actas, 1995, 540 pp.
(3) Dr. Mérida,
obispo de Astorga, 1953, Pastoral extractada en “¿Qué Pasa?”, 9-VI-1966).
(4) TONI
RUIZ, Teodoro, S.J. “¿Serán los masones?”, Rev. “Hechos y Dichos”, Zaragoza,
abril 1960, p, 264-269.
(5) Editorial
de Rev. “Hechos y dichos”, Zaragoza, nº 288, nov. 1959, p. 721-724.
(6)
MANTILLA Sebastián, Rev. “Hechos y dichos”, Zaragoza, nº 288, nov. 1959, p.
747-750. Junto a ello, la revista se hacía eco de la penetración comunista en
Hispanoamérica (agosto-sept. 1960). KRUSCHEF, Nikita, Kruschef recuerda. Introducción, comentario y notas de Edward Crankshaw,
Madrid, Biblioteca de grande documentos, Prensa Española – Santillana, 1970, 624 pp.
(7) “El
Eco de la Milagrosa”, VI-1966 p. 1, tomado de la revista francesa “Permanences”
nº 28, III-1966 p. 74
José Fermín Garralda Arizcun
Zaragoza, 23-IV-2022