sábado, 10 de junio de 2023

El marqués de Valde-Espina en las guerras carlistas: nuevo libro

 Novedad editorial

ESTA mañana del 10 de junio, don Jorge Garris Mozota, que reside entre Zaragoza y Madrid, ha presentado un magnífico libro divulgativo sobre Carlismo, en una céntrica librería de la ciudad de Pamplona, cabeza de  la Comunidad Foral de Navarra. Antes lo presentó en Madrid (10-V), Zaragoza (2-VI) y, ayer, ante un numeroso público, en San Sebastián, pues el palacio de Astigarraga de los Valde-Espina está próximo a la bella Easo.

Dirigido al gran público interesado, el libro se titula Las guerras Carlistas y los marqueses de Valde-Espina, Madrid, Asociación Editorial Tradicionalista, 2023, 410 pp.,  texto 226 pág. y un álbum de aparato gráfico pág. 228-402. Las fotografías son en gran parte inéditas, y cuidadas con esmero por el editor Javier María Pérez-Roldán. Este aparato gráfico es tan importante y quizás más original que el texto, que sitúa las imágenes dentro la historia general. El coste de venta al público del libro es de 20 euros, 15 el día de la presentación. Pedidos a: www.tradicionviva.es; redaccion@tradicionviva.es

El autor ha realizado una presentación a gusto de los asistentes, que no pueden sino agradecer su dedicación, el esfuerzo y buen hacer del mismo, de la Asociación Editorial Tradicionalista, y la profesionalidad de la librería que les ha recibido con generosidad y apertura temática.

Desde la historia y quizás con reflejos de geopolítica, el autor don Jorge Garris (1) ofrece una dinámica general de la historia de España del siglo XIX español, generada por la Revolución liberal, sin omitir la presencia de la secta masónica. Tanto su exposición como el libro, establecen el marco político general de sus protagonistas, poniendo de relieve la guerra por la Independencia y luego la guerra realista, la larga y penosa guerra de siete años, los diversos alzamientos posteriores, el pronunciamiento de San Carlos de la Rápita, otros intentos de sublevación, y una tercera guerra de cuatro años. En todo ello participo la familia protagonista dentro del Carlismo.

El autor reconoce que el Carlismo es un fenómeno de ámbito nacional abarcando toda España, y no sólo la región Vascongada y del Reino de Navarra, aunque éste fuese el escenario militar y político de los marqueses de Valde-Espina. A estos les correspondió plantearse el problema, y salir de sus viejos solares de Ermua (Vizcaya) y Astigarraga (Guipúzcoa), poniendo mucho en juego, como su vida y futuro, propiedades y libertad, para cumplir su deber con lealtad a la causa de la España de siempre. 

Familia de la nobleza titulada, de capacidad y vocación militar y política, la vida de nuestros personajes se trenza en la historia militar y política. Fueron generales de don Carlos V en la primer guerra y de don Carlos VII en la tercera, y ocuparon cargos políticos en sus gobiernos de la zona Navarra y Vascongada de la España fiel a la "justa causa", como dicen los documentos carlistas de la primera guerra de los siete años.  

No era fácil a la nobleza de arraigo -y a nadie, suponemos- jugarse todo, aunque fuese por las elevadas y merecidas causas de la religión católica, las Españas, los Fueros de Vizcaya y de Guipúzcoa -en su caso-, y la fidelidad a un rey desterrado. Es muy importante resaltar que este destierro nunca significó -sobre todo en 1833-1840- tener una presencia minoritaria en el pueblo español, pues dos veces (Carlos V y Carlos VII) el rey entró en España levantando Ejércitos donde no los había. Por su parte, don Carlos VI promovió muchas acciones y llevó a cabo el pronunciamiento  de San Carlos de la Rápita. El libro termina con Carlos VII y el IV marqués de Valde-Espina en escena. Hay autores que ironizan sobre promesa del "Volveré" de don Carlos en 1876, ignorando que la  cumplió con creces y de forma muy decisiva,  cuando su hermano Alfonso Carlos I dió la orden a los requetés de sublevarse contra la Revolución marxista que en 1936 estaba acabando con todo tipo de orden social, incluido el republicano.

 El autor, además de doctor en Ciencias Políticas y sociología, es ingeniero y profesor de geopolítica. Quizás por eso, en su presentación y en mi posterior charla con él, advirtió las enormes dificultades logísticas de un alzamiento contra un Gobierno ya constituido y dueño de todos los resortes del poder, incluido el apoyo práctico internacional con tropas y dinero. Es necesario insistir en esto para situar el enorme arraigo popular del Carlismo, persistente en el espacio y en el tiempo, que no obstante hay autores que pretenden escamotear.

El libro es ameno y fácil, está redactado para el gran público, y contiene interesantes detalles que captan la atención. Se omiten notas y citas eruditas y farragosas de fuentes documentales, primarias o secundarias. Entre las citas o referencias, no pocas proceden de la red internauta. El autor incluye por extenso textos interesantes, que permiten al lector entender qué es el Carlismo.  La bibliografía es general, desigual y erudita, omitiendo la científica, seguramente en aras a la brevedad conforme al talante generalista de un trabajo ameno que apoya un álbum gráfico muy hermoso. Cita varias veces la biografía el III marqués de Valde-Espina escrita por Gonzalo González Izarra. Salvo un trabajo de Artagán, en la bibliografía se omiten los autores carlistas posteriores a 1876 que escribieron numerosos libros sobre hechos y personajes (Brea, Artagán seud. etc.). La obra está patrocinada por el Centro "General Zumalacárregui" y el Museo Carlista de Madrid, cuyo director, don Javier Urcelay Alonso, prologa el libro.

Agradezcamos a don Jorge Garris su primera síntesis sobre la Casa de los marqueses de Valde-Espina, estableciendo el necesario marco general, como primer paso de un trabajo de investigación documental y ampliación que promete. 

Creemos que el autor ha creado expectación sobre la voluminosa documentación familiar (ya cita el legajo nº 30 del archivo del palacio de Murguía en Astigarraga) y la existente en los archivos públicos. Por ejemplo, menciona el fondo documental histórico de las Cortes de Aragón, aunque también puede consultar las numerosas cartas de Valde-Espina custodiadas en el Archivo General de Navarra, AJRGN 1833-1839. Ello le permitirá analizar con detenimiento la labor del marqués de Valde-Espina como militar y político, prolongándola sobre el Carlismo organizado socialmente tras 1876, que retomó el boom periodístico posterior a 1868, y que tras 1890 dio el salto a la política electoral, eligiendo congresistas y teniendo senadores en las Cortes a pesar del control de las elecciones por el Gobierno. 

Nuestra enhorabuena a don Javier María Pérez-Roldán por el esfuerzo de la Asociación Editorial Tradicionalista, que ofrece un precioso volumen de gran calidad, con cubiertas a todo color, papel couché y abundantes fotografías. Como representante de la editorial, don Javier María expuso las intenciones de ésta especializada en temas históricos. Nos parece muy adecuada la declaración de la solapa del libro:

"No por casualidad la historia del carlismo, de los vendeanos y chuanes, de los miguelistas portugueses, de los cristeros y tantos otros movimientos legitimistas y tradicionalistas ha sido siempre postergada por las instituciones públicas.  / Y no es casualidad porque lo que se pretende con ello es ocultar que es posible otra concepción de la vida distinta a la materialista que defiende la Revolución (liberalismo, socialismo, anarquismo, comunismo, mundialismo, etc.). Que es posible fundar la comunidad social y política en una Verdad trascendente: Cristo".

Permítanos el autor del libro, don Jorge Garris, unos comentarios a filo de la presentación de su obra.

Quienes estamos especializados lejos de planteamientos generalistas, a veces del todo convenientes como es el caso, sabemos que los carlistas no fueron los cinco animosos de pueblo que saltaron al monte. Fueron hombres, jóvenes y mujeres, pobladores de caserío y aldea, pueblo y ciudad, campesinos y oficios, profesiones liberales y clero regular y parte del secular, comerciantes, gente de la administración pública y privada, y nobles. De todo hubo, y reprodujeron la pirámide social en calidad y cantidad. Casi desde cero, organizaron una administración pública y una complicada logística para mantener ejércitos durante muchísimos años. Es lamentable tanto la falta de sentido de la realidad como del conocimiento de la documentación que tienen ciertos historiadores, cuando minusvaloran los alzamientos carlistas, tratándolos a veces de simples bandoleros, como decía el Gobierno ante las primeras partidas cuya primera necesidad era reunirse y mantenerse antes de actuar. 

La superación de esta dificultad resaltará más si cabe la enorme impronta popular del Carlismo -la España tradicional-, pues sólo un movimiento con tanto arraigo puede hacer tanto. Con el paso del tiempo, la aparente falta de éxito y el avance de la Revolución liberal de naturaleza impositiva, el arraigo social del Carlismo se fue reduciendo. En el caso de los Valde-Espina, sabían que la nobleza estaba al servicio de la sociedad configurada y entorno a un rey legítimo, y no al revés, como ocurre a la nobleza liberal del privilegio y el ascenso social,  del cálculo y del dinero. 

Es muy interesante que el autor recuerde la significación del marqués de Valde-Espina, que podemos contraponer a numerosos nobles titulados navarros, pues mientras el marqués de Valde-Espina firmaba documentos de gobierno con don Carlos V desde los Reales de Durango, Eibar etc., muchos de los titulados navarros estaban ausentes del viejo Reyno durante la primera guerra. Los Valde-Espina no fueron los únicos títulos leales a don Carlos en España, pues hay razón de 95 títulos o más que optaron por él en la primera guerra, mientras que otros no tomaron partido públicamente, y un sector apoyó en secreto a ambos bandos. 

Por lo que respecta a Navarra gran parte de la nobleza  titulada estuvo con doña Isabel (2)salvo el Duque de Granada de Ega también conde de Javier, el marqués de Jaureguizar, Salvador y Joaquín Elío Ezpeleta, el conde de Agramonte que fue Vicente Mutiloa González de Castejón etc. Gran parte de la baja nobleza más arraigada en el país navarro optó por don Carlos V: Benito Antillón, el brigadier don José Luis Gastón de Iriarte, don Santos Ladrón de Cegama, Crisóstomo de Vidaondo y de Mendinueta y un muy largo etc. También en las memorias del conde de Guenduláin se deja claro que la nobleza más domiciliada en Madrid fue isabelina, y la más domiciliada en Navarra fue partidaria de don Carlos V. Habrá personas muy significativas en el gobierno carlista de Navarra, como Joaquín Marichalar Lapredriza (+ 1869), que no pertenezcan a la nobleza titulada hasta que don Carlos VII otorgue el título de marqués de Marichalar a un hijo suyo.

José Fermín Garralda Arizcun. Dr. en Historia moderna y contemporánea. Pamplona 11-VI-2023

 NOTAS:

(1) Aportemos algunos datos del autor tomados libremente de la red internauta. Es Licenciado en Ciencias Políticas y sociología por la UNED. Politólogo. También es teniente coronel de ingenieros del Ejército. Su tesis doctoral fue sobre un tema muy reciente, actual y significativo: "La inmigración rumana en Aragón: contexto sociopolítico y evolución histórica (1990-2011)". Se ha centrado en temas de geopolítica, con años de investigación y viajes profesionales por distintos países. Entre sus conferencias de temas actuales, es significativa de sus inquietudes la titulada: "Migraciones internacionales. Una aproximación al panorama actual" (17-XII-2018). 

(2) Me refiero, por ejemplo, a los marqueses de Andía, Fontellas, Fuertegollano, Lizarraga-Bengoa, Montehermoso, San Adrián, Vesolla, los condes de Ezpeleta, Guenduláin, Torrubias, al palaciano de Mirafuentes, al mayorazgo de Dávalos y Zabaleta, y a otros. A todos ellos los carlistas les embargaron los bienes por desafectos a la justa causa, consistentes en censos, casas, tierras, y hasta pechas, como también se hizo a los duques de Alba, Abrantes, Villahermosa, y a los marqueses de Cábrega, Montesa, Vadillo, al mayorazgo de Albelda etc. Suponemos que eran desafectos porque la Junta Gubernativa tomaba informes de las personas ausentes para conocer sus ideas políticas. No por estar ausente de Navarra, automáticamente se embargaban los bienes. Véase Archivo General de Navarra (AGN), Junta Real Gubernativa Carlista (JRGC), leg. 51 (Caja 33.439). Se conservan ejecuciones de secuestros en 1838 y 1839. Don Carlos V los decreta una vez que el Gobierno realizó secuestros de bienes de los carlistas ya desde 1834. 

Aviso: quien desee tomar el texto completo o las imágenes debe pedir permiso al autor el artículo, que se reserva sus derechos. 

Presentación en Pamplona, sábado 10 de junio, 13 h. ¿Dónde?:

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martes, 6 de junio de 2023

"Fuego y Raya" nº 25 Revista hispanoamericana de historia y política.

 Novedad editorial


SEGUIMOS DE ENHORABUENA con la publicación del número 25 de "Fuego y Raya", revista semestral hispanoamericana de historia y política", Año XIII, (IV-2023), 228 pp., dentro de la colección  "Itinerarios". 

Hemos recibido con ilusión el número 25 de esta revista de pensamiento e historia hispánica, dirigida por el dr. Juan Fernando Segovia (CONICET, Universidad de Mendoza, Argentina). 

Trabajos así resultan del todo necesarios para el gran público hispanoamericano, incluido el peninsular español, gracias al patronazgo del "Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II", perteneciente a la prestigiosa Fundación Elías de Tejada, que hace tiempo  sobrepasó la Mar Océana. 

En este número se ofrece un interesantísimo artículo titulado: "Una revolución política y religiosa: la junta y el Cisma del Socorro (1810)" de Adriana Catalina Gutiérrez Gómez. Es un trabajo extenso (p. 13-58), que desarrolla el siempre candente tema de los aspectos jurídicos, políticos y filosóficos de la revolución separatista, en especial los relativos a la reversión de la soberanía. Más aún, ¿cómo se proyectó lo ocurrido en las relaciones que la Iglesia mantenía con poder temporal? Estas primeras colisiones y estallidos, ¿fueron totalmente novedosas o bien estaban formuladas anteriormente a la crisis de 1808? 

Añadamos nosotros que la irrupción de siglo XIX fue traumática a ambos lados del Atlántico. Los estallidos tienen una lenta preparación. La profundidad de los temas hizo que fuesen muchísimos los hispanoamericanos los que, seguros de andar en verdades, se jugaron todo lo que tenían cuando vieron las cosas peligrar. Lo hicieron contra quienes ya habían ocupado, con formas y en momentos de absoluta anomalía, el poder político (en la península los afrancesados, liberales gaditanos y veinteañistas, cristinos o isabelinos), económico y social, imponiendo la revolución con abundantes medios y mucho menos riesgo que los primeros. Porque, ¿quién controlaba el Ejército?, ¿quiénes se repartieron el poder político y hasta económico?

El segundo artículo es de Miguel Ayuso, sobre "La christianitas minor de los reinos de Ultramar" (p. 59-73), sintetiza la evangelización, civilización y la posterior destrucción liberal de buena parte de ello, a pesar de resistencias que -de mantenerse- puede ser salvadoras de  cara al futuro.

El amplio dossier monográfico de tres artículos (p. 79-143) sobre el argentino Rubén Calderón Bouchet (1918-2012), es una delicia para todos, y en nuestro caso para el público peninsular, ya sea el estudioso del pensamiento contemporáneo ya quien camina por convicción intelectual y encarnada en el "sendero anchuroso de la Tradición" hispánica. Un trabajo, de Elena Calderón de Cuervo, trata algunos aspectos de su obra literaria en el seno de la generación de 1940, otro, de Juan Fernando Segovia, desarrolla el origen y fuentes de las ideas políticas de don Rubén, y un tercero, de Lisandro Mendoza,  concreta la concepción de la historia donde se aúna el realismo, la filosofía y la visión teológica cristiana, seguida de la crítica de don Rubén a la llamada modernidad, hija ésta de la rebelión y generadora de sucesivas y trágicas rupturas. Es de esta manera cómo el público peninsular español puede reconocerse a sí mismo en su espejo americano, sabiendo nosotros que afirmar esto es un juicio de valor. 

También es precioso el trabajo reeditado de Rubén Calderón Bouchet, titulado "Los enemigos del progreso" ("Verbo", 1999), donde su contenido, partiendo de un prisma histórico, filosófico y teológico, se muestra transido de una expresión filosófico-política (p. 149-177).

El número 35 de "Fuego y Raya" termina con 15 reseñas interesantísimas, destacando por su extensión un comentario al título La Argentina como problema, de Carlos Altamirano y Adrián Gorelik (eds.) (2018), o bien a Episodios republicanos. Apuntes sobre religión y política en la Segunda República (1931-1936) de Antonio Fontán (2021).

Nos alegra mucho colaborar, en la medida de nuestras posibilidades, en la difusión del número 25 de esta revista "Fuego y Raya". Es una lástima que no exista revista alguna de este tipo y formato en España, donde se admitan trabajos históricos sin un exceso de erudición, ya temáticos ya sobre maestros que han vivido y viven entre nosotros. 

Este número es muy atractivo. Nuestro parabién a los lectores, y nuestra enhorabuena a la editorial y a sus colaboradores.

Pedidos: fuegoyraya@fundacioneliasdetejada.org

José Fermín Garralda Arizcun
Dr. en Historia