domingo, 30 de octubre de 2022

El hispanista dr. Patricio Lons en Pamplona (España)

 Dr. Patricio Lons, hispanista: dos días en Pamplona (España)


por José Fermín Garralda Arizcun, dr. en Historia

HA SIDO, la del dr. Patricio Lons, una conferencia esperada por muchos. Patricio Lons es un historiador y periodista argentino muy conocido en la Red y por sus giras, al que muchos aprecian por su gran valer. Ha venido a España desde Argentina, y ha concluido que en la vieja piel de toro se ha sentido en casa desde el primer momento.

Nos referimos aquí a la conferencia que ha dictado en el Hotel de Pamplona Blanca de Navarra el pasado 27 de octubre, invitado por las asociaciones “El Criterio” y “Unidad Hispanista”. ¿Su título?: “Si la Hispanidad se uniera, temblaría el mundo”, lo que no significa que la Hispanidad se una y vaya contra alguien, sino que trabaja por la civilización como realidad concreta, con sus propias características, y lo hace contracorriente.

El salón Génova del hotel estaba lleno. El público no se enteró que el tiempo pasaba más de lo establecido por los cánones de la oratoria, porque el conferenciante expuso con conocimiento de causa, dio respuesta a las tesis de la leyenda negra antiespañola con un desarrollo suficiente y sin agotar al público, se refirió a algunas de las últimas investigaciones y autores que incluso habiendo sido marxistas hoy retoman la Hispanidad, y, como un añadido ad extra a las páginas de historia, convirtió su decir en arte, rindiendo homenaje a modo de conclusión al glorioso pasado español, previamente justificado. Fue una conferencia con un buen análisis y un acogedor y esperanzado colorido del alma.

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Bajo mi exclusiva responsabilidad y fundiendo los elementos que fue exponiendo el orador, haré una semblanza de lo que aprendí en la conferencia de Patricio Lons. Ésta se puede seguir en la Red.

¿Qué afirmó? Nuestra nación –dijo- no es España sino la Hispanidad, la Comunidad hispanista. En su día los enemigos de España (hugonotes, holandeses, ingleses… y, añade este cronista, algún español traidor al estilo Antonio Pérez, la utilización que se hizo de Las Casas, o el seguidismo actual...) dieron origen a la Leyenda Negra, que hoy empieza a quebrar sus pasos a pesar de haber sido bien explotada durante siglos, y finalmente seguida paradójicamente por muchos hispanos incautos.

En la Hispanidad –dijo- estamos todos juntos contra nadie y a favor de la civilización cristiana e hispánica. Ahí están los 900 millones de personas que hablan español, portugués y el  zamboangueño o chabacano en Filipinas. Una lengua universal por excelencia, ya por su número de hablantes, ya por su expansión por todos los continentes.

El momento fundacional de España unos lo ponen en 1492, otros en el Concilio Toledano de 589 pero, en realidad, para Patricio Lons, está en el Pilar de Zaragoza, cuando la Virgen se apareció en carne mortal al apóstol  Santiago, animándole en su apostolado salvífico porque veía que ese pueblo hispano -duro de cerviz- iba a dar muchos santos y las Américas para Dios.

Dos cuevas son centrales en el devenir de la península ibérica: en Altamira  el hombre, como expresión del alma, manifiesta de forma sublime cómo con el arte domina y supera la naturaleza, y, en Covadonga, el hispano muestra que con la Cruz de Cristo vence a los enemigos más implacables. Es la bravura del indígena pre romano que resurgió dirigida por la Cruz salvadora.

Y allá en 1492, los españoles pusieron sobre el azul del mar a modo de tres cascarones de nuez, tras el caminar del sol, llegando por Occidente –el ocaso- a lo que se llamarán tierras de América. (Añadamos: todo un continente que Waldseemüller arrebató casualmente al nombre de la reina Isabel la católica –más que América se debiera llamar Isabela-, que deseamos suba a los altares). Desde entonces se convirtieron y salvaron las culturas indígenas, que estaban en su ocaso, transformadas en cultura hispánica.

España llegó a América para quedarse y evangelizar, para levantar literalmente un Nuevo Mundo con sus propios habitantes indígenas, que lo hicieron en mestizaje. Esa voluntad evangelizadora más la Providencia divina, originó un potente, envidiable y equilibrado desarrollo humano y material. Que  los caracteres del Nuevo Mundo resultante sean tan propios del mismo por la aportación indígena, más que de España en América es mejor hablar de Hispanidad.

Para Patricio Lons España fue integradora de pueblos mil por la lengua, la ciencia y la cultura, la economía, la moneda (el real de a ocho español), la sociedad, y sobre todo la religión católica llevada por los misioneros y la Corona, desde Tierra de Fuego hasta California, las Rocosas y Texas de los EE.UU. Para explicarlo, el orador expuso someramente la evolución de los pueblos indígenas en contacto con los españoles, aportando cómo él aprendió de niños la historia de España.


España dio una lengua compendiada en la gramática de Nebrija en 1492 –la lengua de un Imperio-, superando que con las lenguas y escritura indígena no se pudiese leer a Parménides. Dio un Gobierno y una creación de ciudades influido todo ello por la herencia de Roma, una filosofía griega y cristiana, la creación de numerosísimas universidades como traslación de las que hubo en la Edad Media, una dimensión mucho mayor que la del Imperio romano, un arte colonial donde son evidentes mil elementos indígenas. Creación y mestizaje.  España duplicó su civilización, se reconstruyó a sí misma con sabia indígena, se plantó en nuevas tierras y se rehízo de nuevo en América.

En toda América la civilización hispánica cuajó tomando muchos elementos indígenas. Los indios no fueron oprimidos, sino liberados de sí mismos y sobre elevados a un plano natural y sobrenatural. España unió a centenares de pueblos bajo un mismo principio que les hizo grandes: la Cruz, en la que al otro se le ve como hijo de Dios y hermano. Valía la pena vivir bajo la monarquía el rey de España. Así, como las tribus americanas se hicieron verdadera y sinceramente españolas, luego defendieron a España durante la llamada emancipación a comienzos del s. XIX.

Pasaron los siglos. Los ingleses hicieron por entonces mucho daño, espolearon la guerra civil en la América española para separarla de España y quedársela para ellos,  y lo siguen haciendo hoy. Fue la ambición anglosajona la que atizó la independencia de las Américas, apoyando a ciertos criollos y generales como Bolívar, San Martín, Sucre, O’Higgins Riquelme etc. Los amigos de las logias, criollos pedantes y jefes ambiciosos se coaligaron de hecho con los ingleses. Y fueron los indígenas desde Tierra de Fuego hasta California, y más duramente aún el virreinato del Perú, quienes más defendieron a España. Muchísimos fueron los indios que vieron mejoradas su vida, su cultura, su confianza y libertad,  y al final salvados por la religión. Si los sublevados -¿”patriotas”?- estaban con los ingleses, los indígenas y la gente de color junto con muchos otros españoles estaban con España. Aquello fue una guerra civil atizada por los ingleses. Y aquello hay que reparar. (Esto nos trae esto a la memoria la misma tesis del dr. Luis Corsi Otárola en sus tres libros Bolívar, la fuerza del desarraigo, ¡Viva el Rei! Los negros en la Independencia, y Los realistas criollos).

Patricio Lons repasó, quizás sin advertir el oyente que se trataba de un somero recorrido, la hispanidad desde el Chile araucano hasta la California de Fray Junípero Serra. En el caso de Chile, los araucanos admitieron lo hispano al comprobar no era un invasor al estilo inca, de modo que muchos caciques pro realistas –más de una docena- mantuvieron ejércitos a favor de España en tiempos de la llamada independencia. Ellos sabían que algo importante les iban a arrancar los criollos separatistas y pro ingleses.

Ya en Argentina, muchos indígenas y mujeres apoyaron a España y al general y virrey Santiago de Liniers, con cuya figura tantos niños soñaron. Ahí está el Regimiento de Patricios. Allí la defensa frente a los ingleses. Sabían que si ganaban los insurrectos, apoyados por los casacas rojas, les iba a cambiar lo más importantes de la vida.

Hizo referencia a la guerra de corsarios ingleses como el almirante Brown (1815).

Sin profundizar por falta de tiempo en la fidelidad del virreinato del Perú, el orador pasó a California, otro lugar donde se recuerda con gloria el pasado español. Ahí también se enmarcan las aventuras literarias y cinematográficas de “el zorro” y “el coyote”. Lo indígena y mestizo, lo natural y castizo, estaba con la América española.  Si para ciertos ingleses el mejor indio será el indio muerto, para España el mejor indio es el que se hace cristiano, estando todos llamados con urgencia a ello.

De cara el futuro, todo mal que parece consolidado, se ha caído como un castillo de naipes. Ocurrió con Napoleón, luego con los totalitarismos, después con el comunismo soviético en 1989. Mañana serán otros. La restauración religiosa permitirá a los pueblos decidir y configurar su proyecto común,  corregir los errores de San Martín y O’Higgins, y renovar muchos lazos entre América y la España peninsular, donde todos se sentían parte del mismo destino universal.

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Hasta aquí lo que puedo sintetizar de lo mucho, de calidad y bueno, que escuché al Dr. Patricio Lons. ¿Cuál es nuestra reflexión sobre el quehacer de Patricio Lons?

En primer lugar, el conferenciante domina con gran fortuna el ensayo como género literario, muy apropiado para una conferencia al gran público. Es decir, no es lo mismo la ciencia incluida como principal componente del ensayo, que comunicarla a un público generalista en unas condiciones concretas de día y hora, y añadiendo -el segundo componente- un juicio extra histórico para influir en el auditorio como opinión formada. Ambos componentes, fueron expresados por Patricio Lons con mucho arte. Así, en estos tres componentes, el autor triplica el valor añadido de otros conferenciantes realmente soporíferos.

Segundo. Como ciencia, el dr. Patricio Lons sigue una historia narrativa, que no sesga los datos, respeta la cronología y las circunstancias, abunda en documentos ordenados y advierte los mil detalles, que se expresa de manera un poco ingenua, y como que se “enamora” de cualquier personaje tratado con detenimiento. Ello le permite hacer análisis comparativos sobre las posibilidades y situaciones pasadas de España y de Inglaterra.

De ésta manera, Patricio Lons sustituye a esa otra historia dominada por un destacado prurito de apariencia científica. Una historia aparente que resulta árida y pesada, donde predomina lo cuantitativo y económico, un diseño racionalista, que es oculta o expresamente ideológica, que se muestra dialéctica aunque a veces escondido en la acumulación de datos, donde sin decirlo se dirigen estos y se cataloga y enjuicia no sólo los hechos sino también las personas del ayer histórico y hasta a los del presente con extrañas vinculaciones, como ocurre hoy aquí, en Navarra. En resumidas cuentas, una historia como herramienta ideológica, que ha originado ladrillos escritos pero llenos de vacíos explicativos,  y deja vacías las sillas del público. Frente a ella, Patricio Lons, recogiendo el arte del comunicador, llena los salones con satisfacción para los organizadores y el mismo público al sentirse comunidad.

Expresar un tema general como el de la Hispanidad es muy complejo y, como tal, a veces exige alguna simplificación. En nuestro conferenciante, los datos no están sueltos, ni dirigidos previamente, sino que se asocian originando la pintura viva del cuadro, que por el tema y los datos mismos resulta deslumbrante como es el caso de la Hispanidad.

En tercer lugar, y en atención a los elementos subjetivos del ensayo, el historiador no enjuicia, pues lo hace el hombre que genera al historiador, siempre con mesura y con la condición de que el oyente distinga con claridad el conocimiento del pasado de aquel juicio de valor u opinión añadida sobre el mismo. Si lo subjetivo es opinión, ésta en Patricio Lons es opinión formada.

El mundo hispano, más que amigo de la ciencia –que lo es- lo es de la vida, que incluye la ciencia, añadiendo otros elementos que dan cita a todos los puntos de vista. Patricio Lons, que logra atraer por el oído además de por los documentos entendidos con sentido común, se expresa en algunos puntos con cierta picaresca y siempre sesuda opinión. El estudio frío realizado previamente, le permite formular conclusiones que se rubrican con sus apreciaciones y hasta afectos personales. Pero al hacer esto, nuestro autor no cae en la trampa de dirigir o enturbiar los datos (ciencia), sino que tiene la entereza o valentía de concluir, como colofón y más allá de las conclusiones científicas, con tesis humanas (ensayo) que apuestan por la civilización hispánica, en vivo contraste con la anglosajona,  protestante etc. Que a alguno le duela esto, pues mire, todos ya se murieron, y no pasa nada. Y si se trata de cómo el ayer influye en el presente, Patricio Lons apuesta por la Hispanidad, eminentemente católica, con la valentía que muchos paniaguados no tienen.

Afortunadamente, y según Patricio Lons, no pocos que cayeron en el marxismo van descubriendo la Hispanidad como realidad social y actitud salvadora, tales como Manuel  Ugarte que siguió un socialismo reformista al estilo Jaurés, Liborio Justo que fue marxista trotskista, Jorge Abelardo Ramos y Blas Alberti que fueron marxistas de origen y líderes de la izquierda nacional con su FIP etc.

Cuarto. Sin recursos aparentes, con un callado trabajo de artesano, como mileuristas y sin el apoyo millonario de las instituciones, los que defienden la Hispanidad como Patricio Lons están cada vez más de moda, aunque les cueste sudor y a veces alguna lágrima. Ahí están las aspas de Borgoña y luego también la bandera bicolor. Ya sabemos que en España, los que trabajan ciertos temas son ignorados –sus escritos criticados con mala educación y las fotografías de sus trabajos utilizadas sin permiso-  mientras que quienes combaten sus resultados actúan con prepotencia y disponen de todos los medios materiales.

En quinto lugar, como gran comunicador de los dos componentes del ensayo, Patricio Lons no aburre a nadie, cuando utiliza los datos ejemplarizantes y genera un discurso con claridad de ideas. Su arte del “saber contar”, es lo que falta a no pocos historiadores soporíferos actuales. Recuerdo que durante mis últimos años de docente, he llegado a proponer y hasta exigir a los alumnos, ya mayores, una actividad de aprendizaje que era el “saber contar”, que desarrollan de maravilla cuando se les deja libres y a su aire, aprendiendo con de esta manera mucha historia, pero también lengua, retórica, capacidad de juicio y humanidad.

Concluyo con un elemento subjetivo más allá del frío empirismo de los datos, con un parecer que seguramente compartirá Patricio Lons. Dicen que hoy en España no tenemos alta la autoestima, y creo que tienen razón.

Por un lado, quienes distorsionan y se encierran en comunidad inmediata de pertenencia de forma excluyente –los actuales nacionalismos separatistas-, son incapaces de reconocer el ayer, imaginar horizontes y por ello conocerlos. Por otra, el liberalismo ahistórico, desarraigado, y el europeísmo como ideología –convertido hoy en mito, en un vacío que se quiere llenar con otro vacío- de la generación del catorce, al que se acogen los españoles que prefieren alejarse de España, debe ser superado por la misma España que culminó la Cristiandad medieval y en el devenir de los siglos posteriores. En su configuración, España no puede entenderse sin la Cristiandad y sin la Hispanidad. En tercer lugar, las ideologías disolventes –liberalismo, marxismo, nihilismo aparentemente indigenista- , y los países que tuvieron más enemistad con España y lo que ésta significó, han dirigido sus dardos contra la Hispanidad, originando en su población un absurdo “complejo de inferioridad”, provocado, atizado arteramente, y que se resuelve como el triunfo de la ignorancia.

Tanto España como los pueblos independizados de ella por la fuerza de las armas, empujados por Inglaterra y luego colonizados por el mundo anglosajón –doctrina Monroe- hasta el día de hoy, deben reencontrarse consigo mismos en aquello que tienen de común y les hizo católicos y universales, confiados y amigos de la paz, seguros, vivos y como tales enérgicos, y abiertos a todos. Así formarán una gran potencia religiosa católica, superadora de esa falsa “teología de la liberación” propiciada por el marxismo anti yanqui pero sujeto al mismo gran capitalismo transnacional disolvente, formarán una potencia demográfica, cultural y creativa –pensemos en el llamado “realismo mágico” literario-, económica y política, como federación histórica de pueblos hermanos. ¿Quién da más en el mundo?

Por todo, agradecemos al dr. Patricio Lons su estancia en Pamplona, ofrecernos una conferencia como la citada, y habernos provocado la reflexión personal sobre su buen hacer.

José Fermín Garralda