Celebrando con la Orden de Predicadores su presencia en Navarra
En la exposición del P. Jesús Galdeano O.P.. Foto:JFG2017 |
OCHO
SIGLOS son muchos siglos en el tiempo. Estos son los siglos que lleva la Orden
de Predicadores (O.P.) -los famosos Dominicos- en el viejo Reino de Navarra,
dejando una imborrable huella religiosa y espiritual, cultural y artística. Son
los años del gótico hasta la actualidad.
Pasado
el año estricto de la conmemoración, se está celebrando el Jubileo 800 que
abarca de 1216 al 2016.
Este
es el título de la conmemoración de la Orden en Pamplona: “Ocho siglos de
presencia de la Orden de Predicadores en Navarra: del Gótico al Barroco”, ciclo
de conferencias del 16 y 17 de mayo, celebradas en la amplia iglesia de los PP.
Dominicos del s. XVI, situada detrás del Ayuntamiento pamplonés, en uno de los
lados de la plaza de Santiago (C/ Mercado nº 3).
Los
Dominicos han sido y son un proyecto de vida apostólica católica, en continua misión
con la predicación de la Palabra, que promueve la contemplación, cultiva la
ciencia filosófica y teológica a través de grandes teólogos, se hace profecía y
compromiso, y se expresa -también hoy- en el arte, identificado en torno a sus diferentes
peculiaridades.
Ya
en el siglo XIII los frailes dominicos se dispersaron por la Europa cristiana y
tuvieron una rápida expansión. La fidelidad de su fundador Santo Domingo de
Guzmán fue para con la Iglesia Católica, explicando la Palabra frente a las
herejías de su tiempo mantenidas por los cátaros, valdenses y albigenses. La Edad Media no fue una época gris sino
activa, apasionada, pluriforme y de brillantes períodos.
Fachada del convento de los dominicos de Pamplona. Foto:JFG2017 |
Entre
los dominicos misionaron Jacinto de
Polonia en tierras bálticas durante el s. XIII, Vicente Bernedo en la Bolivia
del s. XVI-XVII, Domingo Erquicia en Japón, San Francisco Capillas en China
llegando a ser un protomártir (1648), San Valentín de Berri Ochoa fue misionero
mártir en Vietnam, Ascensión Nicol (+ 1940) fue la fundadora de las Misioneras
Dominicas del Rosario, Fr. José Álvarez “el Apaktone” misionó en las selvas del
bello Perú. Hoy, aunque con la crisis que afecta a todas las Órdenes
Religiosas, los dominicos se extienden por los cinco continentes y regentan 237
centros religiosos en Europa, 99 en Asia, 36 en África, en América son 175 centros
y en Australia tienen 13 centros religiosos.
Aunque
el único Maestro es Cristo, quiso seguirle de cerca el burgalés Santo Domingo
de Guzmán (1174-1221), que fue canonizado el 3-VII-1234 en Rieti.
Son maestros de contemplación los dominicos Juan Eckhart de Renania (s. XIV), Juan Taulero en Alemania, Catalina de Siena que fue doctora de la Iglesia en momentos críticos del dramático cisma de Occidente, Álvaro de Córdoba (+ 1430) como impulsor del ejercicio del Vía Crucis, Santa Rosa de Lima como patrona de América, San Martín de Porres “fray Escoba” allá en Lima del virreinato del Perú, Juan González Arinteo (+ 1938) que fue el impulsor de la piedad instruida.
¿Quién no conoce a los principales teólogos de la Iglesia Católica? Tales como Tomás de Aquino llamado “doctor Angélico”, Alberto Magno como patrono de los científicos, Francisco de Vitoria que fundó el derecho de gentes en sus “Reelecciones” ante el caso de América, el ayer controvertido Bartolomé de Carranza del s. XVI, como teólogo del concilio de Trento -como todos los concilios hoy de plena actualidad- y arzobispo de Toledo, diversos teólogos del concilio Vaticano II y otros de hoy día.
Ahí están los grandes oradores
sagrados como San Vicente Ferrer (+ 1419), el literato Fray Luis de Granada,
Francisco Coll que fundó la Congregación de las Hermanas Dominicas Anunciata en el s. XIX, José Cueto como
fundador de las Hnas. Dominicas de la Sgda.
Familia a finales del mismo siglo, José Lagrange que fundó los Estudios
Bíblicos Católicos, el conocido Alberto Colunga (+ 1962) que tradujo la primera
biblia al castellano.
Con el don de profecía y compromiso destaca Santa Margarita de Hungría en el s. XIII o ápice medieval, el padre Antonio Montesinos como predicador a los primeros españoles e indios en Cuba, Pedro de Córdoba, al también controvertido Bartolomé de las Casas (+ 1550) aunque errase en no pocas de sus apreciaciones como se demostró indirectamente en La controversia de Valladolid (Jean Dumont, 1997) mantenida con Ginés de Sepúlveda y directamente en otros libros, Jorge La Pira y Dominique Pire en el siglo XX…
¿Y las artes plásticas? ¿Qué decir de los pintores el beato fray Angélico y Bartolomé de la Porta, del arquitecto Martín de Santiago, todos ellos del Renacimiento, y del pintor manierista o pre Barroco Juan Bautista Maino? Ahí están también el teórico del arte sacro Marie Alain Couturier en el s. XX, y en nuestros mismos días el escultor Miguel Iribertegui y el vidriero y mosaicista Domingo Iturgaiz, ambos navarros de Huarte y Villava respectivamente.
Son maestros de contemplación los dominicos Juan Eckhart de Renania (s. XIV), Juan Taulero en Alemania, Catalina de Siena que fue doctora de la Iglesia en momentos críticos del dramático cisma de Occidente, Álvaro de Córdoba (+ 1430) como impulsor del ejercicio del Vía Crucis, Santa Rosa de Lima como patrona de América, San Martín de Porres “fray Escoba” allá en Lima del virreinato del Perú, Juan González Arinteo (+ 1938) que fue el impulsor de la piedad instruida.
¿Quién no conoce a los principales teólogos de la Iglesia Católica? Tales como Tomás de Aquino llamado “doctor Angélico”, Alberto Magno como patrono de los científicos, Francisco de Vitoria que fundó el derecho de gentes en sus “Reelecciones” ante el caso de América, el ayer controvertido Bartolomé de Carranza del s. XVI, como teólogo del concilio de Trento -como todos los concilios hoy de plena actualidad- y arzobispo de Toledo, diversos teólogos del concilio Vaticano II y otros de hoy día.
Guía informativa de la iglesia, sencilla y didáctica, para el turista. |
Con el don de profecía y compromiso destaca Santa Margarita de Hungría en el s. XIII o ápice medieval, el padre Antonio Montesinos como predicador a los primeros españoles e indios en Cuba, Pedro de Córdoba, al también controvertido Bartolomé de las Casas (+ 1550) aunque errase en no pocas de sus apreciaciones como se demostró indirectamente en La controversia de Valladolid (Jean Dumont, 1997) mantenida con Ginés de Sepúlveda y directamente en otros libros, Jorge La Pira y Dominique Pire en el siglo XX…
¿Y las artes plásticas? ¿Qué decir de los pintores el beato fray Angélico y Bartolomé de la Porta, del arquitecto Martín de Santiago, todos ellos del Renacimiento, y del pintor manierista o pre Barroco Juan Bautista Maino? Ahí están también el teórico del arte sacro Marie Alain Couturier en el s. XX, y en nuestros mismos días el escultor Miguel Iribertegui y el vidriero y mosaicista Domingo Iturgaiz, ambos navarros de Huarte y Villava respectivamente.
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Auditorio en la lección del P. Jesús Galdeano O.P.. Foto:JFG2017 |
La
conferencia del P. Jesús Galdeano,
prior de los dominicos de Pamplna, fue un repaso histórico desde la fundación
de esta Orden mendicante hasta su presencia actual en Navarra. Fueron mendicantes
como los franciscanos, extendiéndose por las ciudades y viviendo en ellas de
limosnas con lo que daban ejemplo de pobreza y confianza en la divina
Providencia. De ésta manera, los edificios que construyeron en las ciudades
fueron sobrios y austeros, con la sencillez y humildad constructiva propia de
su carácter mendicante.
Parece
que Santo Domingo atravesó la cordillera de los Pirineos desde Francia en 1218.
La presencia dominicana en Navarra
fue muy fuerte desde su origen. Por ejemplo, en 1242 se celebró un Capítulo
Provincial en el Reino pirenaico, seguido por otros Provinciales y Generales.
Los
datos indirectos de la fundación del convento
de Pamplona son de 1230, construyéndose su iglesia entre 1537 y 1568. Esta
iglesia, levantada bajo la advocación de Santiago, es muy alta y ancha, y amplia
y austera conforme a la costumbre dominicana. De 1630 a 1771 los dominicos
rigieron su propia universidad de Santiago en Pamplona -que no llegó a ser
universidad del Reino-, expidiendo títulos reconocidos en varias universidades,
hasta que el regalista Carlos III la suprimió. El claustro conventual
pertenecía a la universidad. Se conservan muchos sermones de los siglos XVII y
sobre todo XVIII, pues el Ayuntamiento contrataba a un dominico para los de
Cuaresma. Luego el edificio se transformó en convento colegio (1772-1837). En
la francesada, el convento iglesia de Santiago de Pamplona se convirtió en
cuartel de los franceses, una vez que el usurpador José Bonaparte suprimió las Órdenes
religiosas, como forma falsamente ilustrada de ganarse al pueblo. Tras la
restauración fernandina (que según algunos no fue una auténtica restauración),
la exclaustración de 1836 fue seguida de la desamortización (caracterizada
-añadimos- como insigne latrocinio para Menéndez Pelayo, gran parte de los
españoles de entonces y la misma Iglesia). En su repaso histórico el P. Galdeano llegó hasta la refundación en
1914 en Pamplona, en 1915 en Villava, y la creación de la parroquia San Esteban
en Gorraiz (1997). Se añade el colegio de las Dominicas de la calle Jarauta
(1400-1597) que antes había sido un beaterio, las dominicas de Tudela (1519), los
dominicos de Sangüesa y Estella, las misioneras de la Sgda. Familia, y las del
Rosario de Barañain.
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Convento de Santo Domingo de Estella |
El
dr. Javier Martínez de Aguirre, de
la universidad complutense de Madrid, desarrolló como tema el convento de Santo Domingo de Estella y la arquitectura
mendicante del siglo XIII. Su amena palabra y didáctica convirtieron las
piedras -derruidas a comienzos del s. XX- en un relato explicativo y completo,
con erudición e hipótesis personales muy sugerentes. Sobre este convento
investigó antes Goñi Gaztambide (1961, 1990).
Como
conclusión del autor, el convento de Santo Domingo de Estella es el convento
más importante de una Orden mendicante en la España del siglo XIII. Es un
conjunto asombroso en la arquitectura medieval de Navarra. Hoy se han
reconstruido la Iglesia y el refectorio y se han construido dos alas más. Se
dedica a una residencia de personas mayores. (Recuerdo haber visitado allí al
requeté Nicanor Arbeloa natural de Mañeru).
Este
convento tuvo muchos apoyos económicos del rey Teobaldo de Navarra. El solar
era amplio, elevado y alejado del centro urbano y hasta de sus murallas, lo que
le valió ser respetado y no derribado. La iglesia es amplísima, austera y
sencilla. Su altura sobrepasa el límite marcado por los cánones constructivos de
la Orden, y sigue la tendencia de ésta de rechazar las construcciones
suntuosas. En este edificio se advierte el conflicto entre las grandes
dimensiones de la obra y la humildad en la fábrica constructiva, ajena a la
ostentación de belleza arquitectónica. La amplitud de la nave central era
necesaria para la expansión de la voz que transmitía la Palabra, y la sencillez
corría parejas con la pobreza que buscaba la orden mendicante dominicana.
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Impresionante órgano del s. XVII de la iglesia de los dominicos de Pamplona. Foto:JFG2017 |
El
día 17 han tenido lugar las exposiciones del dr. Ricardo Fernández Gracia “De la mano de las artes figurativas y más
allá de los claustros dominicos: las devociones”, y de la dra. María Josefa Tarifa Castilla sobre “Los
conventos de Predicadores de Tudela y Pamplona”. Por su parte, el canónigo y organista
de la S.I. catedral de Pamplona y párroco de Cristo Rey, don Julián Ayesa, ha mostrado su maestría
musical al órgano del convento de Santo Domingo, pieza ésta única estudiada por
el también canónigo Aurelio Sagaseta de Ilurdoz.
Sobre
la iglesia de Santiago de Pamplona hay varios trabajos de Meerseman (1946), Fausto
Andía (1977), Martinena Ruiz, Salvador Conde, y Domingo Iturgaiz (1994).
De
esta forma, sencilla pero completa, se ha realizado un repaso a los ocho siglos
de presencia de la Orden dominicana en Navarra. Las referencias al catálogo
monumental del arte en Navarra completan las exposiciones, que además de muy
eruditas han sido amenas y verdaderamente divulgativas.
Nuestro
agradecimiento por esta nueva actividad de la Cátedra de Patrimonio y arte
Navarro de la Universidad de Navarra.
José
Fermín Garralda Arizcun
Dr.
en Historia
Pamplona, 17-V-2017